No pensaba que pudiese viajar a Córdoba en noviembre y
disfrutar de la visita a los patios cordobeses.
En el barrio del Alcázar Viejo, más conocido por el barrio
de San Basilio, todas las casas siguen el tipo de construcción árabe con un
patio central. Es además un barrio blanco, de paredes encaladas y calles
estrechas.
En el primero que visito, en la calle Martín de Roa, me
recibe su propietaria Araceli, que me contó toda la historia de su casa, de su
patio, el único que tiene un pedazo de la muralla del siglo XIII integrada en
el muro, y que ella ha convertido en un museo con un pozo árabe, aparejos
antiguos de labranza que le han regalado anticuarios o que ella ha comprado
para decorar su pequeño oasis. Es tan agradable su conversación que se me pasa
el tiempo sin darme cuenta.
Mi siguiente visita, el patio de Blanca, es más sombrío y no
llama tanto la atención, aunque el tipo de edificación, con una parte de
arquitectura cordobesa y una parte de arquitectura castellana, es muy curiosa.
También converso un buen rato con Carlos, la persona que me lo enseña, contándome
tradiciones cordobesas y el éxito que ha sido «Flora» en su primera edición, un
Festival Internacional de Flores.
Mi última visita de esta ruta, el patio de la Costurera, el
único que conserva la arquitectura original de la casa, me trasporta a otros
tiempos.
Me muestra cada uno de sus rincones, su restauración tras unos años de abandono en el que se habían cubierto los materiales originales, la recuperación de un antiquísimo pozo al que se le calculan 800 años de antigüedad, y una exposición de menaje de cocina antiguo, que merece por sí sola, otra entrada en este blog.
Me muestra cada uno de sus rincones, su restauración tras unos años de abandono en el que se habían cubierto los materiales originales, la recuperación de un antiquísimo pozo al que se le calculan 800 años de antigüedad, y una exposición de menaje de cocina antiguo, que merece por sí sola, otra entrada en este blog.
Un último patio, el de la Asociación de Amigos de los Patios
de Córdoba, no pude disfrutarlo porque como su visita es gratuita, tenía tanto
público que no se podía apreciar.
Pero quedaban más sorpresas porque en el barrio de Santa
Marina, me adentro en los doce patios del
Palacio de Viana. ¡Qué maravilla!
Los paseo despacio, admirando las plantas y la arquitectura
que los conforman. Me llaman la atención, sobre todos, el patio de recibo y el
de los gatos. Este último es el patio de vecinos documentado, más antiguo de
Córdoba.
De verdad que no me lo esperaba, y ahora sólo puedo pensar
cómo serán estos patios en primavera, cubiertos de flores, y como embriagarán
sus olores, tendré que volver para contároslo.
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