sábado, 3 de febrero de 2018

LA CONSPIRACIÓN DE YUSTE: Mi opinión.


LA CONSPIRACIÓN DE YUSTE: HAY QUE MATAR A CARLOS V de Víctor Fernández Correas.

Conozco hace tiempo a Víctor  y ya sabía antes de comenzar esta lectura que escribe muy bien y que no hace nada sin documentarse primero a fondo, por respeto al lector y a sí mismo y que, por tanto, no me iba a decepcionar.
También quiero aclarar que para acercarse a este libro hay que ser amante de la historia y de este género, la novela histórica.

Sinopsis:

Año 1558. El capitán flamenco Bertrand de Brugge es el oficial al mando de la seguridad de Carlos V en su retiro de Yuste. Sin embargo, la paz imperial pronto se verá alterada. Dos luteranos de Valladolid ―porque hasta en Castilla, el corazón del Imperio, ha prendido el cisma protestante― intentarán por todos los medios acabar con la vida de Carlos V. Ésta es la trama de una novela de cuidada ambientación que recorre con intriga escenarios que van desde Extremadura a Brujas. La Inquisición, a través de un extraño personaje, persigue con saña a los herejes y De Brugge, antiguo tercio de Flandes que recuerda su glorioso pasado en victoriosas batallas, deberá sortear todo tipo de obstáculos para impedir que el magnicidio tenga lugar.

Mi opinión:

Carlos V es una figura histórica que me apasiona y he encontrado en este autor un pozo de sabiduría ya que para escribir este libro se ha documentado de tal manera que conoce a fondo al personaje y todo lo que le rodea.
Se sirve de una trama muy concreta para pasearnos por la Castilla de 1558, nos muestra sus hermosos parajes, sus costumbres, la vida en Valladolid, las intrigas palaciegas, y la forma de actuar de la Inquisición, con el beneplácito de la corona.
Por otra parte, nos enseña como es el día a día en el Monasterio Jerónimo de Yuste, lugar elegido por el Emperador Carlos V para vivir retirado hasta su muerte. Describe con maestría la vida de los frailes, del lector del emperador, del confesor, del médico, del secretario, del mayordomo, de su guardia personal y de los vecinos del cercano pueblo de Quacos.
La primera parte es una lección de historia aunque descrita de forma amena. Pero la segunda mitad se convierte en una lectura trepidante en la que apetece leer una página más para conocer algo más de la trama.
El personaje de Bertrand de Brugge me ha parecido conmovedor y su relación con el soldado Dávila, un homenaje a la verdadera amistad. De Marín Sanjuán, que me ha entusiasmado, no quiero contar nada porque merece la pena leer su historia.
Es, en resumen, un gran libro que enseña y entretiene a la vez. Muy recomendable, insisto, para los amantes de la historia.

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