miércoles, 26 de junio de 2013

Que país!!!!!! (segunda entrega)


Hace un par de meses escribí sobre la aventura que, como ciudadana, me supuso que me robasen la cartera.

Hoy la aventura es en la administración sanitaria.
En febrero me hicieron una revisión en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, revisión que me repiten cada año y que, por circunstancias que no viene al caso explicarlas, no me la hacen en mi hospital de referencia, sino en este, muy lejano a mi domicilio.

El médico me encontró tan bien que me mandó volver en dieciocho meses, y ahí empezaron los problemas.
En febrero de 2013 es imposible que te citen para junio del 2014, porque no lo permiten los sistemas informáticos.
Cómo las citas son presenciales, la tecnología telefónica o vía internet, no ha llegado a ellos, me aconsejaron que volviese en junio.

He ido hoy.
Cómo ya sé por otras veces que cambian continuamente la forma de trabajar, me he dirigido a información y después de esperar que atendiesen a las cuatro personas que tenía delante, me han confirmado que estaba en el lugar idóneo para solicitar mis citas.
Ya había cogido número y tenía por delante cincuenta y dos personas.
Hay ocho mesas pero sólo funcionaban dos.
Me he sentado cómodamente y he aguantado la hora que han tardado en atenderme.
Cuando llego a la mesa número uno, me indica la amable señorita que esas citas no son aquí, que se citan directamente en la secretaría del departamento al que pertenece mi médico.
Ante mi cara de sorpresa y mis explicaciones, se levanta y me acompaña para ridiculizar a la persona que me dio la información y decirla que no se enteran de nada.
La mujer se disculpa, y me dice que me acompañará personalmente al lugar donde me tienen que citar, aunque le explico que no es necesario, que sé perfectamente donde está.
Deja sólo el mostrador de información, porque no hay nadie para sustituirla,
y me acompaña.
En el camino me explica que no pueden más, que están estresados, que las mesas que no funcionan son de interinos a los que no se les ha renovado el contrato, que donde había quince personas, ahora hay cinco y que los que pagamos las consecuencias somos los pacientes.
Además los gestores cambian cada lunes y cada martes los sistemas de citación, etc., etc., etc.
Vamos, que me ha dado hasta pena y me ha faltado ser yo la que le pidiese disculpas a ella.
Por fin en la ventanilla adecuada y tras una espera de diez minutos, consigo mis citas.
El tiempo invertido, desde que he salido de casa hasta que he vuelto, ha sido de tres horas.
Si yo hubiese tenido que pedir permiso en el trabajo, porque este tipo de citas, se me ha olvidado decirlo, sólo se pueden hacer de 8:30 a 14 horas, habrían pensado que estaba abusando.
Por supuesto las citas son por la mañana, porque estas pruebas no se hacen en horario de tarde, por lo que cualquier trabajador tendría que pedir otros dos días, uno para las pruebas y otro para el especialista.

Conclusión, que no siempre el absentismo es culpa de los trabajadores, cómo dicen las estadísticas y los empresarios.