A Earl Stone
(Eastwood), un octogenario que está en quiebra, solo, y que se enfrenta a la
ejecución hipotecaria de su negocio, se le ofrece un trabajo aparentemente fácil:
sólo requiere conducir. Pero, sin saberlo, Earl se convierte en traficante de
drogas para un cártel mexicano, y pasa a estar bajo el radar del agente de la
DEA Colin Bates (Cooper).
Fui a ver esta película con cierto temor porque no me
seducía el tema, pero he salido del cine gratamente sorprendida.
El argumento es lo de menos, lo que se disfruta es a Clint
Eastwood con una interpretación fabulosa que llena la pantalla y hace grande la
película. A sus 89 años, interpreta a un anciano en una situación límite con
una naturalidad que te hace olvidar que es un actor.
Es emotiva, trágica, cómica, sencilla, con una música
agradable, previsible y sin sorpresas.
No siendo, ni de lejos, lo mejor que ha hecho Eastwood, nos
levantamos de la butaca satisfechos y casi seguros de haber disfrutado la
última interpretación de uno de los grandes del cine. Merece la pena verla.
Me alegro,que te gustase,la verdad es que lo has definido muy bien, Él llena la pantalla
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