jueves, 29 de octubre de 2015

Haciendo cola



En estos días de otoño, la Gran Vía de Madrid está viviendo unas colas, otros dicen filas, interminables, por la apertura de la tienda Primark.
Leo en prensa y en las redes sociales la indignación de mucha gente por estas colas.
Hay dos tipos de indignados:
Los que basan su enfado en que esta firma de ropa irlandesa tenía uno de sus proveedores en el edificio siniestrado de Bangladesh.
Y los que se quejan de que haya tanta gente consumista.
Sobre lo primero me parece gravísimo lo que pasó en Bangladesh, pero llevaba mucho tiempo ocurriendo en muchos sitios y sigue ocurriendo en la actualidad. Esta semana, sin ir más lejos, hemos sabido que Inditex está siendo investigado en Brasil por utilizar niños en sus almacenes.
La esclavitud existe y dejar de comprar en Primark no va a hacerla desaparecer.
El que los gobiernos apuesten por dar más ayudas al llamado Tercer Mundo, para que sus niños y sus mujeres, sobre todo, no tengan que estar abocados a este tipo de trabajo, eso sí puede servir, pero el comprar en este u otro comercio, la verdad, no mucho.
Al trabajador que no llega a fin de mes y que comprando ropa barata tiene la posibilidad de vestir a toda la familia, no se le puede exigir que piense en qué lugar se está confeccionando esa ropa, ya que la fabricada en España no se la puede pagar.
Y pocos  de los que visten Nike o Adidas, o compran en Zara, se habrán parado a pensar en qué lugar se ha fabricado su ropa.
En cuanto a los indignados por el consumismo, había muchas personas esperando a que se abriese este comercio para hacer sus compras de otoño-invierno por un módico precio.
La ropa es barata, muy barata. Pero es falso que sea mala. No se puede generalizar.
Por ejemplo la ropa de bebé, es un 80% más barata que en El Corte Inglés y un 20% más barata que en cualquier comercio barato que tenga este tipo de artículos. ¿Mala? No sé, porque el bebé crece más deprisa que lo que pueda tardar en deteriorarse y los papás se ahorran mucho dinero.
Si podemos comprar unos vaqueros por diez euros, y la diferencia está entre estrenar pantalones o ir con los rotos, creo que la respuesta es sencilla.
Esto es consumismo, claro, pero no siempre innecesario.
Volviendo a las colas, leo también que es tristísimo que no se hayan hecho colas para cosas importantes como el paro, los recortes en sanidad, etc.
Es que para eso no se hacen colas, si no manifestaciones. Y ha habido muchas y con gran afluencia de manifestantes.

Lo que es un hecho es que España es un país que hace colas.
La semana pasada fui a la presentación de un libro a la Gran Vía, y tuve que atravesar la cola formada frente a otra librería porque el cantante Bustamante firmaba el libro que ha escrito y ayer había una cola enorme, con chicas que han pasado la noche a la intemperie y van a perder dos días de clase para ver de cerca a Justin Bieber, cantante de moda.
Y se hacen colas para pedir con devoción ante la imagen de Jesús de Medinaceli o todos los miércoles ante la Iglesia de Santa Cruz para pedir un deseo a San Judas.
Y no digamos para las finales “históricas” de futbol, los conciertos de los súper-famosos o las salidas al mercado de los teléfonos de última generación.

Vamos que lo de la Gran Vía ha llamado la atención porque es una de las calles más transitadas de Madrid y el motivo era una tienda de ropa barata, para cualquier otra cosa, habría pasado desapercibido. Que hasta para que hablen de una cola hay que tener “marca”.

domingo, 11 de octubre de 2015

Espectáculo bochornoso

Según he llegado a casa me he sentado ante el ordenador para escribir esta entrada, todavía con la indignación y la vergüenza que me ha producido el espectáculo de luz y sonido y los fuegos artificiales que, patrocinado por Loterías y Apuestas del Estado, se proyectaba en la fachada principal del Palacio Real de Madrid, con motivo de la Fiesta Nacional.
Sin entrar en la exaltación o no del patriotismo, mi indignación y vergüenza es por el espectáculo en sí.
Toda la semana anunciándolo en medios de comunicación, la Plaza de Oriente y sus alrededores a rebosar de personas que me imagino habrán llegado hasta allí desde diferentes barrios de Madrid, porque los espectáculos gratuitos y en festivo, mueven muchísima gente.
A las nueve no empieza nada, sino una iluminación fija de la fachada.
Con algo más de diez minutos de retraso ha comenzado lo que, según los organizadores, era un espectáculo que "transportaba a los asistentes a través de los hitos artísticos más significativos de nuestra historia que han hecho de España un país culturalmente incomparable".En este viaje acompaña la imagen de un director de orquesta que, con el Concierto de Aranjuez de fondo, creará una explosión de luz y sonido"

Bueno, pues el sonido era casi inexistente (yo estaba en la Plaza de Oriente, muy cerca de la fachada), la historia que contaba no la ha entendido nadie y sólo ha durado cinco minutos.
A continuación, han cubierto todo el palacio con una inmensa bandera (de luz) y han comenzado los fuegos artificiales que, como se lanzaban desde los jardines de Sabatini, eran tapados casi en su totalidad por el propio palacio.
Para verlos bien, había que irse a la plaza de Felipe II, frente a la plaza de la Armería, pero entonces, no se veía el primer “espectáculo”
Vamos, que el resultado ha sido abucheado por muchos de los presentes, que habían ido con niños y se habían estado un buen rato de pie esperando.
Esto no lo dirán mañana en ningún medio, y si lo dicen, contarán que se ha pitado a la bandera, pero es totalmente falso. Se ha pitado un espectáculo bochornoso.
Porque para hacer este tipo de cosas, o se hacen bien, o no se hacen y no pasa nada.
Porque esto sale del dinero de todos y, nos hemos carcajeado de lo visto, por no llorar.
Porque además, lo sabemos hacer bien. Yo presencié hace unos años un espectáculo de luz y sonido en la Plaza del Obradoiro, en Santiago de Compostela, para conmemorar el 700 aniversario de la Catedral, que nos hizo llorar de emoción a los presentes, y unos fuegos artificiales como no había visto nunca.
No hay que salir fuera de España para ver estas cosas, pero si quieren aprender un poco más, que manden a alguien a la Grand Place de Bruselas en Navidad, total, tenemos allí a un montón de eurodiputados que se lo podrían grabar, para que los organizadores vean lo que es un espectáculo de luz y sonido.
Porque lo de hoy, insisto, ha sido vergonzoso.