miércoles, 29 de noviembre de 2017

Córdoba: Un paseo por la ribera del río.


Una de las cosas que más he disfrutado de mi reciente visita a Córdoba, han sido los paseos por la ribera del Guadalquivir.
Desde el Puente Romano hasta el de San Rafael, es un paseo relajado, sin gente, disfrutando de una zona protegida, los Sotos de la Albolafia, con innumerables plantas de diferentes colores en esta época de otoño. Leo que se pueden avistar hasta ciento diez especies de aves diferentes, entre las que se encuentra el águila pescadora.
Ambos lados los he paseado de día y de noche. La noche, envuelve la zona con una iluminación suave, que invita a las confidencias, aunque también nos cruzamos con mucha gente caminando deprisa o corriendo con ropa deportiva.

Durante la mañana, la marabunta de turistas en la avenida del Alcázar, dificulta el camino, ya que aquí paran muchos autocares, por lo que es más agradable caminar por la avenida de fray Albino, además de tener unas vistas espectaculares del Puente romano, La torre de la Calahorra, la Mezquita y el Alcázar de los reyes cristianos. Por supuesto hay que repetirlo de noche.
Los reflejos en el río cambian según van pasando las horas, las fotografías son muy diferentes, el color del agua e incluso el color de la piedra romana.
Si caminamos hacia el puente de Miraflores, además de poder fotografiar desde el otro lado, conoceremos la zona de restauración más moderna, los lugares donde se ha intentado fusionar la cocina andalusí, con la moderna cocina de diseño y, en sus terrazas, agradables zonas para tomar una copa.

Y llega la puesta de sol, esa hora mágica que dura unos minutos, en la que se nos va escondiendo la luz dejando unos reflejos increíbles en el agua del río y en el cielo cordobés.

Este pequeño paseo es uno de los rincones más bellos que me he encontrado.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Paseando por Ávila


Hace tiempo que tenía pendiente volver a Ávila, pasear haciendo turismo, despacio. El pasado trece de Octubre fue la fecha elegida.
No me había dado cuenta de que el domingo 15 se celebra el día de Santa Teresa, patrona de la ciudad, por lo que todo Ávila estaba vestido de fiesta.
Al dejar el coche en el aparcamiento de la plaza de Santa Teresa, por ahí inicio la ruta. Esta plaza, también llamada del Mercado Grande, alberga las grandes celebraciones. Sus soportales recuerdan los de otras plazas de otras ciudades. Al fondo la iglesia de San Pedro.
En la casa de la Carnicería, en la propia muralla, decido sacar la entrada para hacer el paseo por su superficie, que está dividido en dos tramos. El primero de ellos, el más largo, lo inicio en este momento, con audio guía (está incluida en el precio), empapándome de la historia de esta ciudad. No voy a relatar todo lo que vi, porque sería muy largo, sólo deciros que hay que hacer este recorrido porque es la única forma de tomar conciencia de lo aquí ha ocurrido, de la forma de vivir de sus gentes a lo largo de los siglos, de sus diferentes barrios de los que se tiene, desde las alturas, una magnífica perspectiva, de sus iglesias y sus palacios y, por supuesto, de la Catedral.
El paseo me maravilla y me detengo más de lo que tenía previsto por lo que se me echa encima la hora de comer. Salgo junto al precioso Parador ubicado en el palacio de Piedras Albas del siglo XVI. Uno de los muchos palacios adosados a las murallas.
Aunque parece que me he alejado mucho, enseguida me doy cuenta de que en Ávila todo está cerca. Camino poco hasta llegar a un rincón frente a la capilla de Mosen Rubí, que me agrada para comer antes de adentrarme en todo el centro. Comida típica y bien cocinada. Una pena las patatas revolconas que tengo que devolver por estar demasiado picantes, incomibles.
Continúo mi paseo, contemplando de cerca algunos de los monumentos que he visto desde arriba, como la Basílica de San Vicente.
Mi siguiente visita es la Catedral. Para acceder al interior también hay que pagar, pero creo que merece la pena. Se considera la primera catedral gótica de España. La piedra arenisca ferruginosa, conocida como «piedra sangrante» es una de las cosas que más me llama la atención. En general me parece magnífica y poco mencionada entre las grandes catedrales españolas. Aunque yo no lo hago, se puede subir a la torre para contemplar las vistas. Todo su entorno tiene mucho encanto.
En la ruta que me he fijado llego a la iglesia convento de Santa Teresa, para lo que atravieso bonitas calles y plazas, sin dejar de contemplar la muralla. La más importante, la plaza del Mercado Chico o plaza Mayor.
El mirador al que se accede a través de la Puerta de Santa Teresa, me ofrece una magnífica panorámica del valle de Amblés. Entro otra vez en el recinto amurallado por la Puerta del Rastro.
Me queda visitar el segundo tramo de la muralla y quiero intentar fotografiar la puesta de sol, aunque todavía anochece demasiado tarde.
Este segundo tramo, el más corto, me permite contemplar la Plaza de Santa Teresa en todo su esplendor, el horroroso edificio diseñado por Moneo, y la cabecera de la catedral. También hay una bella panorámica de la plaza de Adolfo Suarez, con una fuente en la que se reflejan los rayos de sol.
Es viernes y esta zona se está llenando de gente, es hora de abandonar la ciudad, no sin antes comprar unos dulces típicos que me recomiendan, que no sean las yemas de Santa Teresa, que no me gustan.

Volveré porque es uno de esos rincones con encanto que no me canso de visitar.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Manuela cumple dos años

Querida Manuela:
Hace muy poquitos días que has cumplido dos años y esta vez sí que has tenido noción de que algo diferente ocurría.
Has cambiado mucho, y no me refiero a físicamente. Te has convertido en una niña más sociable, que disfruta en la escuela infantil, jugando con sus compañeros y que corres al encuentro de la gente querida para darles besos y abrazos.
Hablas poco pero tienes una expresividad en la cara que te hace ser comprendida con pocas palabras. Te ríes por todo, aunque también tienes un carácter fuerte y quieres imponer tu voluntad, o al menos lo intentas.
Te gusta muchísimo hablar por teléfono, en tu idioma, del que no tenemos traductor, y escuchar una y otra vez los mensajes de voz que te enviamos.
Te encanta mirar como papá hace construcciones, con la meticulosidad que le caracteriza, para luego destruirlas con una patada y una enorme carcajada.
Te gusta cantar, bailar y disfrazarte. El día de tu fiesta te vistieron de princesa con una capa con estrellas y en la escuela infantil te coronaron y  tus compañeros te cantaron el cumpleaños feliz.
Pensábamos que eras pequeña para los álbumes de cromos, pero te encanta pasar las páginas del de Gorjus que te regalé, y buscar el cromo del perrito, al que das un beso. Tú los llamas pegatinas y te tiene que ayudar mamá, porque los pegas en cualquier sitio, pero disfrutas abriendo los sobres y rellenando huecos.
Con tu prima Almudena, la bebé, tienes verdadera pasión, aunque no te gusta que papá la tenga demasiado tiempo en sus brazos. Tu papá es tuyo.
Tu sillita de pasear muñecos te sirve para ir recogiendo todo lo que encuentras en el suelo y te gusta. Se puede encontrar en ella un muñeco, una galleta, una fruta y casi cualquier cosa que quepa. Por eso han decidido ampliar el volumen y regalarte un coche de capota, para que te quepa todo.
Has descubierto lo divertido que es hacer puzles y mirar cuentos, aunque te gusta más que te los lea mamá.
Disfrutaste con tu fiesta, con las celebraciones y con los regalos. La guinda fue la bicicleta que te regalo la tía Almu, tu primera bicicleta, a la que te subiste sin dejarnos quitar las cintas y lazos de regalo.
Así eres, una niña feliz que no recordará nada de lo que te estoy contando porque eres pequeña para tener recuerdos, pero para eso están mis cartas.

¡Un millón de besos!

Muerte sin resurrección: Mi opinión

Ya sabéis que yo leo a mi ritmo, voy cogiendo de mi lista de pendientes según me va apeteciendo en cada momento y esta vez he elegido éste, me apetecía novela negra.
Conocía a Roberto Martínez Guzmán leyendo Café y cigarrillos para un funeral, el segundo caso de la inspectora Eva Santiago, pero que para mí era el primero. Es una novela corta que me leí en una tarde, me gustó.
La que he leído ahora es el primer caso de la inspectora, una mujer agradable, una profesional que parece poner su trabajo por delante de su vida personal. Me ha gustado el personaje aunque la protagonista indiscutible del libro es la asesina.

SINOPSIS: 

Una serie de asesinatos amenazan la tranquila ciudad de Ourense, sin aparentemente relación alguna entre ellos. Pero una señal de identidad de la asesina deja claro que se trata de la misma persona, Emma, una chica sumamente inteligente con un plan elaborado y un motivo que la lleva a actuar de esa forma. Eva, inspectora de policía, es la encargada del caso. Así comienza una carrera contrarreloj para evitar más muertes.

MI OPINIÓN:

Esta novela es curiosa porque casi desde el comienzo, conocemos la identidad de la persona que comete los asesinatos, también nos damos cuenta a lo largo de la lectura de sus motivos, pero los giros que nos va dando el autor, los diálogos, las explicaciones, nos van introduciendo en la propia investigación,  sabemos más que la policía, nos enteramos de todo antes que la inspectora Santiago y sus compañeros.
La confesión del comienzo, el Domingo de Ramos, nos adentran en una Semana Santa trágica, en Ourense, en la que cada día habrá un asesinato con firma, una pelota de golf junto al cadáver. ¿Podrá la inspectora atrapar a la asesina antes de que complete la semana?
También me ha gustado mucho como el autor ha conseguido que sienta empatía hacia la asesina, la comprenda y me plantee hasta dónde habría llegado yo en sus mismas circunstancias. Una mujer inteligente, fría, calculadora, casi digna de admiración, si no fuese la mala.
Una trama muy bien tejida y un gran final, el que se merece una buena obra, con lo difíciles que son los finales.


Me ha gustado mucho. Muy recomendable.

viernes, 17 de noviembre de 2017

Los patios cordobeses en otoño


No pensaba que pudiese viajar a Córdoba en noviembre y disfrutar de la visita a los patios cordobeses.
En el barrio del Alcázar Viejo, más conocido por el barrio de San Basilio, todas las casas siguen el tipo de construcción árabe con un patio central. Es además un barrio blanco, de paredes encaladas y calles estrechas.
En el primero que visito, en la calle Martín de Roa, me recibe su propietaria Araceli, que me contó toda la historia de su casa, de su patio, el único que tiene un pedazo de la muralla del siglo XIII integrada en el muro, y que ella ha convertido en un museo con un pozo árabe, aparejos antiguos de labranza que le han regalado anticuarios o que ella ha comprado para decorar su pequeño oasis. Es tan agradable su conversación que se me pasa el tiempo sin darme cuenta.
Mi siguiente visita, el patio de Blanca, es más sombrío y no llama tanto la atención, aunque el tipo de edificación, con una parte de arquitectura cordobesa y una parte de arquitectura castellana, es muy curiosa. También converso un buen rato con Carlos, la persona que me lo enseña, contándome tradiciones cordobesas y el éxito que ha sido «Flora» en su primera edición, un Festival Internacional de Flores.

Mi última visita de esta ruta, el patio de la Costurera, el único que conserva la arquitectura original de la casa, me trasporta a otros tiempos.
Me muestra cada uno de sus rincones, su restauración tras unos años de abandono en el que se habían cubierto los materiales originales, la recuperación de un antiquísimo pozo al que se le calculan 800 años de antigüedad, y una exposición de menaje de cocina antiguo, que merece por sí sola, otra entrada en este blog.

Los tres patios están llenos de flores de invierno y de bellísimas plantas sin flor.
Un último patio, el de la Asociación de Amigos de los Patios de Córdoba, no pude disfrutarlo porque como su visita es gratuita, tenía tanto público que no se podía apreciar.

Pero quedaban más sorpresas porque en el barrio de Santa Marina, me adentro en los doce patios del
Palacio de Viana. ¡Qué maravilla!
Los paseo despacio, admirando las plantas y la arquitectura que los conforman. Me llaman la atención, sobre todos, el patio de recibo y el de los gatos. Este último es el patio de vecinos documentado, más antiguo de Córdoba.
Salgo de allí con la mirada perdida entre tanta planta y con una increíble sensación de paz.
De verdad que no me lo esperaba, y ahora sólo puedo pensar cómo serán estos patios en primavera, cubiertos de flores, y como embriagarán sus olores, tendré que volver para contároslo.


miércoles, 1 de noviembre de 2017

Ruta por el Madrid fantasmagórico y paranormal.



La noche de Halloween, ha sido
la elegida para hacer esta ruta guiada por Tania Mamolar, con los amigos del grupo de fotografía MBN.

Nuestro punto de encuentro, el Palacio de Correos, para estar frente al Palacio de Linares, actual sede de la Casa de América.
En este palacio tuvieron lugar unos acontecimientos muy conocidos, cuando se iniciaron las obras de rehabilitación. Se escuchaban voces, y dieron lugar a estudios de “especialistas” y varios programas de televisión.
Pero lo que nos interesa en esta ruta son los fantasmas, y aquí vive Raimundita, hija, ahijada o lo que sea, depende de las leyendas, de los marqueses, que habita en la casa del jardín, y que visitamos casi en absoluta obscuridad.
Se une a nuestro grupo.

Continuamos por el Paseo de Recoletos para llegar a una casa de vecinos frente al teatro María Guerrero, en el que hubo un anticuario “El baúl del monje” con extraños sucesos. Parece ser que las energías negativas del dueño del comercio, inexplicablemente, hacían mover cosas…aquí no se nos unió ningún fantasma.

En la iglesia de San José, en la calle de Alcalá, nos encontramos con el fantasma de la dama de la rosa blanca, que resucitó para vivir su último baile de carnaval, bailando toda la noche con un diplomático extranjero al que luego invitó a visitar esta iglesia en la que estaba esperando el ataúd en el que la enterrarían al día siguiente. La dama, elegantemente vestida, se viene con nosotros.

En la plaza del Rey, en los tejados de la Casa de las Siete Chimeneas, vive el fantasma de la joven Elena, muerta en extrañas circunstancias y cuyo cadáver desapareció. Siglos después, encontraron en el sótano los restos humanos de una mujer junto con unas monedas del siglo XVI. Con su túnica blanca y una antorcha en su mano, se une a nuestra ruta.

Frente al edificio de Telefónica, el que fue el primer rascacielos de Europa, Tania nos presentó a Goyito, el niño que vive entre la planta nueve y la trece. Hace una noche espléndida y también se viene con nosotros.

En la calle de la Montera, casi en la Puerta del Sol, y dado que todo Madrid ha decidido salir esta noche y no se puede caminar, nos paramos en un rinconcito para hablar de Ataulfo, el fantasma del Museo Reina Sofía, que mueve los ascensores sin que nadie los llame y que es el representante de todos los muertos que allí hubo cuando era un hospital. Según nombran al fantasma, se presenta en el grupo, vamos creciendo.

En el Palacio de Correos, el fantasma tuvo que ser “neutralizado” por un sacerdote de la cercana iglesia del Buen Suceso, hoy desaparecida. El sacerdote figura en los gastos de construcción del palacio, en nómina, ya que todos los días acudía para que el fantasma, que plasmaba el descontento de los espíritus porque el arquitecto elegido fuese un francés, dejase trabajar a los obreros y no moviese los andamios. Le hemos caído simpáticos y decide acompañarnos.

En la calle del Arenal, en la iglesia de San Ginés, el fantasma del caballero con su cabeza bajo el brazo, vaga desde hace más de seis siglos, ya que nunca se encontraron a sus verdaderos asesinos. Con cuidado para no perder la cabeza, decide pasear con nosotros hacia la Plaza Mayor.

Qué decir de esta plaza, a la que accedemos a través de la antiguamente llamada calle de la Amargura, por donde entraban los reos que iban a ser ajusticiados. Muertos por condena, por alguno de los incendios sufridos, tienen un fantasma que los representa a todos, Cirilo. Con una sonrisa burlona, se queda para acompañarnos en lo que queda de ruta.

En la calle de Sacramento, el fantasma de la doncella que llama al soldado desde el balcón, con el que vive una noche de amor. Al amanecer, el soldado sale con tanta prisa ante el inminente cambio de guardia, que olvida su espada. Cuando vuelve a por ella la casa está abandonada y su espada oxidada junto al lecho. Lo considera una señal divina y abandona su vida disoluta. Nuestro grupo crece.

Nos hemos alejado del mundanal ruido, estamos solos en el viejo y bello Madrid, en una noche espléndida de otoño. El fantasma del Marqués de Cañete, asesinado por un criado y de cuya muerte fue culpado un fraile, nos está esperando.

No podemos pasar de largo el Convento de las Carboneras, con un fantasma de la nobleza, su fundadora, Beatriz Ramírez de Mendoza, que acudía a rezar y al refectorio cada día. Tan egregia dama no duda en continuar con nosotros el paseo.

Se está haciendo tarde pero nos queda la Plaza de Oriente, a la que llegamos entre callejas con poca luz.

En esta plaza, antiguo campo de espíritus, brujas y fantasmas, nos cuenta como las figuras trepaban por las paredes y se aparecían a los obreros durante la construcción del palacio, también lo hicieron en los sueños de Isabel de Farnesio. Yo los imagino en plan simpático, con cara de diablillos.

Es la hora de despedirse, nos hemos alargado hasta casi las doce, y las brujas están empezando a sobrevolar con sus escobas. Tania nos hace un resumen de todo lo visto y escuchado, y recibe un merecidísimo aplauso. Al fondo se oyen unos ruiditos, unas risas, unas despedidas, unas sombras… ¿Me lo habré imaginado yo?

Magnífica noche y agradable compañía, no puedo decir más.