Hace tiempo que tenía pendiente volver a Ávila, pasear
haciendo turismo, despacio. El pasado trece de Octubre fue la fecha elegida.
No me había dado cuenta de que el domingo 15 se celebra el
día de Santa Teresa, patrona de la ciudad, por lo que todo Ávila estaba vestido de fiesta.
Al dejar el coche en el aparcamiento de la plaza de Santa
Teresa, por ahí inicio la ruta. Esta plaza, también llamada del Mercado Grande,
alberga las grandes celebraciones. Sus soportales recuerdan los de otras plazas
de otras ciudades. Al fondo la iglesia de San Pedro.
En la casa de la Carnicería, en la propia muralla, decido
sacar la entrada para hacer el paseo por su superficie, que está dividido en
dos tramos. El primero de ellos, el más largo, lo inicio en este momento, con
audio guía (está incluida en el precio), empapándome de la historia de esta
ciudad. No voy a relatar todo lo que vi, porque sería muy largo, sólo deciros
que hay que hacer este recorrido porque es la única forma de tomar conciencia
de lo aquí ha ocurrido, de la forma de vivir de sus gentes a lo largo de
los siglos, de sus diferentes barrios de los que se tiene, desde las alturas,
una magnífica perspectiva, de sus iglesias y sus palacios y, por supuesto, de
la Catedral.
El paseo me maravilla y me detengo más de lo que tenía
previsto por lo que se me echa encima la hora de comer. Salgo junto al precioso
Parador ubicado en el palacio de Piedras Albas del siglo XVI. Uno de los muchos
palacios adosados a las murallas.
Aunque parece que me he alejado mucho, enseguida me doy
cuenta de que en Ávila todo está cerca. Camino poco hasta llegar a un rincón
frente a la capilla de Mosen Rubí, que me agrada para comer antes de adentrarme
en todo el centro. Comida típica y bien cocinada. Una pena las patatas
revolconas que tengo que devolver por estar demasiado picantes, incomibles.
Continúo mi paseo, contemplando de cerca algunos de los
monumentos que he visto desde arriba, como la Basílica de San Vicente.
Mi siguiente visita es la Catedral. Para acceder al interior
también hay que pagar, pero creo que merece la pena. Se considera la primera
catedral gótica de España. La piedra arenisca ferruginosa, conocida como
«piedra sangrante» es una de las cosas que más me llama la atención. En general
me parece magnífica y poco mencionada entre las grandes catedrales españolas.
Aunque yo no lo hago, se puede subir a la torre para contemplar las vistas.
Todo su entorno tiene mucho encanto.
En la ruta que me he fijado llego a la
iglesia convento de Santa Teresa, para lo que atravieso bonitas calles y plazas, sin dejar de contemplar la muralla. La más importante, la plaza del Mercado
Chico o plaza Mayor.
El mirador al que se accede a través de la Puerta de Santa
Teresa, me ofrece una magnífica panorámica
del valle de Amblés. Entro otra vez en el recinto amurallado por la Puerta del
Rastro.
Me queda visitar el segundo tramo de la muralla y quiero
intentar fotografiar la puesta de sol, aunque todavía anochece demasiado tarde.
Este segundo tramo, el más corto, me permite contemplar la
Plaza de Santa Teresa en todo su esplendor, el horroroso edificio diseñado por
Moneo, y la cabecera de la catedral. También hay una bella panorámica de la
plaza de Adolfo Suarez, con una fuente en la que se reflejan los rayos de sol.
Es viernes y esta zona se está llenando de gente, es hora de
abandonar la ciudad, no sin antes comprar unos dulces típicos que me
recomiendan, que no sean las yemas de Santa Teresa, que no me gustan.
Volveré porque es uno de esos rincones con encanto que no me
canso de visitar.
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