martes, 27 de febrero de 2018

Un paseo por Málaga



Aunque mi viaje a Málaga estaba pensado para ver la famosa calle Larios vestida de Navidad, me enamoré de esta ciudad, de sus paseos y de su color. Hacía muchos años que había ido y era una gran desconocida.
El hotel estaba al otro lado del río Guadalmedina, si se le puede llamar río ya que está seco y se utiliza para pasear con los perros, aunque me cuentan que, en época de lluvias, se llena el cauce.
A poquísimos metros me encontré con el Mercado de Atarazanas rodeado por una zona de tapeo, terrazas y restaurantes. Es curioso que este mercado se encuentre en el lugar en el que, en el siglo XIV ocupaba un astillero nazarí, porque el mar llegaba hasta aquí. Se conserva la antigua puerta monumental.
Paseo por la Alameda Principal hasta que se convierte en el Paseo del Parque, donde un taxi me subió al Castillo de Gibralfaro, construcción del siglo XIV muy bien conservada, con unas magníficas vistas, un café con terraza en el que hacer un agradable parada y una bajada que se convierte en un paseo caminando despacio, disfrutando de la vegetación y de la arquitectura de ese lado de la ciudad.
En la ladera del monte, La Alcazaba, palacio fortaleza construido en el siglo XI, con unos cuidados jardines que evocan tiempos muy lejanos. Al final de la bajada está el teatro romano, en plena restauración.
A cada paso que daba, esta ciudad me iba sorprendiendo: la plaza de la Merced, el Museo Picasso, la Catedral, joya renacentista, el Palacio Arzobisbal y, acercándome al mar, el Palmeral de las Sorpresas y el Muelle 1.
No puedo olvidar el motivo de este viaje, la famosa calle Larios vestida de Navidad, en un juego de luz y sonido que ha dado la vuelta al mundo. Pero no es solo esta calle, en cada plaza, en cada esquina, hay decoración navideña y gente con ganas de divertirse.
Todo es precioso, de día y de noche, su gente amable, dispuesta a contestar cualquier pregunta sobre una ciudad de la que se sienten más orgullosos que nunca y a la que estoy segura de que volveré pronto.

lunes, 26 de febrero de 2018

La cajita de rapé: Mi opinión.

La cajita de rapé de Javier Alonso García-Pozuelo

Este libro llegó a mí hace mucho tiempo, recomendado por amigas con gustos de lectura comunes a los míos, pero no había encontrado su momento. Ahora está próximo un encuentro con el autor y creía necesario haber leído su obra para poder conversar con él, fuera de las redes sociales.

Sinopsis

España, 1861. Tras un cuarto de siglo como policía, José María Benítez, al frente de la comisaría de La Latina, ve al alcance de su mano el prestigioso puesto de inspector jefe de Madrid. Sin embargo, sus ambiciones personales quedan relegadas cuando en la casa de los Ribalter, una adinerada familia de su distrito, aparece muerta una criada. El crimen, que en un principio parece explicarse por un móvil económico, se complica cuando, en el transcurso de la investigación, comienzan a aflorar secretos familiares que vienen de muy lejos, de la isla de Cuba, donde el señor Ribalter amasó su fortuna.
Mientras José María Benítez y Ortega, su nuevo ayudante, un joven abogado malagueño sin experiencia policial, tratan de esclarecer este caso, que se complica a pasos agigantados, Madrid vive expectante la inminente apertura de Cortes. La ilusión de unidad con la que se ha combatido al imperio marroquí se ha desvanecido y en la Unión Liberal, liderada por el general O’Donnell, comienzan a sonar las primeras voces disidentes a raíz de la conducta del Gobierno con los campesinos andaluces condenados por la sublevación de Loja.
Benítez tendrá que enfrentarse a sus demonios personales y poner a prueba su integridad ante la cara más miserable del poder.

Mi opinión

Es una novela negra costumbrista, en la que es tan importante la resolución del crimen, como el ambiente que rodea a todos los personajes que nos va describiendo magistralmente.
Nos narra cómo van vestidos, lo que comen, cuándo y dónde se divierten, cómo son sus viviendas, sus desplazamientos, sus secretos más íntimos.
Las grandes diferencias entre ricos y pobres, los palacetes y las infraviviendas en corralas o buhardillas insalubres. 
Las envidias, los chantajes, la complicada situación política que termina afectando a todos, el amor, los celos y la miseria.
El autor nos va contando en presente no sólo lo que le va ocurriendo al inspector Benítez, si no lo que piensa y lo que sueña, de forma que conoceremos perfectamente a este hombre cuando acabemos el libro.
Me ha parecido que tiene mucho mérito que haya distinguido la diferente forma de hablar de los personajes, dependiendo de su procedencia y de su estatus social.
Pero con lo que he disfrutado muchísimo es con el barrio en el que se desarrolla la trama, el barrio de la Latina, mi barrio, en el que nací y en el que sigo viviendo. He sentido una agradable sensación cuando iba leyendo las descripciones de las calles por las que camino cada día, pero tal y como eran hace ciento cincuenta años.
Os voy a contar una anécdota: mi calle no había salido en toda la narración, aunque sí lo habían hecho todas las de alrededor y, en las últimas páginas del libro, la nombra el cochero para preguntarle al comisario la ruta a seguir, y me ha hecho sonreír.
Es una novela agradable, bien escrita, bien ambientada, que une la historia y la intriga, dos cosas que me apasionan. Me ha gustado mucho. Muy recomendable.

miércoles, 21 de febrero de 2018

El himno: Su historia y mis reflexiones.




El himno nacional está regulado por un Real decreto de 1997 en el que describen sus compases y cuando se puede tocar, tanto en su versión larga, como en su versión corta.
La primera vez que se tiene constancia de la llamada Marcha Granadera, cuando todavía no era el himno nacional, si no una marcha militar, es en 1761. Se tocaba en todos los actos a los que asistía la familia real, ya que Carlos III lo había elevado a la categoría de Marcha de Honor en 1770 y se fue haciendo un hueco en el arraigo popular.
Un siglo después se intentó buscar un himno pero ninguno gustó como la ya famosa marcha que llevaba años interpretándose como himno nacional, sin serlo.
En 1908 se le encarga al músico militar Bartolomé Pérez Casas que haga una readaptación del himno y así se mantiene hasta finales del siglo XX.
En el periodo de la II República, entre 1931 y 1939, se adoptó el Himno de Riego.
En 1997, el Estado adquiere los derechos comprándolos a los herederos de Bartolomé Pérez Casas y encarga una nueva adaptación a Francisco Grau para que respete los acordes de la marcha del siglo XVIII, unidos a la armonización de Pérez Casas. El resultado se regula con el Real Decreto del que hablaba al comienzo.
No tiene letra, se ha intentado en varias ocasiones, incluso con concursos públicos que no han llegado a buen puerto.
No voy a ponerme legalista, estudiando si Marta Sánchez puede utilizar esos acordes para hacer una canción e interpretarla en una actuación, pero me lleva a hacer varias reflexiones.
Ha conseguido una publicidad gratuita, impensable para un concierto del que solo tenían noticias los que habían comprado entradas y que habría pasado desapercibido, como tantos otros.
El presidente del Gobierno y los líderes políticos que lo han comentado, pueden hacer lo que quieran en privado, pero en público, y Twitter es público, no me parece serio hablar de la letra de una canción, máxime cuando evitan hablar en redes sociales de cine o libros, por poner dos ejemplos, para no dar notoriedad con sus comentarios a unos en detrimento de otros, y solo se limitan a felicitar  a los autores cuando se les premia.
Y por último, si Marta Sánchez añora tanto España, solo tiene que venirse a vivir aquí, que el clima también es muy bueno, pero claro, los impuestos son más altos que en Miami.
Yo ya estoy recibiendo la documentación para la declaración de la Renta y estas cosas, de verdad, me hacen sentirme idiota.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Generalizar no es bueno


Seguro que habéis oído alguna vez hablar negativamente de una persona por haberse criado en un barrio de los denominados marginales, seguramente sin conocerla, juzgando a la ligera.
Y comento esto porque en la casa en la que vivo desde hace muchos años, han crecido y se han educado mis hijos y los hijos del resto de vecinos. Todos en el mismo edificio, del mismo barrio, con unas familias de similares características, trabajadoras, con pocos estudios universitarios y pocos idiomas.
Nuestros hijos han ido a colegio público, a colegio de monjas o a colegio de frailes, lo que había y hay en la zona, han jugado en Las Vistillas o en la plaza de Los Carros y han nadado o jugado a futbito en el desaparecido polideportivo de La Latina.
La mayoría de ellos, han estudiado carreras universitarias, hablan bien inglés e incluso algún otro idioma y no les falta trabajo.
Sobre el papel, no debería haber grandes diferencias culturales y de educación entre unos y otros y, sin embargo, las hay.
Ayer me encontré con la cara y la cruz: dos de esas vecinas de segunda generación a las que no veía desde hacía mucho tiempo. Una de ellas, educada y amable, la otra, dejaría en muy mal lugar a las verduleras si la llamase con ese apelativo.
Todo esto me ha hecho pararme a reflexionar lo injusto que es generalizar, para bien y para mal. Siempre hay excepciones a todas las reglas. Primero conozcamos y luego juzguemos, ¿no os parece?

lunes, 12 de febrero de 2018

Más que cuerpos: Mi opinión



Más que cuerpos de Susana Martín Gijón

Esta es una opinión diferente porque voy a participar con la autora, el próximo día 21, en un club de lectura organizado por la Librería Compás para a hablar de este libro, y me parecía esencial haberlo leído.

Pero por otro lado quiero escribir lo que me ha parecido sin que el conocer a Susana pueda afectar a mi opinión inicial.



Sinopsis
Hay algunos crímenes invisibles. Crímenes que apenas dejan tras de sí un titular de prensa y una investigación policial rutinaria que pronto se convierte en estadística y archivo.
Cuatro amigas con un tatuaje en común desaparecen sin dejar rastro. Una mujer es asesinada a golpes por su pareja. Una prostituta se suicida en extrañas circunstancias.
Annika Kaunda, policía especialista en temas de género, descubre una conexión entre estos tres casos condenados al olvido. Ante la indiferencia de sus superiores y las prisas por dar carpetazo al asunto decide seguir en secreto las pocas pistas disponibles. Si sus sospechas fueran ciertas, estos crímenes invisibles podrían ocultar una trama tan terrible como cercana.

Mi opinión


La novela está bien, su lectura es fácil, con capítulos cortos y mantiene intrigado al lector pero…
Me ha gustado que se desarrolle en Mérida, ciudad que conozco y que se aparta de los escenarios habituales de las novelas policíacas.
No he conseguido imaginarme a la protagonista como una policía negra. Será porque no conozco ninguna, en mi cabeza ha sido blanca.
La autora ha querido hacer una denuncia  de muchos de los problemas que afectan a la sociedad actual, la violencia machista, la explotación sexual, la trata de blancas, el sida, la memoria histórica, el acoso laboral, el mercado negro, la orfandad, la precariedad laboral, tantos que no puede entrar a fondo en ninguno de ellos, quedándose en la superficie.

Me habría gustado que hubiese desarrollado más la investigación principal, ya que me parece que hay dos subtramas que no aportan nada a la novela y que, aunque luego encaja todo para enlazar unas piezas con otras, queda un poco forzado y precipitado.


Buscando los datos del libro para esta reseña me he enterado de que es la primera de una trilogía con historias independientes y protagonista común y he pensado que puede que en esta haya querido perfilar a tantos personajes porque en las otros dos son importantes y de ahí las tramas de secundarios que no me han parecido necesarias.
Habrá que seguir leyendo…


jueves, 8 de febrero de 2018

Juntos



Se habían conocido cuando él ya no estaba en la plenitud de su juventud, aunque seguía siendo joven, y llevaba sobre la espalda una relación herida de muerte.
Se enamoraron y decidieron emprender una vida juntos, poniéndose el mundo por montera, huyendo de los estereotipos, usando el corsé social, que tanto nos aprieta a veces, solo cuando era imprescindible, disfrutando de sus respectivas familias en los momentos en los que su presencia era requerida, en lo bueno y en lo malo y viviendo la vida a su manera, ni mejor ni peor que la de los demás, simplemente, diferente.
Trabajando porque hay que vivir y qué mejor que poder hacerlo en cosas que te gustan, defendiendo los ideales que comparten y luchando por todo aquello en lo que creen, de diferente manera según se han ido haciendo mayores, pero manteniendo sus principios intactos. Los viajes al norte o al sur, las películas en versión original, vivir sin televisión, defender la vida de barrio en tu propio barrio, los proyectos solidarios…
Juntos han compartido las enfermedades de sus padres, la vejez de los seres queridos, la orfandad y también la alegría del aumento de sus familias.
Lo que más me gusta es que siguen teniendo, muchos años después, esa sonrisa al mirarse, esa alegría en sus ojos que, si no es amor, se parece mucho. Me imagino el diálogo, una tarde del caluroso verano de Madrid, oliendo a jazmín, sí, porque en su casa huele a jazmín.
— ¿Y si nos casamos?
— Me parece bien, es mejor tener las cosas arregladas. Lo miro ahora mismo, a ver qué hay que hacer…
Y así, sin más preámbulos empezó a girar la rueda de la burocracia, era un gesto necesario pero sin ningún símbolo, era un trámite. Lo importante ocurrió hace ya muchos años, sin firmas y sin papeles, el día que decidieron unir sus vidas.

Hoy hace un día gélido, de esos que se recuerdan porque al termómetro le ha costado llegar a los números positivos Y hoy…se han casado.

lunes, 5 de febrero de 2018

Vida y milagros de un ex: Mi opinión

Vida y milagros de un ex de María José Moreno.

Sin ninguna duda, te harás fan de Baldomero: un pobre hombre, con bastante mala suerte, sin trabajo, al que su mujer ha abandonado y ha vuelto a vivir a casa de su madre.
Divertida, simpática y entretenida, esta novela confirma el refrán: «Hay quien nace con estrella y quien nace estrellado».

Ayer estaba buscando qué libro comenzar a leer, cuando me encontré con éste que esperaba hace tiempo a que me decidiese a abrirlo. Lo hice porque es muy cortito e iba a ser una lectura rápida, tanto, que lo tuve que acabar, porque fui incapaz de acostarme sin enterarme de lo que le pasaba al pobre Baldomero.
Está escrito como nos tiene acostumbrados María José, es decir, muy bien, con un gran sentido del humor, contándonos la historia de un pobre hombre que cae bien desde el primer momento. Es una lectura para pasar un rato muy agradable, os puede endulzar un mal día, os lo aseguro.

sábado, 3 de febrero de 2018

LA CONSPIRACIÓN DE YUSTE: Mi opinión.


LA CONSPIRACIÓN DE YUSTE: HAY QUE MATAR A CARLOS V de Víctor Fernández Correas.

Conozco hace tiempo a Víctor  y ya sabía antes de comenzar esta lectura que escribe muy bien y que no hace nada sin documentarse primero a fondo, por respeto al lector y a sí mismo y que, por tanto, no me iba a decepcionar.
También quiero aclarar que para acercarse a este libro hay que ser amante de la historia y de este género, la novela histórica.

Sinopsis:

Año 1558. El capitán flamenco Bertrand de Brugge es el oficial al mando de la seguridad de Carlos V en su retiro de Yuste. Sin embargo, la paz imperial pronto se verá alterada. Dos luteranos de Valladolid ―porque hasta en Castilla, el corazón del Imperio, ha prendido el cisma protestante― intentarán por todos los medios acabar con la vida de Carlos V. Ésta es la trama de una novela de cuidada ambientación que recorre con intriga escenarios que van desde Extremadura a Brujas. La Inquisición, a través de un extraño personaje, persigue con saña a los herejes y De Brugge, antiguo tercio de Flandes que recuerda su glorioso pasado en victoriosas batallas, deberá sortear todo tipo de obstáculos para impedir que el magnicidio tenga lugar.

Mi opinión:

Carlos V es una figura histórica que me apasiona y he encontrado en este autor un pozo de sabiduría ya que para escribir este libro se ha documentado de tal manera que conoce a fondo al personaje y todo lo que le rodea.
Se sirve de una trama muy concreta para pasearnos por la Castilla de 1558, nos muestra sus hermosos parajes, sus costumbres, la vida en Valladolid, las intrigas palaciegas, y la forma de actuar de la Inquisición, con el beneplácito de la corona.
Por otra parte, nos enseña como es el día a día en el Monasterio Jerónimo de Yuste, lugar elegido por el Emperador Carlos V para vivir retirado hasta su muerte. Describe con maestría la vida de los frailes, del lector del emperador, del confesor, del médico, del secretario, del mayordomo, de su guardia personal y de los vecinos del cercano pueblo de Quacos.
La primera parte es una lección de historia aunque descrita de forma amena. Pero la segunda mitad se convierte en una lectura trepidante en la que apetece leer una página más para conocer algo más de la trama.
El personaje de Bertrand de Brugge me ha parecido conmovedor y su relación con el soldado Dávila, un homenaje a la verdadera amistad. De Marín Sanjuán, que me ha entusiasmado, no quiero contar nada porque merece la pena leer su historia.
Es, en resumen, un gran libro que enseña y entretiene a la vez. Muy recomendable, insisto, para los amantes de la historia.

viernes, 2 de febrero de 2018

Los atardeceres florentinos



Últimamente he descubierto lo que me gustan los atardeceres. Os parecerá algo tonto, pero desde que me he aficionado a la fotografía, disfruto mucho más observando los atardeceres y buscando esos colores que sólo se pueden ver cuando el sol está a punto de esconderse.

En Florencia hay uno famoso, el que se contempla desde la plaza de Michelangelo, uno de los puntos más altos de la ciudad y desde el que se divisa el Arno con sus puentes y unas vistas espectaculares, que abarcan todo el casco histórico.
Hay que llegar con tiempo si se quiere acceder a un buen sitio. La subida hasta aquí es costosa para hacerla caminando. Nosotros decidimos coger un taxi, nos costó nueve euros y mereció la pena. También hay dos líneas de autobuses que hacen este recorrido.
Esta gran plaza está situada a media altura de la boscosa colina del Monte Alle Croci, que se eleva frente a la ciudad en la orilla sur del río Arno.
En el centro de este famoso mirador, están las copias del David y de las cuatro estatuas de Miguel Ángel presentes en las Capillas de los Medicis. También muchos puestecillos ambulantes, con phasminas, monederos, bolsos. 
Según va cayendo el sol, el paisaje te envuelve, el río dorado, los puentes, los reflejos de los edificios, inolvidable. 
Unos actores aprovechan para hacer su espectáculo de acrobacias, al pie de la gran escalinata que tiene la plaza y que se convierte en un improvisado anfiteatro. 
Mirando hacia arriba se divisa la Iglesia de San Miniato al Monte, cuya fachada románica cubierta de mármol, con los brillos de los últimos rayos de sol, se quedará grabada como un bonito recuerdo. 
Ahora sí, la bajada la hacemos caminando por unas escaleras monumentales, Rampe del Poggi, para entrar al otro lado de la ciudad a través de la muralla, cruzando el Arno por el puente Alle Grazie. Ya es de noche. 

Otro de los atardeceres con embrujo es el que se disfruta desde los puentes. Hay que estar varios días para conseguirlo. Para ver cómo va cambiando la luz en el puente Vechio, hay que contemplarlo desde el puente de la Trinidad, o al otro lado, sin alejarse demasiado, para ver los reflejos que deja en el río. Creo que es una de las imágenes más bonitas que me llevé de esta ciudad, el reflejo del Puente Vechio en las aguas del Arno.

El último atardecer al que me voy a referir es el que se puede contemplar en El Duomo. 

Al estar toda la fachada cubierta de mármol multicolor, blanco de Carrara, verde de Prato y rojo de Siena, los reflejos hacen un colorido indescriptible, oscureciendo unas partes e intensificando el brillo en otras. Cuando el sol se esconde completamente, ya es otro edificio, blanco, totalmente diferente al que podemos ver por la mañana. Todas las noches volvíamos aquí, tarde, cuando los turistas ya se han retirado, y en la plaza hay silencio. Nos sentábamos en uno de los bancos de piedra y, durante unos minutos, simplemente disfrutábamos.