sábado, 23 de julio de 2016

La playa


Sigo con mis historias veraniegas. 
Vivimos rodeados de gente de todo tipo y a mí me divierte imaginarme sus vidas sin conocerlos de nada.
La playa es, sin duda, un lugar idóneo para cruzarse con personajes variopintos.
Yo busco un bañador que me sea cómodo, que me tape todo lo que los años me han ido regalando y es posible cubrir. Añado un pareo que haga juego y me lo pongo haciendo una falda graciosa que cubra los muslos y que me sirva, a la vuelta, para cubrirme el escote porque soy alérgica al sol y lo voy a tener de frente. Completo el conjunto con un sombrero de paja de ala ancha, y unas gafas de sol graduadas.
Y así, “monísima”, me dispongo a dar un paseo de una hora. Y empiezo a fijarme en el personal.
Me cruzo a la parejita blanca como la leche que no han visto el sol desde el verano pasado y que han ido a algún hotel de la zona a pasar el fin de semana.
A varias embarazadas con bikini, porque ahora ya no se llevan los bañadores con faldita que nos poníamos hace unos años, tan incómodos y que no se secaban nunca. Ahora lucen barriguita, que es más práctico y además los baños de sol son buenísimos para la piel de la futura madre y para el bebé. La mayoría me parecen bastante mayores para ser madres, pero es lo que nos ha dejado el mundo en el que les ha tocado vivir, la maternidad tardía.
Parejas de mediana edad y piel curtida que, si no tienen apartamento en la playa, viajan mucho, y siempre juntos porque se les nota una complicidad de quien comparte cotidianeidad.
Matrimonios con niños pequeños, que se dejan cubrir de barro, hacen moldes para hacer castillos de arena y se bañan en la orilla, jugando con las olas y disfrutando otra vez de la infancia, al menos por un ratito.
Abuelos con nietos. Tienen casa en la zona, y se los llevan con ellos desde que en los colegios dan vacaciones, hasta que los padres las tengan en sus trabajos y se puedan hacer cargo de sus hijos.
Señoras gordas que, sin ningún tipo de complejo, se visten un bikini sobre el que le cae la carne fofa de la tripa.
Otras que gustan de hacer top-les aunque lo que dejan al descubierto es mejor taparlo, al menos para pasear, ya que las leyes de la gravedad no saben de edades.
Pasé junto a una sombrilla que me trasladó al pasado con un señor con gorra de marinero y una señora con bañador negro con faldita de volante, modelitos que estaban de moda cuando yo era niña.
Un grupo de señoras charlaban animadamente a la orilla, con los pies en el agua y seguían en el mismo lugar cuando regresaba de mi paseo una hora después.
Niños que se echaban bolas de barro y jóvenes que jugaban con palas de playa, más pendientes de las chicas que paseaban junto a ellos que de dar a la pelota.
Toda clase de bañadores, de sombreros, de bolsitos impermeables para no dejar abandonadas las llaves y el móvil durante el paseo, pareos, camisetas, gafas de sol, en un improvisado pase de modelos que transcurre a la orilla del mar, mientras la marea va subiendo, y la playa se va despejando porque se acerca la hora de la comida.
Así transcurrió mi paseo y cuando regresé a la sombrilla me dio por pensar que diría la gente de mí, en qué grupo me metería.
Yo los meto a todos en el mismo saco y os lo cuento.






lunes, 18 de julio de 2016

El mar

No me extraña que las personas que nacen y viven en una ciudad con mar,  les falte algo cuando tienen que alejarse de él.
A mi me produce paz, tranquilidad y  serenidad.
Esta mañana me he dado dos baños largos, disfrutando del momento.
No se quien dijo que una pareja estaba acabada si no comparte risas.
Lo que nos hemos reído Juancar  y yo, de la mano, saltando olas.
Porque es lo bueno del Mediterráneo, su temperatura, esa calidez que te invita a retrasar el momento de salir.
En el Cantábrico, parece que te está pidiendo que te salgas, con ese  agua fría,  esa bravura.y
El atardecer es especial. La paleta de colores que perciben nuestros ojos es inigualable, intentamos fotografiarlo pero es difícil captar tanta belleza.
Con la llegada de la noche, el reflejo de la luna lo  cubre de plata y pasear es una delicia.
Dejo para el último lugar ver un amanecer sobre el mar. Es un espectáculo que todo el mundo debería contemplar una vez y dar gracias a la vida. Que espectáculo!!!
Y no puedo evitar recordar a mi abuela, cuando discutía con su consuegra sobre cuantos millones de litros tendría el mar.
En fin, que mientras paseaba por la orilla de la playa, mi cabeza escribía está historia y convertía el mar en protagonista de esta entrada.




lunes, 11 de julio de 2016

“Los últimos días de Saint Pierre” Mi opinión

“Los últimos días de Saint Pierre” de Carolina P. Alcaide

Este libro llegó a mí aconsejada por Mayte Esteban que sabe que tengo unos gustos en lectura muy parecidos a los suyos.
Fue  ganador en el IV premio internacional HQÑ del que la propia Mayte había sido jurado.
Después de haber leído varios libros románticos, género que antes no solía comprar, y haber disfrutado con ellos, me decidí por éste sin saber nada de él.

Sinopsis:
"En la hermosa isla de la Martinica, una colonia francesa en el Caribe, la sociedad de antiguos amos y esclavos está condenada a desaparecer del mismo modo que los grandes veleros van siendo sustituidos por el vapor. Todo cambia, pero la ciudad de Saint Pierre sigue viviendo en el pasado, de espaldas a los nuevos tiempos y al enorme volcán que proyecta su sombra amenazadora sobre la isla.
Julie, una joven que apenas conoce la vida fuera de su casa y su familia, llega a un mundo que a la vez la deslumbra y la inquieta. Pronto se verá obligada a enfrentarse a los peligros de la naturaleza y también a los que desencadenan su belleza y su inocencia.
El azar, o quizá el destino, la llevará a conocer a Marcel, un hombre de mar noble y lleno de ilusiones. Poco a poco irán descubriendo en su interior sentimientos que solo conocían por los libros, un amor difícil entre dos personas que pertenecen a mundos distintos que se pondrá a prueba cuando se desate la furia del volcán.
La historia de Julie y Marcel está ambientada en los momentos previos a la catástrofe de Saint Pierre en el año 1902. Es un canto al primer amor, en apariencia débil como una llama que se apaga con un soplo pero que una vez enraizado en el corazón es capaz de resistir a la mayor tragedia.
Los últimos días de Saint Pierre es la vez es un libro de viajes, de Historia, de aventuras y, sobre todo, de amor"

Mi opinión:
Me ha gustado mucho.
La historia de amor está muy bien escrita pero lo que hace que este libro destaque sobre los demás del género es la ambientación y el suceso histórico que cuenta.
Yo desconocía totalmente este suceso y este libro ha dado pie a que indague sobre el tema por lo que, conmigo, ha tenido una labor didáctica además del puro entretenimiento.
He sufrido con los protagonistas, con los secundarios, he conseguido recrear en mi mente cómo se podía vivir en Saint Pierre en aquella época y he disfrutado con todo ello.
Además me ha dejado unas ganas enormes de conocer La Martinica y, aunque sea un viaje poco probable, me gusta imaginarlo.
No se puede pedir más.
Recomiendo su lectura, es una buena novela.
Gracias Mayte. Acertaste, como siempre.

Presentación de "Nada será igual"

El pasado sábado di por finalizada la temporada de presentaciones y encuentros literarios, que ha sido muy intensa en los últimos meses, con un broche de oro: La del último libro de Mercedes Gallego "Nada será igual"

Solo el cariño y la admiración que siento por Mercedes, me hicieron abandonar mis vacaciones en la Sierra de Madrid. La calurosísima tarde se olvidaba al entrar en el Centro Comercial Castellana 200, que era el lugar elegido, con una buenísima refrigeración.
Al fondo, delante de la Boutique Cool the Sack, de la sobrina de Mercedes, se habían colocado unas cuantas sillas y la mesa que iban a ocupar la autora, su hermano Francisco editor de CERSA y Antonia Corrales, escritora y amiga que iba a presentar la novela, recordándonos la estampa de hace unos días cuando los papeles estaban cambiados.
Antes del comienzo Alberto y Gema le entregaron un regalo en nombre de las sepias. Un detalle que teníamos preparado hace tiempo, una fofucha igualita que nuestra sepia favorita, a la que no le faltaba un detalle y que completamos con una bonita orquídea, recordando que no le gustan los ramos de flores.
Francisco Gallego, Paco para su familia, agradeció nuestra presencia y le pasó la palabra a Antonia.

Antonia comenzó recordando que el padre de Mercedes era un periodista y poeta bohemio, del que aprendió el arte de escribir y la pasión por el género policiaco.
Como en una novela policiaca no se puede contar mucho del argumento sin arriesgarse a desvelar detalles importantes en la de la trama, Antonia habló de la época histórica en la que se desarrolla, de los personajes magníficamente trazados, de sus historias de amor y, por supuesto, de Candela Luque, en la que hay muchísimo de Mercedes.
Después de leer unos párrafos del prólogo y un monólogo de Julia, la amiga íntima de Candela, Antonia le cedió la palabra a la protagonista de la tarde, tras recibir una gran ovación.

A estas alturas, ya no había sillas libres y los presentes buscaban espacios desde dónde seguir con atención todo lo que estaba sucediendo. Las peluqueras del fondo se sumaron con interés a la presentación y algún que otro curioso que pasaba por allí.

Mercedes tomó la palabra para agradecer: A su sobrina, por cederle el espacio, a su otra sobrina protagonista de la foto de la portada, a su hermano Paco  por la edición, a su hermano Tomás,  por la foto de portada y por ejercer de reportero gráfico del evento, y al resto de su familia por su apoyo incondicional. A las sepias, que formamos un grupo en el que nos cobijamos cada día, compartiendo nuestras alegrías y nuestras penas y ayudándonos con la frase “a mí las sepias”, creada por Mercedes, siempre que lo necesitamos.
En este punto, a Mercedes se le quebró la voz por la emoción, pero nosotras teníamos un nudo en la garganta y alguna lágrima contenida.

Se abrió un interesante diálogo entre las dos escritoras, comentando las diferencias entre un libro de intriga, como alguno de los escritos por Antonia Corrales, y el género policiaco, como los escritos por Mercedes, en los que ella capta la psicología del policía y la forma de actuar de los equipos.
Al hilo de esta conversación, el escritor Manuel Navarro le pidió que explicase a los presentes porqué, sin ser policía, sabe tanto sobre ese tema.
Mercedes contó que en 1974 se pidieron voluntarias entre las funcionarias del Estado para ver si era posible integrar a la mujer en la policía. Ella formó parte de ese Grupo Especial Femenino y aunque nunca llegó a funcionar, ella realizó algún trabajo que considera, a pesar de los años transcurridos, secreto profesional.
La experiencia vivida le sirvió, años después, para crear a su personaje Candela Luque.
También nos contó que duerme con sus personajes, y cuando hay tantos en la cama que ocupan demasiado sitio, los deja acostados y se levanta a escribir.
En el turno de preguntas conseguimos que nos contase que está escribiendo la quinta novela de Candela y la segunda de Ramona Cano, la policía protagonista del “Asesino del Ajedrez”.

Se abrió el turno de fotografías y dedicatorias, y se hicieron “corrillos” charlando de temas variados. Sonaban sonoras carcajadas y Mercedes tenía una cara de felicidad continua, con un pequeño gesto de timidez en los ojos, porque no es muy dada a ser la protagonista en este tipo de actos.

En el interior de la boutique nos esperaban unos exquisitos sándwiches, refrescos y dulces.

Fueron pasando los minutos y comenzaron las despedidas.
El verano pondrá distancia entre muchos de nosotros, pero volveremos en septiembre, recordando esa tarde mágica en la que Mercedes nos emocionó con su cariño.
"A mí las sepias"

Y si se nos olvida la fecha, siempre podremos buscar en la Hemeroteca el día en el que Obama vino a Madrid de visita oficial y recordaremos que nosotros estábamos acompañando a nuestra amiga, en una tarde especial.









lunes, 4 de julio de 2016

Presentación de "Mujeres de agua"



“Mujeres de agua” de Antonia J. Corrales.

Siguiendo con mis crónicas de las presentaciones a las que acudo, no podía dejar de contar esta, muy esperada por la amistad que me une a la autora.
La cita era en la Casa del Libro de Gran Vía, lugar talismán para Antonia, en el que se siente querida y muy especial para mí ya que aquí la conocí y también a Gema, que me abrió el mundo de Las Sepias, cuando todavía no existían.
La tarde en Madrid estaba siendo, más que calurosa, sofocante y la huelga de metro no ayudaba a que el público se animase a acercarse a esta emblemática librería.
Pero el poder de convocatoria de Antonia es muy grande y consiguió llenar el espacio y que se quedase mucha gente de pie, al fondo.
Besos, saludos, abanicos y mucho cariño, así comenzó la presentación, que corría a cargo de Mercedes Gallego.
Mercedes, de la que no me cansaré de decir que tiene una oratoria casi mejor que su prosa, nos leyó algunos pasajes del libro que llevaba señalados, señales que no encontró en dos ocasiones pero daba igual, porque se los sabía de memoria.
En la novela “Mujeres de agua” es imposible no sentirse identificada con algún momento, con alguna frase, y así le ocurre también a Mercedes que fue desgranando, sin “destripar” el argumento, diferentes momentos y vivencias.
Habló de la trayectoria de su amiga, llena de dificultades y de giros que no siempre han gustado a los editores  y por los que ha tenido que luchar contra corriente, en muchas ocasiones.
Le cedió el turno de palabra a Antonia, no sin antes haber recibido una merecidísima ovación.
Antonia nos contó lo que están significando para ella estas dos novelas, porque ya están unidas en el mundo de las letras y de los lectores. Ya no podemos separar a Jimena de Mena, todo bajo un paraguas rojo.
Este libro ha visto la luz después de un año muy complicado en lo personal. Parece mentira que una mente pueda aparcar por unas horas los sentimientos propios y sentarse a escribir una novela intimista, llena de sentimientos de unos personajes que tú misma has creado.
Porque además los que conocemos a Antonia lo sabemos y ella lo volvió a comentar, no tiene ningún tipo de hábito para escribir, lo hace cuando puede, cuando se siente inspirada, eso sí, siempre acompañada de música.
Como la música que nos quiso regalar en directo Antonio Horcajo, interpretando “That Woman” que inspiró a la autora cuando estaba escribiendo “En un rincón del alma”.
Siempre he dicho que me considero una inculta musical y, como tal, a mí no me llegó al alma la canción porque no entendí la letra, no sé inglés, y para que me llegue tengo que saber lo que dice, es cuestión de gustos.
Se abrió un turno de preguntas en el que uno de los presentes quiso entrar en un debate sexista, sobre el reparto de tareas y su forma de ver el mundo, que nada tenía que ver con lo que estábamos allí exponiendo, por lo que Mercedes se vio en la necesidad de invitarle a que hablase de la novela o se callase. También en las presentaciones hay patosos.
Conseguimos que nos contase que está escribiendo una tercera parte, en el que se repiten algunos personajes y entran otros nuevos, pero no pudimos sonsacarla nada más que su famosa frase ¡os va a encantar!
Esto lo está simultaneando con otra novela, de la que no nos adelantó nada de nada.
Con una emotiva ovación comenzaron las firmas y las fotos que se alargaron hasta la hora de cierre de la librería.
Loreto y Fernando ejercieron de fotógrafos a los que, en esta ocasión, se sumó una de las hijas de Antonia.
Muchas teníamos ya sus libros dedicados, de la Feria del libro, pero siempre hay, como en mi caso, una amiga que te lo encarga o una hermana a la que se lo quieres regalar con una dedicatoria especial.
Para que nos diésemos por enterados de que la presentación había llegado a su fin, nos apagaron el aire acondicionado con lo que el rinconcito con vistas a la Gran Vía, se convirtió en un horno.
Ya en la calle, nos despedimos de ella, que se iba con su familia a celebrar su merecido triunfo, 1400 días en los dos primeros puestos de ventas en Amazon con su libro “En un rincón del alma” y un prometedor futuro par “Mujeres de agua”. A sus hijas no se les borraba la sonrisa al ver la felicidad de su madre.
Pero la noche invitaba a tomarse algo fresquito en una terraza y “Las sepias”, que habíamos acudido casi en pleno, nos reunimos nuevamente para charlar, compartir una cena ligera, o no tanto, ya que hubo algún bocata de calamares, y reírnos mucho.
Mercedes había propuesto compartir una queimada en la Noche de San Juan, pero nos conformamos con brindar con cerveza y coca cola por el verano, las vacaciones y la próxima presentación, pero eso ya es otro tema.