jueves, 30 de diciembre de 2021

Mis lecturas 2021


En este año que acaba, haciendo recuento, he leído 53 libros de géneros variados. Tengo que añadir dos manuscritos que espero vean la luz el próximo año, uno histórico y otro de ciencia ficción, ambos muy buenos.

He intentado hacer un resumen de cada uno, pero creo que os cansaríais y además muchos de ellos, ya tienen su propia reseña en este blog o en el de la revista Pasar Página


Por ese motivo, voy hacer un balance con los que, a mi juicio, han sido mis mejores lecturas.



Los históricos o ficciones históricas, han ocupado muchas de mis horas. Mis preferidos: El guardián de la marea de Mayte Uceda, La librería de Saint Malo de Mario Escobar, La niña de Libisosa de Elena Fuentes, La ciudad del alma dormida de Félix G. Modroño y La memoria eres tú, de Albert Bertrán.

La bestiade Carmen Mola, thriller histórico, me ha gustado mucho.

Dentro de la novela negra, Especie de Susana Martín Gijón, La hora de las gaviotas de Ibon Martín y No oigo a los niños jugar, de Mónica Rouanet, magníficas.


Mis queridas románticas, a las que acudo siempre como valor seguro, tampoco me han decepcionado. Este año he descubierto a Beth O´Leary, su novela En tus zapatos, me ha cautivado, Con suerte… en Navidad, de Mayte Esteban, me ha encantado y El juego de la araña de Kate Danon, una romántica diferente, muy bien tratada.

Removiendo el pasado, Las largas sombras de Elia Barceló y Los ingratos de Pedro Simón, dos novelones.

Dejo para el final una joyita en forma de relatos Escritos en la guerra, de varios autores, a la que llegué a través de Carmela Trujillo y en la que tuve la agradable sorpresa de encontrarme con Elvira Menéndez.


La mayoría de las novelas que han llegado a mí, han sido muy satisfactorias, las que he nombrado son de sobresaliente, pero muchas de la lista tienen notable alto.

Aquí os dejo el listado de los leídos, por supuesto, ninguno tiene una nota inferior a 5, esos no los menciono y los abandono en la página 50.

Y la matrícula de honor, después de mucho pensar, es para El guardián de la marea de Mayte Uceda.


Alguien te sigue

Mario Escobar

Alicia y el teorema de los monos infinitos

Mayte Uceda

Cántaras vacías

Reyes Galaz

Capitán Riley

Fernando Gamboa

Con suerte… en Navidad

Mayte Esteban

El buen padre

Santiago Díaz

El camino imposible

Manuel Álvarez-Xagó

El color del silencio

Elia Barceló

El efecto Tyndall

Javier Rodríguez Álvarez

El espejo de las almas

Mario Escobar

El guardián de la marea

Mayte Uceda

El juego de la araña

Kate Danon

El medallón de fuego

Carla Montero

El último regalo de Paulina Hoffmann

Carmen Romero Dorr

El vendedor de naranjas

Blanca Miosi

En tus zapatos

Beth O´Leary

Entre líneas

Luis A. Santamaría

Escritos en la guerra

Varios autores

Especie

Susana Martín Gijón

Gypsy

Claudia Velasco

Hasta que llegaste a mi vida

Beatriz Manrique

Independencia

Javier Cercas

La bestia

Carmen Mola

La ciudad del alma dormida

Félix G Modroño

La dama de la tormenta

Ana R. Vivo

La hija de las mareas

Pilar Sánchez Vicente

La hora de las gaviotas

Ivon Martínez

La isla de los habitantes sin nombre

Jose Luis Molinero

La librería de Saint Malo

Mario Escobar

La memoria eres tú

Albert Bertran Bas

La niña de Libisosa

Elena Fuentes

La red de Alice

Kate Quinn

La última paloma

Men Marías

Lady Aurora

Claudia Velasco

Las largas sombras

Elia Barceló

Los ingratos

Pedro Simón

Luci fer vive arriba

Carmela Trujillo

Luna de Oriente

Nieves Hidalgo

Maldito síndrome de Estocolmo

No oigo a los niños jugar

Carmen Sereno

Mónica Rouanet

Nicole en el espejo

Kate Danon

Piso para dos

Beth O´Leary

Quinto culpable

Mercedes Pinto Maldonado

Rey blanco

Juan Gómez Jurado

Siete razones para odiarte

J. de la Rosa

Sira

María Dueñas

Sueño de una noche de verano

Mónica Gutiérrez Artero

Terra Alta

Javier Cercas

Últimos días en Berlín

Paloma Sánchez Garnica

Un destino propio

María Montesinos

Un sombrero en el corazón

Un verdor terrible

Beatriz Manrique

Benjamin Labatut

Una taza de té

Manuel Navarro

 

miércoles, 29 de diciembre de 2021

A mis padres por Navidad (2021)

 

Queridos mamá y papá:

Un año más os escribo en Navidad. Este año he esperado al día de tu cumpleaños, papá, para contaros que nos habíamos podido reunir sin ningún problema en Nochebuena, tras el fiasco del 2020. Pero las cosas no están tan bien como esperábamos.

Los test de antígenos han sido los verdaderos protagonistas de casi todas las cenas y encontrarlos en las farmacias, una tarea imposible. Ya sé que no tenéis ni idea de lo que os estoy contando, pero es que ahora hay muchas palabras que no os sonarán de nada. Hablar de curvas de infección, incidencia acumulada, test, PCR, carga viral, test de anticuerpos, Moderna, Pfizer, Jansen o AstraZeneca, son palabras que están en cualquier conversación.

Ya os expliqué la que nos estaba cayendo con el dichoso coronavirus, ahora, por fin, estamos vacunados, , aunque nos están pinchando un refuerzo a las dosis iniciales. Pero el virus, que es listo, como casi todos los virus, ha ido mutando y ahora se contagia muchísimo más. Gracias a las vacunas, las infecciones son más leves e, incluso, asintomáticas, pero ahí siguen sin dejarnos hacer una vida normal. Ahora ya están vacunando a los niños. A las nuestras todavía no les ha tocado, por edad, pero lo harán en los próximos días.

Así las cosas, otras Navidades diferentes, añorando las de antes, sin hacer nada que implique estar mucho tiempo en el interior de ningún sitio, es nuestra decisión, no está prohibido, pero nos intentamos cuidar.

Hay días que os hecho muchísimo de menos, y hoy es uno de ellos, esa fiesta dentro de la Navidad que era solo nuestra, los pimientos rellenos, los petit suisse de postre, los regalos, tus lágrimas de emoción, papá… ¡Lo recuerdo con tanto cariño!

A pesar de todo, sigo inculcando en las niñas el espíritu de la Navidad, ampliando con figuritas nuevas el nacimiento que con tanto cariño colocan y con el que juegan muchísimo, siempre que vienen a casa. Cuando estoy de bajón, me acuerdo de ti papá, de todo lo que hacías en estas fechas, y me cargas las pilas.

Espero escribiros muy pronto con buenísimas noticias, aunque eso será ya el próximo año, al que solo le pido salud, porque todo lo demás que me vaya deparando la vida, lo iré capeando o disfrutando, día a día.

Seguís estando conmigo, os mando muchos besos a vuestra estrella.



miércoles, 22 de diciembre de 2021

«Con suerte... en Navidad», mi opinión.

 


Sinopsis:

Andrea Hervás trabaja en una galería de arte de Madrid. Está preparando la exposición estrella de las Navidades cuando recibe una llamada de su jefe: debe dejarlo todo y marcharse a Grimiel, un pequeño pueblo castellano, donde una vecina quiere vender un cuadro y es necesario que alguien lo valore. Andrea se lo piensa: es 22 de diciembre, tiene planes y se aproxima una gran nevada, pero calcula que, si se da prisa, podrá ir y volver en un día. Con lo que no cuenta es con que todo se confabulará contra ella y acabará atrapada en ese pequeño pueblo.

Un cuadro de Murillo, un coche viejo, una anciana gruñona, los ojos azules del chico de los tractores y la lotería de Navidad se mezclarán con una tormenta y demostrarán a Andrea que la verdadera suerte no está solo en que te toque la lotería.

Mi opinión.

Hoy es un buen día para contaros mi opinión sobre esta novela, el día de la lotería, el pistoletazo de salida para la Navidad, porque justo un día como hoy empieza la historia que nos ha contado Mayte Esteban y a mí me gustaría estar en ese pueblo inventado por ella, Grimiel, que tanto me recuerda a Turégano, aunque este tenga castillo y Grimiel, no.

Una historia aparentemente sencilla en la que se nos perfilan multitud de personajes, en una pequeña novela coral, con dos protagonistas indiscutibles, Fernando y Andrea, y muchísimos secundarios. Nadie sobra, todos aportan su granito de arena en la trama, a todos los llegamos a conocer cuando cerramos el libro, sabemos cómo piensan, por qué son como son y qué los ha llevado a vivir como viven.

Una historia feelgood, que cumple con los parámetros de este género, empatizar con los personajes y que te hagan sentirte bien. Una historia de amor con mucha chispa, a la que ayudan las inclemencias del tiempo, las casualidades y todo un pueblo que quiere ver a su alcalde feliz, porque se lo merece.

De fondo, dos historias curiosas: les toca la lotería de Navidad a casi todo el pueblo, y la casa de Angustias guarda un cuadro que podría ser de Murillo, aunque a ella le haya parecido feo toda su vida.

La vida en torno a un pequeño hotel rural, que ya conocíamos si habíamos leído La chica de las fotos, su lucha por la supervivencia y cómo se preparan para la cena de Nochebuena, los adornos, el menú, los regalos, los pasillos que también guardan secretos…

Pero la autora no ha querido quedarse en la superficialidad de una historia bonita y, entre líneas, nos ha mostrado la dureza de la España rural, esos pueblos pequeños, casi olvidados, que se han ido quedando sin escuela, sin médico, sin banco, que dependen de coche para ir al pueblo de al lado para utilizar todos estos servicios de primera necesidad y que se ven abocados a la solidaridad de los vecinos, ayudándose unos a otros en el día a día, como único modo de supervivencia.

También ha querido entrar «de puntillas» en el egoísmo con nuestros mayores, la soledad de la vejez y el duelo. Nos ha mostrado brevemente la dificultad que conlleva la restauración de un cuadro, lo fácil que es que pase desapercibido para ojos inexpertos con la patina de suciedad y mala conservación que le confieren el paso de los años y lo «buitres» que pueden llegar a ser los especialistas para hacerse con obras que están en manos privadas.

Todo esto encierra esta tierna novela que, en contra de lo que se está comentando en redes, no es una novela para leer en Navidad, se puede leer en cualquier momento, porque siempre será una lectura muy, muy agradable, con buenos diálogos, algo de humor y una historia de amor del siglo XXI, con videollamadas incluidas.

Os invito a leerla, no os va a defraudar.

Si queréis conocer a Mayte Esteban y toda su obra, no dudéis en pasaros por su blog El espejo de la entrada

domingo, 12 de diciembre de 2021

Mis adornos de Navidad

Ya he vestido la casa de Navidad con muchos detalles que, para mí, son tradiciones y recuerdos.

Este año el árbol tiene una bola especial, la que mi sobrina Ari nos decoró las navidades pasadas y que no nos pudo dar por culpa de las restricciones, primero, y nuestro contagio del virus, después.

Lo han decorado dos de mis nietas, a las que intentamos inculcarles el espíritu de la Navidad.

Al lado del árbol, está el poblado de Papá Noel. Cuando murió mi padre, ya hace muchos años, tenía figuritas de madera, muy pequeñas, que utilicé para decorar un árbol pequeñito en casa de mi madre. Pero cuando ella también se fue, monté este pueblito, con su estación, su tren y un gran árbol, todo de madera. También pongo un árbol de cristal de murano que compré en Venecia y que el resto del año vive en la vitrina junto a las copas de cava.

En el pasillo, montamos el nacimiento que ha pasado por muchas etapas. Cuando mis hijos eran pequeños, poníamos uno con figuras de barro, a dos alturas, en una maqueta que hizo mi padre y que guardábamos en su buhardilla. La maqueta se fue deteriorando y acabó en la basura y las figuras, simplemente, desaparecieron. Nadie sabe dónde están.


Entonces le llegó el momento a uno que hizo mi hijo en sexto de primaria, de escayola y tratado con barniz dorado y betún de judea, grande, solo el misterio. Compré un ángel y una estrella de alambre, y quedaba un conjunto muy bonito.

Cuando deshicimos la casa de mis padres, me quedé con el nacimiento murciano de mi padre, precioso. Yo no podía poner todas las figuras, pero sustituí el de escayola por una pequeña joya que, además, me traía unos maravillosos recuerdos.

Con el nacimiento de Victoria, mi primera nieta y, meses después, de Manuela, me replanteé nuevamente el belén. Coincidiendo con su segunda Navidad decidí sustituirlo por uno de plástico, con el que pudiese jugar, como ya hicieron mis hijos. Este se queda por ahora, porque luego vino Almudena y después llegará… bueno eso ya os lo contaré.


Es muy gracioso verlas jugar con él, acuestan a las ovejas, ponen a dormir a los patos y he tenido que hacerle una mantita al niño Jesús porque pasa frío.

Mis adornos se completan con un centro de mesa, un Papá Noel de peluche que me compré en la tienda de Navidad que hay en la Quinta Avenida de Nueva York y que fue lo único que nos pudimos permitir, porque los precios eran increíblemente caros y una estrella dorada de piel, que me regaló Mayte, mi amiga peletera, que siempre preside mi salón, porque personaliza la estrella a la que se fueron mis padres, hace ya muchas navidades.