Querida Manuela:
Hace muy poquitos días que has cumplido dos años y esta vez sí
que has tenido noción de que algo diferente ocurría.
Has cambiado mucho, y no me refiero a físicamente. Te has
convertido en una niña más sociable, que disfruta en la escuela infantil,
jugando con sus compañeros y que corres al encuentro de la gente querida para
darles besos y abrazos.
Hablas poco pero tienes una expresividad en la cara que te
hace ser comprendida con pocas palabras. Te ríes por todo, aunque también
tienes un carácter fuerte y quieres imponer tu voluntad, o al menos lo
intentas.
Te gusta muchísimo hablar por teléfono, en tu idioma, del
que no tenemos traductor, y escuchar una y otra vez los mensajes de voz que te enviamos.
Te encanta mirar como papá hace construcciones, con la meticulosidad que
le caracteriza, para luego destruirlas con una patada y una enorme carcajada.
Te gusta cantar, bailar y disfrazarte. El día de tu fiesta
te vistieron de princesa con una capa con estrellas y en la escuela infantil te
coronaron y tus compañeros te cantaron el cumpleaños feliz.
Pensábamos que eras pequeña para los álbumes de cromos, pero
te encanta pasar las páginas del de Gorjus que te regalé, y buscar el cromo del
perrito, al que das un beso. Tú los llamas pegatinas y te tiene que ayudar
mamá, porque los pegas en cualquier sitio, pero disfrutas abriendo los sobres y
rellenando huecos.
Con tu prima Almudena, la bebé, tienes verdadera pasión,
aunque no te gusta que papá la tenga demasiado tiempo en sus brazos. Tu papá es
tuyo.
Tu sillita de pasear muñecos te sirve para ir recogiendo
todo lo que encuentras en el suelo y te gusta. Se puede encontrar en ella un
muñeco, una galleta, una fruta y casi cualquier cosa que quepa. Por eso han decidido ampliar el volumen y regalarte un coche de capota, para que te quepa todo.
Has descubierto lo divertido que es hacer puzles y mirar cuentos, aunque te gusta más que te los lea mamá.
Disfrutaste con tu fiesta, con las celebraciones y con los
regalos. La guinda fue la bicicleta que te regalo la tía Almu, tu primera
bicicleta, a la que te subiste sin dejarnos quitar las cintas y lazos de
regalo.
Así eres, una niña feliz que no recordará nada de lo que te
estoy contando porque eres pequeña para tener recuerdos, pero para eso están
mis cartas.
¡Un millón de besos!
El próximo verano no me las pierdo a las tres jugando en la urba. Son unas niñas sociables que mantienen conversaciones a su manera con los adultos. Claro que tienen una buena maestra, y no me refiero a la abuela, sinoa Victoria que fue la primera en llegar.
ResponderEliminarFelicidades, Manuela. Nos debemos un achuchón.
Un beso, Mercedes.
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