viernes, 11 de marzo de 2016

Crónica de una presentación: "El poder de la Sombra"

“El poder de la sombra” de María José Moreno.

Acudí a la Librería Le, en el paseo de la Castellana, acompañada de mi hermana porque habiendo leído a María José, siempre apetece conocerla y escucharla.
Menos mal que nos habían guardado sitio porque, a pesar de faltar más de quince minutos para el comienzo, ya había mucha gente.
Lo primero, saludar a María José, con la que me une una amistad especial que hemos ido consolidando con el tiempo, más si cabe desde que somos abuelas.
Estaba arropada por Mayte Esteban, Pilar Muñoz, que le dio una sorpresa y a la que pude, por fin, desvirtualizar, Manuel Navarro y Víctor Fernández, al que también conocí en persona y cuyos relatos me tienen fascinada.
Y, por supuesto, estábamos "las sepias", todas las que pudimos ir, ya que, a pesar de ser jueves, cuando se trata de apoyar a una amiga en su presentación, hacemos lo imposible por acudir.
Y comenzó la presentación.
David G Panadero, representante de la editorial, con su peculiar vozarrón, nos hizo una breve introducción a la novela y dio paso a María José.
Como ya dije cuando presentó “La caricia de Tánatos”, es como asistir a una clase magistral sobre el mal.
Su forma de explicar, de ir desgranando las diferentes formas del mal, sus orígenes, su existencia cotidiana en la sociedad actual, en el día a día, su empatía profesional con Mercedes Lozano, la protagonista de su trilogía, el trabajo que le ha costado escribirla porque se iba implicando con los personajes malos y menos malos que narraba en su historia, la Sombra, con mayúsculas, que todos tenemos (aunque unos más grande que otros)...
Todos los asistentes, escuchábamos en absoluto silencio, porque nos envolvían sus explicaciones.
Incluso cuando se abrió el turno de preguntas, éstas eran cortas, porque lo que queríamos era escucharla a ella.
Hablamos sobre la importancia de la enseñanza durante la infancia, de nuestros miedos infantiles que guardamos en lo más hondo, pero siguen estando ahí.
También se comentó la dificultad de encuadrar esta trilogía dentro del género negro, porque a la autora le ha importado más el porqué se origina el mal que “el cómo” o “el cuándo”.
Estaba presente la actriz que ha protagonizado el booktrailer, Marta Bascuñana Muñoz. Les habría gustado proyectarlo en la sala, pero no pudo ser.
Para mí, sin duda, Mercedes Lozano tiene la cara de María José, aunque curiosamente, mucho más joven.
Se comentó las grandes posibilidades cinematográficas que tiene la trilogía, o como serie de televisión, porque soñar es gratis.
Y como suele ocurrir, la clase magistral tenía que acabar, porque la librería tiene un horario que cumplir y aún quedaban las firmas, las fotos, los regalos de agendas y marca páginas y la charla más distendida entre los asistentes que nos resistíamos a irnos.
Las sepias nos hicimos nuestra foto, y aprovechamos para invitar a alguna merienda, de algún viernes, a Manuel Navarro y a Víctor Fernández, que aceptaron sin dudarlo.
La cercanía de María José, su sonrisa, nos hizo sentirnos, una vez más, como en una reunión de amigos, a los que no nos gustó que hablase de tomarse un “año sabático” como escritora, aunque luego puntualizó que podría quedarse en un par de meses.
Es verdad que la trilogía, que se cerrará con la presentación de la tercera entrega el próximo mes de octubre, le ha quitado mucho tiempo para realizar otras cosas y, cuando escribir es una diversión y no una profesión, hay que saber dosificarla en su justa medida.
Pero eso los lectores no queremos entenderlo, porque nos encanta como escribe, da igual que sea un libro intimista como “Bajo los tilos”, de humor como “Vida y milagros de un ex” o un cuento infantil como “Pepe Pepino”.
Ya en la calle, nos despedimos. Se nos ha hecho corto. Emplazamos nuestra próxima cita para la Feria del Libro de Madrid, a la que nos asegura que acudirá y, hasta entonces, seguiremos con nuestras charlas a través de la red.
Queda pendiente leer su última novela, la protagonista de esta presentación, “El Poder de la Sombra” que no dudo que será magnífica, y se merecerá una reseña para ella solita, eso seguro.
Sólo puedo acabar diciendo que fue una presentación inolvidable, con una mujer magnífica.








sábado, 5 de marzo de 2016

¡Que tarde la de aquel día!


El club "Tardes en sepia" se reunía, como cada viernes, con la puntualidad que nos caracteriza, o sea, llegando cada una cuando puede.
Queríamos que fuese una tarde especial porque celebrábamos el cumpleaños de nuestra querida Gema, y no nos apetecía la frialdad de Rodilla.
El lugar elegido, el café Madrid, pronto fue descartado por su mal olor, a rancio, dijeron unas, a desinfectante, dijeron otras.
Nos fuimos paseando a la chocolatería San Ginés, que tiene una terraza cubierta, con estufas de pie, para que las fumonas no tengan necesidad de estar entrando y saliendo.
Lo que parecía imposible, lo conseguimos nada más llegar, tres mesas juntas en las que nos pudiésemos acoplar las trece que esperábamos ser, pleno total.
Pronto nos dimos cuenta que las estufas eran insuficientes, porque calientan la cabeza, y te dejan helados los pies, pero un buen chocolate, café para algunas, y un plato lleno de porras y churros, fue suficiente para calentarnos.
Como siempre, nuestras risas, nuestras tonterías, incluso hablamos de algún libro: “Yo que tanto te quiero” y “Cartas a Palacio”, de la próxima presentación de Jorge Díaz, y da la de María José Moreno, a la que esperamos poder acudir casi todas.
Y así fue transcurriendo la tarde, esperando a Gema y a Elena, y cambiándonos de mesa hasta cuatro veces porque empezó a caer una lluvia fina y las que estaban en la última tenían filtraciones de los toldos.
Llegaron las que faltaban, pidieron dos chocolates con un montón de churros, que les tardaron en servir más de veinte minutos, aquí debo decir que el servicio de la famosa chocolatería me pareció pésimo y cuando por fin lo sirvieron empezó a llover.
Primero, nos pusimos en pie para evitar las goteras de los toldos, que pensamos que eran más fuertes. Cuando la lluvia arreció ya no había forma de evitar el desastre.
El agua caía en tromba, y bajaba por la calle haciendo un riachuelo, nos mojábamos cada vez más.
Pasaba por allí un chaval vendiendo paraguas a tres euros, y le vaciamos la mochila. Al chico le tocó la lotería porque hizo la venta más rápida de su vida. Todas queríamos un paraguas rojo, porque somos mujeres de agua, pero no tenía nada más que uno, que compró Chiruca y resultó ser fucsia.
Como todavía no le habíamos dado los regalos a Gema, cruzamos a la cafetería de enfrente, nos acoplamos, esperamos a que las últimas en llegar se acabasen el platazo de churros y continuamos la tarde, que ya era noche.
Ahora sí nos pudimos quitar los abrigos y demostrarle a la homenajeada que todas llevábamos algo rojo en su honor, porque hasta ese momento sólo Begoña y Marina que llevaban abrigos rojos, lo habían podido lucir.
¿Por qué el rojo?
Porque Nieves se había encargado de completar el regalo con una phasmina, pasmosa para las sepias, y cuando nos envió la foto al grupo, a algunas no les pareció apropiada por el color rojo, que no era tal, porque era rosa fuerte sin llegar a fucsia, que para eso las mujeres tenemos una amplia gama de colores que los hombres no comparten. Me viene a la cabeza que esto también fue motivo de risas durante la merienda.
Con el cachondeo que se originó, a Mercedes se le ocurrió que todas llevásemos algo rojo al cumpleaños.
Por fin le pudimos dar los regalos, que no eran libros porque la pobre ya no sabe dónde meterlos y necesita varias vidas para leerlos todos, hacer unas cuantas fotos, gansear mucho más y hasta aquí puedo contar, porque me retiré a mis aposentos.
Yo llegué a casa empapada, mis zapatos eran un charco, y no es que sea tonta, es que había salido de casa en una tarde de primavera fresquita, pero sin una nube.
De las que se quedaron, sé por las fotos, que se siguieron riendo, que es muy necesario.

Fue una tarde inolvidable, que quedará en el recuerdo de todas las sepias y de alguna en especial.
Loreto, necesitaba nuestro cariño.
Elena, nuestros abrazos.
Marina, sentirse que es una más aunque no pueda venir siempre que le gustaría.
Y Gema...ella sabe de sobra lo especial que es para todas nosotras.