martes, 26 de marzo de 2019

Nadina o la atracción del vacío de Marisa Sicilia



Sinopsis

Mathieu Girard es agente de los Grupos de Intervención de la Gendarmería Nacional, una unidad de élite francesa. Le gusta su trabajo y siente cierta atracción por el riesgo, que se empeña en negar y le causa problemas a la hora de mantener relaciones estables.
Es responsable y reflexivo y su situación afectiva no es su prioridad. En París y en situación de alerta máxima ante la amenaza de ataques terroristas, Mathieu deberá vigilar de cerca a Dmitry Zaitsev, un empresario ruso involucrado en negocios turbios que asegura que puede evitar que una letal partida de armas llegue a manos de los extremistas. Y también conocerá a Nadina.
Todas las señales le advierten de que no debe acercarse a ella, pero, cuando amas el peligro, eso no debería importar.

Mi opinión

La historia se desarrolla en Paris en el año 2016, cuando la ciudad está, y sigue estando, en alerta máxima por ataques terroristas.
Como siempre que leo a Marisa Sicilia, me parece estar ante una novela dentro de otra novela, me explico: la historia de Mathieu, su pertenencia a los Grupos de Intervención de la Gendarmería Nacional francesa y la misión que se le encomienda, ya sería una novela. En esta interesantísima trama, la autora ha encerrado una historia de amor.
Se nota el trabajo de documentación desde la página uno, en unos temas tan difíciles de plantear como son el terrorismo, el espionaje y contraespionaje, la mafia rusa, los negocios turbios o la diferencia de criterios entre los altos mandos que se sientan tras una mesa de despacho y los que se juegan la vida en el trabajo de campo.
Además, ha intercalado sucesos reales a los inventados para su historia, teniendo la habilidad de manejarlos de forma que no distingamos entre unos y otros, haciéndolo con todo el respeto que se debe a un tema tan escabroso como cercano, el terrorismo yihadista.
También nos cuenta la guerra de Chechenia, el horror vivido por su población, las secuelas…, todo ello con una sencillez digna de elogio.
Los personajes, muy bien construidos, los buenos, que no son tan buenos, los malos, que nos son tan malos…o sí…los giros que hace, los capítulos con un ritmo trepidante, porque ni los que son exclusivamente de amor son pausados. Todo es intensidad en esta novela.
En cuanto a los personajes, el protagonista indiscutible es Mathieu, con dos secundarios de lujo: Nadina y Dima.
Mathieu me ha gustado desde el primer momento y me ha seguido gustando según le he ido conociendo: guapo, duro, tierno, comprometido con su trabajo…
Dima me ha resultado muy interesante. Un pasado que, a veces, me ha hecho justificar sus acciones y buscar entre líneas qué hay más allá de su coraza.
Nadina. No me ha caído bien, me ha parecido falsa y ñoña y la autora ha necesitado muchísimas páginas para hacerme cambiar de opinión, aunque debo confesar que lo ha conseguido.
Es una grandísima novela, bien construida, en la que la historia de amor es solo un hilo conductor para que la trama vaya avanzando.

Merece la pena leerse.

Reseña publicada en la Revista Pasar Página.

martes, 19 de marzo de 2019

Una madrileña en Las Fallas.



Me gusta Valencia y la he visitado en varias ocasiones pero nunca, hasta este fin de semana, en
Fallas.

He cumplido casi todos los clichés que se esperan de un turista: visitar un buen número de fallas, escuchar la mascletà, ver el desfile de las Ofrenda a la Virgen, y los fuegos artificiales desde Alameda, comer buñuelos y vestir el pañuelo fallero al cuello, de cuadros azules y blancos.

Dicho esto, he disfrutado dos días intensos, en los que he recorrido todo lo que he podido caminando, incluido el paseo desde mi hotel, en la Ciudad de las Artes, al centro, un paseo que de mañana resultaba muy agradable, pero de vuelta, con el cansancio acumulado, daba la sensación de estar mucho más lejos.
Los monumentos falleros me han impactado, tanto los grandes, los de la Sección Especial y las fallas de 1A, como los más pequeños que te vas encontrando en cualquier esquina. He disfrutado con las fallas infantiles, con esas caras tan simpáticas de los pequeños ninots. Son verdaderas obras de arte efímero. Hay que tener muy presente el sentimiento fallero para entender lo que pasa por sus cabezas cuando ven su trabajo de un año destruirse pasto de las llamas para volver a empezar de cero.

Me he llenado del colorido, el de las fallas y el de los trajes de valenciana y valenciano. Los de ellas tan ricos, con sedas, encajes y brocados, los de ellos evocando un pasado que solo conocemos a través de la Historia.

Me ha emocionado la devoción de los falleros, no solo hacia la Mare de Deu dels Desamparats, si no a su Fiesta, esa para la que viven con una intensidad digna de elogio.

Tengo que destacar la simpatía de los valencianos: contestando a todas las preguntas que yo hacía en cuanto tenía oportunidad, para resolver mis dudas, para sacarme de mi ignorancia, para contarme cosas interesantísimas, sin necesidad de buscarlas en internet.

He sonreído con los niños que, desde bien pequeños aguantan estoicamente un día duro, el de la ofrenda, en el que están muchísimas horas fuera de sus casas, vestidos con ropa incómoda, desfilando junto a sus padres y sus abuelos, empapándose de la tradición. Una madre joven rompió a llorar al acercarse a la Plaza de la Virgen y su niña le preguntó porqué lloraba, —todavía no entiende que se puede llorar de emoción—. Madres con bebés en brazos o en sillitas de paseo que sustituyen su habitual colchoneta por las mantas falleras.

Las calles se llenan de música y bailes que contagian a todos los que estábamos cerca. La buena iluminación de calles y monumentos ayuda a que al paseante le dé igual contemplar la falla de día o de noche.

El calor que hizo el domingo, he oído en un canal de televisión que el termómetro marcó temperaturas históricas, no ayudó en las visitas a los lugares con más aglomeración de gente, por lo que la mascletà no pude escucharla en el interior de la plaza y me tuve que conformar con estar cerca.

El ruido está muy presenta en cada esquina, los niños llevan colgadas cajas de madera con petardos (esto no me ha gustado) que manipulan con soltura y sin ningún adulto cerca (lo he podido comprobar varias veces). Me han dado un par de sustos importantes porque cuando empiezan a gritar ¡cuidado!, ¡cuidado!, ya es demasiado tarde y te explota a menos de un metro. Este es el único punto negativo que le puedo poner a estas fiestas.

Para rematar un precioso viaje, he podido abrazar después de nueve años de amistad a través de la red, a Elena, esa persona a la que conocí un día de marzo, como vecina de la famosa granja virtual de FarmVille, y con la que fragüé una amistad virtual que ha ido creciendo con el tiempo. Un emotivo encuentro que nos ha sabido a poco.

Valencia se trasforma de tal manera en Fallas que te hace olvidar que es una ciudad bañada por el Mediterráneo, pero yo que vivo lejos del mar no me puedo ir sin verlo, por lo que me he acercado a la playa de la Malvarrosa. También he hecho una rápida visita al Parque Natural de la Albufera, buscando un rato de tranquilidad después de tanto ruido.

Me he enamorado de las Fallas, convirtiéndome en una fiel seguidora, aunque sea por televisión o por fotografías. Anoche, mientras escribía esta entrada estuve viendo la entrada de la Fallera Mayor, en la plaza de la Virgen, para hacer su ofrenda, y me emocionó.

Ha sido una experiencia inolvidable que, sin duda, repetiré.

                                                                                                




 














martes, 12 de marzo de 2019

«Mula» de Clint Eastwood.



A Earl Stone (Eastwood), un octogenario que está en quiebra, solo, y que se enfrenta a la ejecución hipotecaria de su negocio, se le ofrece un trabajo aparentemente fácil: sólo requiere conducir. Pero, sin saberlo, Earl se convierte en traficante de drogas para un cártel mexicano, y pasa a estar bajo el radar del agente de la DEA Colin Bates (Cooper).


Fui a ver esta película con cierto temor porque no me seducía el tema, pero he salido del cine gratamente sorprendida.

El argumento es lo de menos, lo que se disfruta es a Clint Eastwood con una interpretación fabulosa que llena la pantalla y hace grande la película. A sus 89 años, interpreta a un anciano en una situación límite con una naturalidad que te hace olvidar que es un actor.

Es emotiva, trágica, cómica, sencilla, con una música agradable, previsible y sin sorpresas.

No siendo, ni de lejos, lo mejor que ha hecho Eastwood, nos levantamos de la butaca satisfechos y casi seguros de haber disfrutado la última interpretación de uno de los grandes del cine. Merece la pena verla.


domingo, 10 de marzo de 2019

Seis años


Hoy mi blog cumple seis años.
Yo no regalo nada ni hago ningún sorteo, solo os lo cuento.

Voy a hacer balance: lo que comenzó como un entretenimiento por lo mucho que me gusta escribir, se ha convertido en mi trabajo actual, y digo trabajo porque, aunque no me reporte ingresos, es a lo que dedico la mayor parte de mi tiempo, a escribir y todo lo que le rodea.

Me explico: Escribo en este blog, en el blog de la Revista Pasar Página y en la propia Revista. Esto no es una labor de «aquí te pillo, aquí te mato», requiere una preparación, tanto para escribir, como para desarrollar lo que voy a escribir, ya sea documentación, información sobre alguien a quien quiero entrevistar, visitar lugares, acudir a eventos…

Hoy, sin ir más lejos, he acudido al I Encuentro de Autores Independientes, con la intención de saludar a dos autoras amigas y he terminado conversando con Carlos Liévano, director de KDP en España y América Latina.

Pero también me he encontrado, sin querer, con una magnífica exposición de pintura y escultura de la que no sé mucho más, pero luego investigaré.

Ya tengo aquí varios temas para escribir sobre ellos en el lugar que me parezca más idóneo. ¿Y qué es lo importante de todo esto?: que cada día aprendo cosas nuevas que, cuando comencé con este blog, ni siquiera soñaba.

Es verdad que el tiempo tiene un límite y que escribo aquí menos de lo que me gustaría, pero este es mi blog, el personal, en el que vuelco con palabras mi cariño hacia los míos, los que están y los que ya no están, mis alegrías y mis decepciones, algunas guardadas porque no me ha parecido oportuno publicarlas.

Y espero que sea un rinconcito en el que os apetezca quedaros un rato a leer lo que escribo con todo mi cariño, para todo el que se pasa por aquí.

Un beso, amigos.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Una cuestión de género: Mi opinión


Sinopsis:

Esta película se inspira en la historia real de una joven Ruth Bader Ginsburg, por aquel entonces una abogada en apuros, recién convertida en madre, que debe afrontar todo tipo de adversidades y obstáculos en su lucha por la igualdad de derechos a lo largo de su carrera. Cuando Ruth acepta un pionero caso tributario con su marido, el abogado Martin Ginsburg, sabe que podría cambiar el curso de su carrera y la forma en que los tribunales ven la discriminación por género. La película también recoge el romance entre Ruth y Marty, una pareja que triunfó tanto en lo personal como en lo profesional.

Ruth Bader Ginsburg, se convirtió en la segunda mujer en la historia en ocupar un cargo en el Tribunal Supremo de los EE.UU. al ser nombrada en 1993 por el Presidente Bill Clinton. (tras Sandra Day O'Connor).
El guión está escrito por Daniel Stiepleman, que es el sobrino real de la jueza Ginsburg, con la que mantuvo varias conversaciones para elaborar las partes más personales de su historia, entre las que cuenta sus vivencias al ser una de las nueve mujeres que estaban matriculadas en la Facultad de Derecho de Harvard en la década de 1950.

Mi opinión:

Es una historia apasionante que nos muestra, una vez más, la lucha de la mujer a lo largo de la historia para conseguir avanzar.
Yo al dividiría en tres partes: el primer y último tercio están muy bien, pero el central resulta un poco lento. No obstante, como la interpretación de Felicity Jones es tan buena, suple los altibajos de los que hablo.
También muy buena la interpretación de Armie Hammer, al que le veo un problema de caracterización, ya que aparece casi con el mismo físico durante toda la cinta, a pesar de pasar varias décadas desde el comienzo al fin.
Es de esas películas que resulta entretenida y agradable y que cuenta una historia de las que gusta conocer. Buen vestuario, música y ambientación.

Por cierto, aquí se podría decir bien alto una frase que es famosa justo al revés «Detrás de toda gran mujer, siempre hay un gran hombre»

martes, 5 de marzo de 2019

Soy feminista


Tengo 59 años y llevo casi cuarenta y uno casada. Me casé con 18 años porque quise, sin nada ni nadie que me empujase a unir mi vida a un hombre. Durante todos estos años, hemos convivido en el respeto que debe protagonizar toda relación.
Hemos educado a dos hijos, mujer y hombre, en la igualdad, intentando darles las mismas oportunidades que, dicho sea de paso, ellos han sabido aprovechar muy bien.

Todavía recuerdo las historias que me contaban mi abuela y mi madre, de cómo vivían las mujeres de sus generaciones, hechos que no voy a contar porque no hay más que irse a nuestra reciente historia para conocerlos.

Soy feminista, ¿por qué?. Porque considero que estoy aquí escribiendo esto en libertad gracias a que muchas mujeres lucharon por nuestros derechos en un mundo en el que nadie las comprendía, incluidas muchísimas otras mujeres que las tachaban de locas y de quererse inmiscuir donde no las correspondía.

Soy feminista porque quiero igualdad real en el mundo laboral, intelectual, social, educativo…

Soy feminista porque me gusta que la elección sexual sea libre y considero que un niño se desarrolla bien si se cría rodeado de amor y de respeto, con independencia del género de sus progenitores.
Soy feminista porque quiero que los maltratadores tengan penas durísimas para que no se puedan volver a acercar ni a quienes maltrataron ni a sus hijos y quiero a políticos y a jueces que ayuden a que estas leyes se desarrollen y se cumplan.

Soy feminista porque no quiero escuchar la bonita frase «yo ayudo mucho en casa». No se trata de ayudar, sino de compartir el cien por cien, de equilibrar.

Soy feminista porque quiero que ser madre sea una opción, no una obligación. Creo que el aborto tiene que existir, y allá la decisión de cada una y su moral o su religión para hacer uso de esa ley, dependiendo de sus circunstancias, la mayoría de ellas durísimas como para ser frivolizadas como arma de discusión política.

Cuando todo esto sea un hecho, las feministas no tendremos razón de ser, pero soy pesimista al respecto.
Respeto a los hombres, muchísimo, y no los envidio. Soy feliz por haber nacido mujer y me encanta que mis genes se hayan perpetuado en tres nietas para las que quiero un futuro más igualitario.

Hay muchísimos hombres que están de acuerdo con todo lo que he expuesto anteriormente, pero hay que lucharlo, codo a codo, mujeres y hombres juntos, hasta conseguir que la igualdad sea un hecho, porque no pretendemos «robarles» nada, solo queremos compartir.