Antes de comenzar su
lectura ya sabía que me iba a gustar, porque me gusta todo lo que escribe Pilar
Muñoz, todo.
Ya he contado otras
veces que la conocí en las redes, con sus microrrelatos y sus sabias
reflexiones, que nos acompañaban cada día. Eran otros tiempos menos convulsos,
las redes, sobre todo Facebook, era un patio de vecinos majetes, sin malos
rollos, se podía hablar casi de todo, sin que te vieses obligado a eliminar a
nadie por comentarios fuera de tono, pero me voy por las ramas…
Cuando leí Los colores de una vida gris, sabía que
estaba ante una gran escritora, tuviese o no éxito, fuese o no, muy
conocida.
El tiempo me ha
demostrado que tenía razón y todas sus novelas han sido un éxito, lo que no
siempre conlleva muchas ventas, pero eso es otra historia.
Con su última
publicación, Aquello que fuimos, se
alzó con el Premio Literario de Amazon y tuvo un merecidísimo reconocimiento a
su labor como escritora.
Ahora, dos años después,
nos sorprende con una novela intimista, de la que no se debe contar nada porque
hay que leerla sin saber a lo que vamos a enfrentarnos.
«La
existencia es un pulso entre la vida y tú, entre las circunstancias y tú, entre
la voluntad y un destino que se ríe en tu cara a la menor oportunidad.
Porque
al destino le encanta jugar».
Hay
historias que es preferible abordar sin conocer lo que aguardan, sin prever el
impacto que pueden tener sobre ti. Como quien se aproxima al vacío con los ojos
cerrados.
La
de Aitor y Teresa es una de ellas.
Jamás
pensaron que tuvieran que enfrentar un giro vital tan fuerte. Que un
acontecimiento así cambiara el orden de sus sentimientos y su magnitud. Que los
obligara a confesar verdades, a defender sus deseos, a tomar decisiones con el
tiempo en contra. Con el presente en jaque y el futuro incierto.
Creían
tenerlo todo controlado, pero… algo se les escapó de las manos.
Todo
el mundo debería tener un lugar adonde volver, en el que sentirse refugiado y
abrazado por los recuerdos que clarifican los sentimientos,que te revelan al
oído lo que el corazón siente y tu mente casi ha olvidado, porque no es, sino
enfrentándolo a las emociones, como el corazón habla.
Solo puedo decir que es
una novela de sentimientos, escrita con el corazón, que toca un tema muy
controvertido. Exquisita, dura, desgarradora, real, impactante.
Una prosa sencilla,
escrita en segunda persona, a la que no le sobra ni una coma. Aitor y Teresa,
Teresa y Aitor, desnudos, mostrándonos sus sentimientos más íntimos, contándonos
su historia, esa que ahora se tambalea, buscando que el lector los entienda,
como un protagonista más de la historia.
Una lectura que os
encogerá el corazón, que yo he terminado de leer con un nudo en la garganta y
que recordaré siempre. Para mí el nombre de Claudia estará ya siempre asociado
a esta historia.
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