Los que me conocen saben que no podía dejar de comentar las
declaraciones de Fernando Trueba sobre su “nacionalidad”.
He procurado leer casi todo lo que se ha publicado, tanto en
prensa, como en las redes sociales y he conseguido escuchar el discurso completo,
para poder asegurarme de si las frases se habían sacado de contexto.
Con los deberes hechos, porque me gusta escribir mis
sentimientos pero sin contar falsedades, puedo estar casi segura de que no hay
contexto que valga y que lo dicho, está más que estudiado. No fue un premio
improvisado, ni un discurso improvisado. Lo que hizo fue aceptar un premio que
le venía muy bien para su curriculum, y un dinero nada despreciable para su
cuenta corriente, pero haciendo un discurso que dejase contentos a parte de sus
amigotes.
No voy a entrar en connotaciones políticas, porque
soy de las que opina que la bandera, el himno, la Nación y el país, vamos,
España, es de todos los españoles, con independencia de a quien votan o con
quien se sienten más identificados.
Aunque algunos los quieran solo para ellos y a
otros les de vergüenza enseñar estos símbolos a no ser que esté de por medio
una competición deportiva, son de todos.
He estado en varias finales deportivas, porque hay más
deportes además del futbol, y me ha emocionado el silencio al escuchar el
himno. Cuando ganamos la Eurocopa de futbol en 2012, presencié la final en un
hotel de Ámsterdam, y todos los presentes (y éramos los únicos españoles),
guardaron un silencio increíble ante el himno de los dos países. Me indigné
cuando pitaron el himno en la final de la copa del Rey de fútbol, porque no
pido que se sienta, pero sí que se respete.
Desde luego me siento española, llevo mi nacionalidad con
honra allí adonde vaya, y me indigna que critiquen las cosas de mi país aunque,
en demasiadas ocasiones, tengan razones para las críticas.
Porque el señor Trueba no ha hablado de la pobreza infantil,
ni de las familias en paro, ni de los supermercados de la droga, ni del trabajo
basura, que podían avergonzarle como español, ha hablado de la guerra de la Independencia y
de los partidos de la selección, que muy poco tienen que ver con la actualidad
de España.
Si tanto le molesta ser español, que devuelva todas las
subvenciones millonarias que le han dado a sus películas y que no acepte el
premio, que está en su derecho.
Es más, puede hasta renunciar a la nacionalidad española y
solicitar la francesa que igual, al otro lado de la frontera, les apetece
nacionalizar a un esperpento.
Desde luego, señor Trueba, me gusta su trabajo, pero en lo
sucesivo no pagaré ni un euro por ver sus películas en el cine, no vaya a ser
que llegue a su bolsillo ni un céntimo de mi dinero, que ya se ha llevado
bastante. Entre tanto las piratearé, para cobrarme algo de lo que usted nos ha
“robado” con los treinta mil euros del premio NACIONAL.