sábado, 6 de agosto de 2016

Lo que encontré bajo el sofá y El regalo: Mi opinión

Sigo a Eloy Moreno en las redes sociales desde hace mucho porque me gustan los cuentos con moraleja y las frases profundas que regala a sus lectores con bastante frecuencia.
Tenía comprados “Lo que encontrarás bajo el sofá” y “El regalo”, desde hacía bastante tiempo aprovechando esas ofertas que lanzan los escritores o Amazon y por las que se consiguen libros a poquísimo precio, incluso gratis.
He esperado a terminar de leer “El regalo”, para hacer las dos reseñas unidas, ya que una me llevó a la otra.

Lo que encontré bajo el sofá:


No voy a poner resumen, porque la sinopsis publicada no vale para que nos hagamos una idea de lo que vamos a leer.
Os diré que tiene dos protagonistas indiscutibles, el embrujo de la ciudad de Toledo y la cotidianeidad de los temas que trata.
A través de estos dos “protagonistas”, conoceremos la historia de Alicia, Marcos y Marta, y de otros muchísimos personajes de los que no sabremos el nombre en ningún momento, por innecesario.
Alicia narra en primera persona, pero también nos encontramos a un narrador que nos desgrana en frases cortas, lo que sucede alrededor, dentro de cada casa, a cada persona, sin profundizar nunca en la persona, si no en lo que le ocurre.
Los capítulos son muy cortos, dinámicos y, a través de ellos, va haciendo una crítica social profunda, porque no se limita a criticar a los políticos y a los poderosos, sino a personas como nosotros, como cualquier lector, que hacemos, propiciamos y permitimos.
Paseándonos por Toledo, sus calles, sus leyendas, su embrujo, leemos sobre bulling, celos, amor, pasión, segundas oportunidades, vejez, injusticia, corrupción y un largo etcétera.
Y luego está como cuenta la historia. Una manera tan diferente a todo lo que yo había leído hasta ahora.
Me dejó tan buen sabor que hice algo que no hago nunca, leer a continuación otro libro del mismo autor.

El regalo

Aquí me encontré con un protagonista normal, con una vida normal, al que le roban su cochazo recién estrenado y, a partir de aquí, todo deja de ser normal.
Nuevamente la forma de narrar del autor, nos va dejando pinceladas de muchas personas de las que nunca sabremos el nombre, sino por lo que hacen o por como van vestidas.
Personas normales y otras muy raras. 
Narra en primera persona y también utiliza un narrador que nos va contando historias cotidianas que cualquiera de nosotros conocemos.
El protagonista indiscutible de esta historia es un lugar: La Isla. Un sitio extraño, en el que sus habitantes son aún más extraños y que se llama así por estar “aislada” del mundo, no por  ser una isla geográficamente hablando.
Aquí me he llegado a poner nerviosa porque, desde fuera, el protagonista me parecía un poco tonto, pero probablemente yo habría reaccionado igual que él.
Y, cuando ya estaba convencida de haber imaginado el final, muchas páginas antes de acabar el libro, el autor me ha descolocado, me ha sorprendido, no me lo esperaba.

Mi opinión:

Los dos libros me han gustado muchísimo.
No soy lectora que subraye frases pero, si lo hiciese, en estas dos novelas habría gastado el lapicero.
He ido a Toledo en varias ocasiones pero estoy segura que la recorreré de otra forma muy diferente cuando la vuelva a visitar, con el libro de Eloy como guía.
Es imposible no verse reflejado en algún momento de la narración y reflexionar sobre ello, en cualquiera de los dos libros.
Pero, a pesar de que parezca con lo que he contado, que son unas novelas profundas y filosóficas, son un auténtico placer para el lector y se quedarán en nuestro recuerdo para siempre.
A mí me ha gustado más “lo que encontré bajo el sofá”, pero las dos tienen una puntuación de sobresaliente.
Muy recomendables.

lunes, 1 de agosto de 2016

Querida Ari

Hace tres años que tu madre dedicó unas preciosas palabras a mi hija, en el día de su boda, que nos hicieron llorar a todos.
Escribir aquí tiene la ventaja de que, si lloramos, no nos ven doscientas personas.

Llegaste a nuestras vidas hace veinticinco años, un caluroso verano en el que todavía no existían los móviles por lo que yo estaba pendiente de recibir la esperada llamada en el inalámbrico de una vecina que tenía cobertura en la piscina.
Hacía pocos meses que habíamos perdido a la bis, y fuiste un soplo de aire fresco en la familia.

Por el trabajo que entonces tenían tus padres, y como yo estaba en casa, decidimos hacernos cargo de ti durante el día, cuando tenías  tan sólo tres meses, por lo que formaste parte de nuestra vida día a día, como un miembro más de la familia.
Tus primos, mis hijos, de diez y siete años, te cuidaron y quisieron como a una hermana pequeña.
Con nosotros empezaste a hablar, a caminar, y a abrir todas las puertas que encontrabas a tu paso y que no tuve más remedio que atar con cuerdas porque no hubo manera de hacerte entrar en razón.

Cuando llegó el momento de comenzar el colegio, te inscribieron en el que estaba al lado de mi casa. Yo te recogía y comías con nosotros. Tu comida preferida: arroz blanco con tomate y salchichas de frankfourt, que le decías a tus compañeros que nadie hacía esa comida más rica que tu tía.
El cambio de domicilio de tus padres acabó con esa relación tan especial pero propició que viviésemos muy cerca, con lo que nos seguíamos viendo muy a menudo.

Hemos seguido compartiendo momentos maravillosos y otros muy tristes y ahora has convertido a mis nietas en tus sobrinas, esas que no tendrás porque eres hija única, aunque nunca te ha faltado esa hermana mayor con la que te une una relación muy especial, de la que fuiste dama de honor en su boda, acompañante durante su embarazo y de las primeras personas que le dieron un beso después de ser madre y de ver la carita de Victoria.
Victoria, que aprendió a decir Ari antes que muchas otras palabras y que se ríe contigo nada más verte.

Te escribo esta carta desde Olmosierra, ese lugar en el que tan bien te lo has pasado, verano tras verano. Aquí celebraste tu primer cumpleaños, porque tus padres estaban de viaje.
Te vestí guapísima, y bajamos a la terraza del club. Invitamos a todos los niños pequeños que estaban por allí a un pedacito de tarta helada y soplaste tu vela. Todas las personas que había en ese momento, jugando a las cartas o bebiendo algo fresco, te cantaron el cumpleaños feliz más multitudinario que hayas tenido hasta ahora.

En fin, que son tantos recuerdos que podría llenar un montón de folios.
Así que acabo diciéndote lo mucho que te quiero y deseándote un cumpleaños feliz.