viernes, 26 de julio de 2019

Martina de Carmela Trujillo: Mi opinión



Conocí a Carmela Trujillo cuando ganó el VII premio HQÑ de Novela Romántica, ya que  hice un artículo para la Revista Pasar Página en el que incluí varias preguntas a la autora. Me pareció cercana y agradable.
Trascurridos los meses, nuestra sintonía ha ido creciendo, hemos compartido conversaciones, nos hemos conocido personalmente en la Feria del Libro de Madrid, ha participado en mis Charlas de mesa camilla para hablar sobre la maternidad, me ha dedicado un precioso cuento para mis nietas, ¿Cuántas reinas caben en una casa" y he leído dos de sus libros, Desde el otro lado (reseña)  y Martina, el ganador del premio que he mencionado al comienzo.

Sinopsis:

La escritora Martina Peña Grande acepta ser maestra rural en un pequeño pueblo del Pirineo aragonés. Ella, que desde siempre ha tenido una peculiaridad nada común (ve espíritus y tiene sueños que luego se cumplen), ha tocado fondo en su vida porque su ex, siempre que le dice "ven", ella lo deja todo, como en la canción. Ha tocado fondo porque sus citas no acaban –ni empiezan– bien, porque las liquidaciones de sus libros son mínimas… Necesita una nueva vida, como los testigos protegidos de las películas.

Cuando conoce a Ricardo, con sus aires de montañero, ni se le pasa por la cabeza que se establecería un vínculo especial entre ellos ni que encontraría su hogar junto a él. Y es que comprende que lo que le pedimos a la vida no solo puede tardar veinte años en llegar, sino que puede aparecer de la mano de la persona más insospechada.

Mi opinión:

Martina tiene tres narradores: Martina y Ricardo narran en primera persona y un narrador omnisciente nos cuenta lo que va ocurriendo, tanto en el presente como en el pasado de los personajes, sobre todo en el pasado de Martina, la protagonista.
Me ha llamado la atención el gusto de la autora por «el más allá», los espíritus que vagan buscando algún tipo de perdón o, simplemente, acompañar a los vivos, como ya hiciese en Desde el otro lado.
Aunque ha ganado el premio HQÑ de novela romántica, no la catalogo como tal, sino como una novela intimista que tiene, en el fondo, una historia de amor, historia que conocemos desde la primera página.
Como la misma autora dice, el enamoramiento de los personajes no es lo que mantiene la trama.

Todos los que rodean a Martina y a Ricardo son personas muy pintorescas, bien descritas para que nos sea muy sencillo conocerlas. La madre, famosa locutora de radio en declive, merece una novela para ella sola.

Las duras experiencias vividas por Martina, el guiño de que sea escritora pero necesite trabajar como maestra para sobrevivir, su huida del mundo para encontrarse a sí misma y el portazo final, nos adentran en una lectura muy agradable, muy diferente, muy recomendable.

Reseña original publicada en el Blog de la Revista Pasar Página.



jueves, 18 de julio de 2019

Observando

Siempre he sido una persona observadora, miro a los que me rodean y me invento sus historias con lo que veo, su ropa, su forma de hablar, el libro que están leyendo...

Ayer me senté a tomar algo fresco en Campello, después de haber visitado su famoso mercadillo que es, por cierto, muy curioso: una enorme superficie en ele, abarcando dos calles en las que se puede encontrar y ropa, calzado, menaje y complementos, de diferentes calidades y precios, algunas de ellas poco apropiadas para un mercadillo, con un estilo más acordé con una boutique (y bastante caras).  En el vértice, en los bajos del polideportivo municipal, un gran mercado de  fruta, verdura, flores y especialidades alimenticias.

Pero bueno, lo que os iba a contar: una pareja mayor de setenta sentada a mi lado, extranjeros, hablan en alemán. Tienen casa aquí, ¿por qué lo sé? Llevan carrito con la compra hecha en el mercadillo y un ramo de flores para adornar el saloncito de su apartamento que tiene una terraza con vistas al mar (en ella guardan el carrito que deja entrever algo de óxido en sus tubos y polvo de vivir a la intemperie).
Al pagar, de despiden del camarero, Luis, al que llaman por su nombre y este les dedica un afectuoso saludo —hasta mañana, Klaus—
Definitivamente, no son veraneantes, hablan muy bien español.
A la salida, se entretienen conversando con la panadera, probablemente no vivan lejos y compren aquí, cada día, su pan integral o negro, porque me he fijado que tienen muchísima variedad, está claro que cuidan a sus clientes.

Pienso que Klaus y su mujer han trabajado duro para permitirse una jubilación en España, su retiro dorado.
Probablemente los visiten sus hijos y ellos pasen alguna temporada en su Alemania natal.

Y hasta aquí lo que ha dado de sí mi observación.