domingo, 3 de mayo de 2015

Hija, madre, abuela.

El año pasado dediqué una entrada en este blog a lo triste que es la vejez, y ahttp://ags59.blogspot.com.es/2014/05/la-vejez-de-una-madre.html)
l deterioro de mi madre, un deterioro que no podía esconder ni siquiera con la felicidad de vernos a todos juntos (
Curiosamente, nos reunimos todos, aunque no siempre lo hacíamos. En otras ocasiones se unía a la celebración de mis hermanos o mía, con nuestros hijos respectivos y los demás acudíamos a merendar con ella. Pero esta vez decidimos hacer una comida conjunta, sin poder intuir, o sí, que iba a ser su última gran celebración, su última reunión familiar, que su vida tenía los días contados.
Creo que nunca se deja de añorar a una madre, pero el primer año es el más duro, es la primera vez sin ella para todo y es el primer “Día de la madre” sin ella, sin comprar unas flores para ella, sin ir a darle un beso.
Pero como una compensación, es la primera vez que mi hija lo celebrará como madre, aunque Victoria no se entere porque es muy chiquitita, será un día especial.
Nos volveremos a reunir tres generaciones, pero diferentes. Esta vez, la abuela seré yo, y se me hará muy extraño que no esté mi madre, la abuela.
Su ausencia me ha hecho volver la vista atrás y darme cuenta de la importancia de estos momentos, esos que quedan en nuestro recuerdo porque son diferentes a la rutina, a la prisa del día a día.
Puede que ese sea el motivo de que viva con intensidad cada momento que paso con mis hijos, procuro que no haya enfados, ni discusiones, el tiempo pasa rápido y hay que disfrutarlo tal y como viene, porque no sabemos lo que nos espera a la vuelta de la esquina.
Pero, aunque esté nostálgica, en mi balanza personal el presente y el futuro siempre ganan y me encanta celebrar este día, inventado me da igual por quien, que reúne a las madres con sus hijos en este mundo de locos que nos ha tocado vivir.

Un beso a todas las madres, las que están y a las que se fueron.