viernes, 24 de noviembre de 2017

Paseando por Ávila


Hace tiempo que tenía pendiente volver a Ávila, pasear haciendo turismo, despacio. El pasado trece de Octubre fue la fecha elegida.
No me había dado cuenta de que el domingo 15 se celebra el día de Santa Teresa, patrona de la ciudad, por lo que todo Ávila estaba vestido de fiesta.
Al dejar el coche en el aparcamiento de la plaza de Santa Teresa, por ahí inicio la ruta. Esta plaza, también llamada del Mercado Grande, alberga las grandes celebraciones. Sus soportales recuerdan los de otras plazas de otras ciudades. Al fondo la iglesia de San Pedro.
En la casa de la Carnicería, en la propia muralla, decido sacar la entrada para hacer el paseo por su superficie, que está dividido en dos tramos. El primero de ellos, el más largo, lo inicio en este momento, con audio guía (está incluida en el precio), empapándome de la historia de esta ciudad. No voy a relatar todo lo que vi, porque sería muy largo, sólo deciros que hay que hacer este recorrido porque es la única forma de tomar conciencia de lo aquí ha ocurrido, de la forma de vivir de sus gentes a lo largo de los siglos, de sus diferentes barrios de los que se tiene, desde las alturas, una magnífica perspectiva, de sus iglesias y sus palacios y, por supuesto, de la Catedral.
El paseo me maravilla y me detengo más de lo que tenía previsto por lo que se me echa encima la hora de comer. Salgo junto al precioso Parador ubicado en el palacio de Piedras Albas del siglo XVI. Uno de los muchos palacios adosados a las murallas.
Aunque parece que me he alejado mucho, enseguida me doy cuenta de que en Ávila todo está cerca. Camino poco hasta llegar a un rincón frente a la capilla de Mosen Rubí, que me agrada para comer antes de adentrarme en todo el centro. Comida típica y bien cocinada. Una pena las patatas revolconas que tengo que devolver por estar demasiado picantes, incomibles.
Continúo mi paseo, contemplando de cerca algunos de los monumentos que he visto desde arriba, como la Basílica de San Vicente.
Mi siguiente visita es la Catedral. Para acceder al interior también hay que pagar, pero creo que merece la pena. Se considera la primera catedral gótica de España. La piedra arenisca ferruginosa, conocida como «piedra sangrante» es una de las cosas que más me llama la atención. En general me parece magnífica y poco mencionada entre las grandes catedrales españolas. Aunque yo no lo hago, se puede subir a la torre para contemplar las vistas. Todo su entorno tiene mucho encanto.
En la ruta que me he fijado llego a la iglesia convento de Santa Teresa, para lo que atravieso bonitas calles y plazas, sin dejar de contemplar la muralla. La más importante, la plaza del Mercado Chico o plaza Mayor.
El mirador al que se accede a través de la Puerta de Santa Teresa, me ofrece una magnífica panorámica del valle de Amblés. Entro otra vez en el recinto amurallado por la Puerta del Rastro.
Me queda visitar el segundo tramo de la muralla y quiero intentar fotografiar la puesta de sol, aunque todavía anochece demasiado tarde.
Este segundo tramo, el más corto, me permite contemplar la Plaza de Santa Teresa en todo su esplendor, el horroroso edificio diseñado por Moneo, y la cabecera de la catedral. También hay una bella panorámica de la plaza de Adolfo Suarez, con una fuente en la que se reflejan los rayos de sol.
Es viernes y esta zona se está llenando de gente, es hora de abandonar la ciudad, no sin antes comprar unos dulces típicos que me recomiendan, que no sean las yemas de Santa Teresa, que no me gustan.

Volveré porque es uno de esos rincones con encanto que no me canso de visitar.

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