jueves, 16 de mayo de 2019

Desde el otro lado: Mi opinión


Conocí a Carmela Trujillo cuando ganó el  Premio Internacional HQÑ 2019 de Harper Collins Ibérica por su novela Martina. La hice una pequeña entrevista para la Revista Pasar Página y comenzamos a intercambiar comentarios en Facebook.
Después colaboró conmigo en el artículo Charlas de mesa camilla sobre la maternidad y ahora tenemos una comunicación asidua.

La verdad es que no me esperaba que le pidiese a Erika Araya de  Kuei Ediciones, que me enviase este libro del que no conocía nada.

Sinopsis:

Tras sufrir un accidente en una carretera comarcal, el alma de Blanca de los Ríos llega a un lugar de tránsito con un toque terrenal donde, mirando los espejos de sus aseos, ella puede ver qué es lo que ocurre al otro lado; qué es lo que ocurre con quienes se quedaron. Mientras, en el lado de los vivos, todas las personas con quienes se relacionó Blanca, la recuerdan con más o menos tristeza. Solo su madre la mantendrá viva e intacta en su memoria, gracias al vínculo especial que siempre existió en ellas. Un vínculo que no entiende de lugares ni espacios y que hará que ambas noten sus respectivas presencias.

Mi opinión: 

No puedo negar que la empecé a leer con recelo, porque el tema no me apasionaba, pero fue creciendo mi interés por la historia y por lo que les va ocurriendo a sus protagonistas.

Con una original forma de narrar, nos va contando la historia de Blanca, muerta, el lugar en el que se encuentra hasta que resuelva sus cosas pendientes en el mundo de los vivos, como era su vida y sus relaciones con los demás, tal y cómo lo percibía ella y cómo era tal y como lo percibían los demás.
La historia de Candela, Cande, su madre, cómo vive la pérdida de su hija, el duelo.

Los extraños títulos de los capítulos que se repiten: Son las dos de la madrugada, y llueve. Los que esperan al otro lado. Y la vida continua, mientras tanto. La vida colateral. Amistades y amores que dan miedo…

Las magníficas reflexiones de la carpeta roja y la carpeta azul: 

Los sueños hay que nombrarlos para que se conviertan en realidad. Hay que llamarlos por su propio nombre y en voz alta para que pierdan el miedo y aparezcan en nuestras vidas.

Y un epílogo maravilloso.

Un canto al amor entre madre e hija, contado de la forma más dura que se puede contar, desde la pérdida y que, sin embargo, nos permite imaginar que existe algo más allá, que nuestros seres queridos están en algún lugar y que podemos sentirlos y también un canto a la vida y a la superación.

Os invito a leerlo.

Reseña original publicada en el Blog de la Revista Pasar Página

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