El niño de Olot, enfermo de difteria, sigue estable, dentro
de la gravedad y deseo fervientemente que se cure.
Dicho esto, me parece una irresponsabilidad por parte de sus
padres, no haberle vacunado.
A nivel práctico, cuando el niño esté sano y en casa, les
enviaría la factura de lo que nos ha costado a todos los españoles salvar la
vida de su hijo. No para que la pagasen, si no para que tuviesen consciencia de
lo que supone una decisión en una colectividad.
Las ligas anti-vacunas, muy de moda, cuentan verdades a
medias para captar a padres que no vacunen a sus hijos.
Es un hecho que salvan entre dos y tres millones de muertes
al año, según la Organización Mundial de la Salud y que otro millón y medio de
niños se salvarían si tuviesen acceso a la vacunación.
En contrapartida, tienen efectos secundarios.
Un niño falleció tras una encefalopatía que desarrolló después
de administrarle una vacuna, y otro está tetrapléjico tras una reacción
autoinmune.
Ambos casos han salido estos días en prensa,
defendiendo su
postura. Pero ¿cuántos niños hay en España vacunados?
Todo puede tener efectos secundarios. Para casi todo pueden
existir daños colaterales.
Lo que es una realidad es que esos niños a los que sus
padres deciden no vacunar, comparten las escuelas, guarderías y parques
infantiles con otros niños y, gracias a esos otros niños, vacunados, no corren demasiado
peligro, pero no son inmunes y se pueden contagiar y desarrollar la enfermedad
o, lo que es peor, no desarrollarla y ser portadores toda su vida, pudiéndola
contagiar a otros.
Cuando mis hijos eran pequeños, nadie se planteaba no
vacunar, ahora, te lo preguntan en el Centro de Salud cuando vas a registrar al
niño para su primera visita al pediatra.
Y yo me pregunto, ¿tanta revisión del Código Civil y Penal para
asegurar la protección del menor, y la no vacunación la dejan a la decisión de
los padres, cuando su vida y la de otros puede depender de esa vacuna?
Y también me indigna, aunque me tachen de dudosa moral, que
se manifiesten por la vida del “no nacido”, y nadie haya salido a la calle para
manifestarse por estos “nacidos” a los que se les está negando el progreso.