martes, 25 de agosto de 2020

El papel de un cromo: mi opinión


Autora: Marian Peyró
Editorial Piezas Azules

Sinopsis

Los relatos que componen este libro exploran la duplicidad de las personas, casi siempre a través de sucesos negros.
Se define duplicidad como «doblez, falsedad». La casualidad de dúplice de los personajes que habitan estos relatos les permite, como si se tratara de un disfraz, ocultar una naturaleza oscura que responde a pulsiones, a la negación del yo, a envidias, a la avaricia o a la locura: en ocasiones solo se siente acompañados de ese Doppelgänger no necesariamente perverso.
En cualquier caso, no tratan estos cuentos de justificar ni juzgar el mal, sino de llevarnos de la mano de sus protagonistas y acompañarlos en la revelación de su auténtica naturaleza, la que llevan pegada a la piel como el papel de un cromo.

La autora

Escritora española (Ávila, 1971). Reside en Madrid. Es licenciada en Jurídico-Empresarial y trabaja en la gestión inmobiliaria. Ganadora del Concurso de Microrrelatos del Festival de Novela Policíaca de Madrid Getafe Negro (2017) con Cuestión de honor. Textos suyos han sido publicados en Solo Novela Negra, revista El Narratorio y Escuela de Escritores. Es coautora del volumen de relatos negros Seis tonos de negro y El papel de un cromo es su primer título en solitario.



Mi opinión

Conozco personalmente a Marian, con la que he conversado en numerosas ocasiones y me parece increíble que una persona con una mirada tan dulce y una sonrisa cautivadora, pueda imaginar unas historias tan duras, y plasmarlas en papel.

Ya el prólogo de Carlos Bassas del Rey nos advierte que estamos ante una lectura que no nos dejará indiferentes, de la que no saldremos indemnes.

Veinte relatos brutales, pequeñas historias que nos dejan con la boca abierta, pensando que la siguiente no puede ser tan negra, pero lo es.

Me ha impresionado, sobre todo, la maldad ejercida a los niños o por los niños, que de todo hay.

No puedo elegir el que más me ha impresionado, porque están todos casi a la misma altura, no puedo decir el que más me ha gustado, porque no es una lectura agradable, está muy bien escrita y describe la maldad del ser humano. Una historia de amor, Respetar los muertos y La diversión de los viernes, reflejan una triste realidad que vemos cada día en las noticias; La cara de la luna, como madre, como abuela, es el que más me ha indignado.

Cuando cierras el libro, respiras hondo y recapacitas sobre lo leído, lo intentas digerir, y no puedes.
Si queréis saber de qué hablo, dadle una oportunidad y leer estos relatos.

martes, 18 de agosto de 2020

Cuando la llamaste Claudia: mi opinión


Antes de comenzar su lectura ya sabía que me iba a gustar, porque me gusta todo lo que escribe Pilar Muñoz, todo.

Ya he contado otras veces que la conocí en las redes, con sus microrrelatos y sus sabias reflexiones, que nos acompañaban cada día. Eran otros tiempos menos convulsos, las redes, sobre todo Facebook, era un patio de vecinos majetes, sin malos rollos, se podía hablar casi de todo, sin que te vieses obligado a eliminar a nadie por comentarios fuera de tono, pero me voy por las ramas…

Cuando leí Los colores de una vida gris, sabía que estaba ante una gran escritora, tuviese o no éxito, fuese o no, muy conocida.

El tiempo me ha demostrado que tenía razón y todas sus novelas han sido un éxito, lo que no siempre conlleva muchas ventas, pero eso es otra historia.

Con su última publicación, Aquello que fuimos, se alzó con el Premio Literario de Amazon y tuvo un merecidísimo reconocimiento a su labor como escritora.

Ahora, dos años después, nos sorprende con una novela intimista, de la que no se debe contar nada porque hay que leerla sin saber a lo que vamos a enfrentarnos.

«La existencia es un pulso entre la vida y tú, entre las circunstancias y tú, entre la voluntad y un destino que se ríe en tu cara a la menor oportunidad.
Porque al destino le encanta jugar».
Hay historias que es preferible abordar sin conocer lo que aguardan, sin prever el impacto que pueden tener sobre ti. Como quien se aproxima al vacío con los ojos cerrados.
La de Aitor y Teresa es una de ellas.
Jamás pensaron que tuvieran que enfrentar un giro vital tan fuerte. Que un acontecimiento así cambiara el orden de sus sentimientos y su magnitud. Que los obligara a confesar verdades, a defender sus deseos, a tomar decisiones con el tiempo en contra. Con el presente en jaque y el futuro incierto.
Creían tenerlo todo controlado, pero… algo se les escapó de las manos.
Todo el mundo debería tener un lugar adonde volver, en el que sentirse refugiado y abrazado por los recuerdos que clarifican los sentimientos,que te revelan al oído lo que el corazón siente y tu mente casi ha olvidado, porque no es, sino enfrentándolo a las emociones, como el corazón habla.

Solo puedo decir que es una novela de sentimientos, escrita con el corazón, que toca un tema muy controvertido. Exquisita, dura, desgarradora, real, impactante.

Una prosa sencilla, escrita en segunda persona, a la que no le sobra ni una coma. Aitor y Teresa, Teresa y Aitor, desnudos, mostrándonos sus sentimientos más íntimos, contándonos su historia, esa que ahora se tambalea, buscando que el lector los entienda, como un protagonista más de la historia.

Una lectura que os encogerá el corazón, que yo he terminado de leer con un nudo en la garganta y que recordaré siempre. Para mí el nombre de Claudia estará ya siempre asociado a esta historia.


sábado, 15 de agosto de 2020

Día de la Paloma




Querida mamá:

Hace mucho tiempo que no te escribo pero hoy, a pocos minutos de comenzar el día de la Paloma y a pocos días de recordar el día que te fuiste, me apetece contarte cosas.

Ya te comenté que estábamos viviendo un año extraño, con el virus este que nos tiene atemorizados a muchos y haciendo el tonto a unos pocos, con unas previsiones nada buenas, con los contagios creciendo y la vuelta al cole muy cercana, lo que puede empeorar la situación.

Este año, como tantas otras cosas, se han suspendido las fiestas de La Paloma. Nuestro barrio se ha engalanado un poco, en un intento de la hostelería de salvar un mes complicado, aunque las calles están tristes. ¡Qué diferentes a lo que nos contabas de cuando papá y tú os conocisteis, un 15 de agosto! Cuando las calles se convertían en una fiesta permanente, la limonada se servía en cada rincón y los bailes estaban asegurados en cualquier esquina.

Pero bueno, no nos pongamos tristes. Hemos estado en  la casa que Dolores, mi consuegra, tiene en Villoria y, presidiendo el salón, está tu máquina de coser. ¡Qué ilusión me hace que siga utilizándose! Me cuenta que cose fenomenal, a pesar de tener más de cincuenta años. Está enseñando a coser a Victoria, aunque ella no quiere coser a máquina, le gusta la aguja y el hilo, lo lleva en los genes, su bisabuela materna y su abuela paterna.

Mamá, seis años ya desde que te fuiste a tu estrella…La felicidad del 2013, el año de las bodas, se tornó en lágrimas en el 2014, pero el 2015 nos devolvió la alegría con Victoria y con Manuela. ¡Cómo disfrutarías con ellas! Y Almudena, te llenaría de besos y abrazos porque es una zalamera.

Tu casa está quedando preciosa, ya está casi terminada, pero eso te lo contaré en otra carta, cuando Almu ya se haya ido a vivir allí y tu nieta esté ocupando tu espacio como señora de la casa, como tantas veces soñó. No te puedes ni imaginar lo que ha cambiado, pero vuestro espíritu permanece, en las paredes y en algún detalle, te va a encantar.

Te añoro mucho, cada día.


jueves, 6 de agosto de 2020

«El chico de las bobinas»: Mi opinión


«El cine, hijo, el cine es la más grande y bella mentira. Todos aceptamos que nos engañen con una historia bien contada. Que nos lleven a lugares inexistentes, que nos hagan soñar con besos irreales..., depositamos fe en las palabras de un vaquero, un detective o una mujer fatal que desaparece de nuestras vidas en cuanto regresa la luz en la sala. Es sin duda la mentira más aceptada, ¿no crees?»

Sinopsis:

Barcelona, 1945. Nil Roig es un chiquillo que se pasa el día en bicicleta transportando de un cine a otro viejas bobinas de películas. El día de su decimotercer cumpleaños es testigo de un crimen cometido en el portal de su casa. Mientras el asesino huye después de haberlo amenazado de muerte en caso de no mantener la boca cerrada, el moribundo le entrega el misterioso cromo de un actor de cine de la época; un objeto perseguido y anhelado por un excomandante de la Gestapo y un policía sin escrúpulos. El hecho de que el moribundo le dé el cromo a Nil pronunciando el nombre de David, el padre desaparecido del muchacho, arrastrará a este a resolver un secreto del pasado por el que pagará un alto precio.
En una Barcelona de claroscuros, El chico de las bobinas nos habla de la incomparable fortaleza de esas mujeres, víctimas de la guerra, que enseñaron al mundo cómo sobrevivir, y de esas salas de cine de barrio que permitieron soñar en los años de plomo y se convirtieron en refugio de infancias maltrechas. Un thriller nostálgico cargado de emotividad y misterio que nos muestra la fragilidad y la ambigüedad de la naturaleza humana.

Mi opinión:

Dividida en cuatro partes, 1945, 1947, 1949 y 2021, las tres primeras narradas en tercera persona y la última, en primera persona.

Empiezo por el final comentando que la última parte me parece un poco fuera de lugar, es como un gran epílogo pero introduce unos personajes nuevos que no aportan nada a la narración.

Las otras tres partes, con una narración impecable, nos cuentan unos hechos durísimos ocurridos en la larguísima posguerra española en Barcelona.
Hay tres protagonistas indiscutibles, Nil, su madre Soledad y el policía Víctor Valiente, pero es una novela llena de magníficos secundarios que aportan muchísimo a la historia. El bueno de Bernardo, es mi preferido.

En cuanto al argumento, la inocencia de Nil, despertando a la adolescencia en un mundo tan complicado, aunque esté rodeado de maravillosas personas que le ayudan, encoge el corazón. Su madre, Soledad, arrastrando la tristeza de todo lo que lleva vivido y de todo lo que han hecho con ella, tanto física como psiquicamente los años de guerra y de posguerra, convirtiendo su vida en una amargura permanente y un miedo que, en algunas ocasiones, se convierte en terror. Solo hacia su hijo es capaz de volcar su ternura, pero no es suficiente para que pueda ni siquiera imaginar la felicidad.

Víctor Valiente quizá sea el que mejor ha sabido plasmar el autor, su maldad, su afán de venganza, sus pesadillas, sus peores pensamientos, se quedan con el lector durante mucho tiempo. Es increíble que cuando recuerde esta novela probablemente mi primer pensamiento sea para este hombre, hacia el que no tengo suficientes adjetivos negativos para describirle. Junto a él, su esbirro y todo lo que ocurre entre las paredes de la comisaría de la Brigada Político Social, resulta espeluznante. No por conocido deja de ser  horrible.

También muy bien descrito el barrio de Poble Sec, con su pobreza y su miseria, pero en el que unos vecinos con un pasado común y un futuro incierto, se ayudaban en lo que podían para intentar salir adelante.

De fondo, una investigación cuyos brazos se extienden hacia los nazis residentes en España, arropados por el recién estrenado régimen franquista, los maquis, ese cine en blanco y negro que tanto nos gusta a los amantes del cine y las mujeres de los perdedores, esas que lo han perdido todo y que pasan a ser «propiedad» de los vencedores.

Es una buena novela, aunque el ritmo de la primera parte es lento, demasiado lento, y casi me hace abandonarla, pero decidí continuar y me ha gustado. Una lectura que deja posos para ser recordada.

«Vivía en un mundo de hombres deprimidos, autoritarios y ausentes. Un mundo en el que solo las mujeres eran capaces de gestionar la miseria que ellos habían provocado. Ser soltera, viuda o una mujer abandonada en el nombre de una bandera perdedora, te convertía en objeto de escarnios, abusos y chascarrillos»

martes, 4 de agosto de 2020

«La vieja calle donde el eco dijo»: mi opinión





Relatos protagonizados por perdedores, por soñadores, por luchadores sin más horizonte que el mañana. Relatos que son una lección de esperanza, de supervivencia, que incitan a beberse esta vida de un trago.
Todos son relatos cuyos protagonistas podríamos ser cualquiera de nosotros. Incluso tú, que ahora lees esta sinopsis.
Relatos de una vieja calle donde el eco dijo, como cantaba Gardel.

Víctor Fernández Correas no es solo un buen novelista, también es magnífico escribiendo pequeños relatos que encierran grandes historias, muchas de ellas podrían ser el germen de un novela.

En este libro nos encontramos con veintidós historias con todo tipo de protagonistas, ganadores y perdedores, luchadores, personas que se han cansado de vivir y, por supuesto, enamorados. Pero, sobre todo, encontraremos todos los sentimientos que seáis capaces de imaginar. Amor, desamor, celos, esperanza, venganza, dolor, historias rotas, la muerte y la posibilidad de elegir ese momento, leyendas, sueños…

También es común a todos los relatos la magnífica ambientación, que nos adentra al lugar dónde está ocurriendo lo que el autor nos cuenta, las miradas, esos ojos que hablan en muchos de los relatos, los silencios y la música, mucha música.


Según me contó el propio autor en una entrevista que le hice para la Revista Pasar Página, el título y la cubierta o portada: «Aúna todo lo que pretendía mostrar con esta antología. Una calle es el mejor lugar para ver gente, para examinar sus comportamientos, para observar sus gestos. Es un universo de tamaño reducido pero tan infinito en cuanto a caracteres, modos de vivir, de hablar, de comportarse… Además, es una estrofa del tanto Volver, de Carlos Gardel, letra que da para muchos escritos, relatos, etc., si te lo propones.»


En resumen, una delicia de lectura que nos deja con ganas de mucho más.