martes, 5 de marzo de 2019

Soy feminista


Tengo 59 años y llevo casi cuarenta y uno casada. Me casé con 18 años porque quise, sin nada ni nadie que me empujase a unir mi vida a un hombre. Durante todos estos años, hemos convivido en el respeto que debe protagonizar toda relación.
Hemos educado a dos hijos, mujer y hombre, en la igualdad, intentando darles las mismas oportunidades que, dicho sea de paso, ellos han sabido aprovechar muy bien.

Todavía recuerdo las historias que me contaban mi abuela y mi madre, de cómo vivían las mujeres de sus generaciones, hechos que no voy a contar porque no hay más que irse a nuestra reciente historia para conocerlos.

Soy feminista, ¿por qué?. Porque considero que estoy aquí escribiendo esto en libertad gracias a que muchas mujeres lucharon por nuestros derechos en un mundo en el que nadie las comprendía, incluidas muchísimas otras mujeres que las tachaban de locas y de quererse inmiscuir donde no las correspondía.

Soy feminista porque quiero igualdad real en el mundo laboral, intelectual, social, educativo…

Soy feminista porque me gusta que la elección sexual sea libre y considero que un niño se desarrolla bien si se cría rodeado de amor y de respeto, con independencia del género de sus progenitores.
Soy feminista porque quiero que los maltratadores tengan penas durísimas para que no se puedan volver a acercar ni a quienes maltrataron ni a sus hijos y quiero a políticos y a jueces que ayuden a que estas leyes se desarrollen y se cumplan.

Soy feminista porque no quiero escuchar la bonita frase «yo ayudo mucho en casa». No se trata de ayudar, sino de compartir el cien por cien, de equilibrar.

Soy feminista porque quiero que ser madre sea una opción, no una obligación. Creo que el aborto tiene que existir, y allá la decisión de cada una y su moral o su religión para hacer uso de esa ley, dependiendo de sus circunstancias, la mayoría de ellas durísimas como para ser frivolizadas como arma de discusión política.

Cuando todo esto sea un hecho, las feministas no tendremos razón de ser, pero soy pesimista al respecto.
Respeto a los hombres, muchísimo, y no los envidio. Soy feliz por haber nacido mujer y me encanta que mis genes se hayan perpetuado en tres nietas para las que quiero un futuro más igualitario.

Hay muchísimos hombres que están de acuerdo con todo lo que he expuesto anteriormente, pero hay que lucharlo, codo a codo, mujeres y hombres juntos, hasta conseguir que la igualdad sea un hecho, porque no pretendemos «robarles» nada, solo queremos compartir.

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