miércoles, 1 de noviembre de 2017

Ruta por el Madrid fantasmagórico y paranormal.



La noche de Halloween, ha sido
la elegida para hacer esta ruta guiada por Tania Mamolar, con los amigos del grupo de fotografía MBN.

Nuestro punto de encuentro, el Palacio de Correos, para estar frente al Palacio de Linares, actual sede de la Casa de América.
En este palacio tuvieron lugar unos acontecimientos muy conocidos, cuando se iniciaron las obras de rehabilitación. Se escuchaban voces, y dieron lugar a estudios de “especialistas” y varios programas de televisión.
Pero lo que nos interesa en esta ruta son los fantasmas, y aquí vive Raimundita, hija, ahijada o lo que sea, depende de las leyendas, de los marqueses, que habita en la casa del jardín, y que visitamos casi en absoluta obscuridad.
Se une a nuestro grupo.

Continuamos por el Paseo de Recoletos para llegar a una casa de vecinos frente al teatro María Guerrero, en el que hubo un anticuario “El baúl del monje” con extraños sucesos. Parece ser que las energías negativas del dueño del comercio, inexplicablemente, hacían mover cosas…aquí no se nos unió ningún fantasma.

En la iglesia de San José, en la calle de Alcalá, nos encontramos con el fantasma de la dama de la rosa blanca, que resucitó para vivir su último baile de carnaval, bailando toda la noche con un diplomático extranjero al que luego invitó a visitar esta iglesia en la que estaba esperando el ataúd en el que la enterrarían al día siguiente. La dama, elegantemente vestida, se viene con nosotros.

En la plaza del Rey, en los tejados de la Casa de las Siete Chimeneas, vive el fantasma de la joven Elena, muerta en extrañas circunstancias y cuyo cadáver desapareció. Siglos después, encontraron en el sótano los restos humanos de una mujer junto con unas monedas del siglo XVI. Con su túnica blanca y una antorcha en su mano, se une a nuestra ruta.

Frente al edificio de Telefónica, el que fue el primer rascacielos de Europa, Tania nos presentó a Goyito, el niño que vive entre la planta nueve y la trece. Hace una noche espléndida y también se viene con nosotros.

En la calle de la Montera, casi en la Puerta del Sol, y dado que todo Madrid ha decidido salir esta noche y no se puede caminar, nos paramos en un rinconcito para hablar de Ataulfo, el fantasma del Museo Reina Sofía, que mueve los ascensores sin que nadie los llame y que es el representante de todos los muertos que allí hubo cuando era un hospital. Según nombran al fantasma, se presenta en el grupo, vamos creciendo.

En el Palacio de Correos, el fantasma tuvo que ser “neutralizado” por un sacerdote de la cercana iglesia del Buen Suceso, hoy desaparecida. El sacerdote figura en los gastos de construcción del palacio, en nómina, ya que todos los días acudía para que el fantasma, que plasmaba el descontento de los espíritus porque el arquitecto elegido fuese un francés, dejase trabajar a los obreros y no moviese los andamios. Le hemos caído simpáticos y decide acompañarnos.

En la calle del Arenal, en la iglesia de San Ginés, el fantasma del caballero con su cabeza bajo el brazo, vaga desde hace más de seis siglos, ya que nunca se encontraron a sus verdaderos asesinos. Con cuidado para no perder la cabeza, decide pasear con nosotros hacia la Plaza Mayor.

Qué decir de esta plaza, a la que accedemos a través de la antiguamente llamada calle de la Amargura, por donde entraban los reos que iban a ser ajusticiados. Muertos por condena, por alguno de los incendios sufridos, tienen un fantasma que los representa a todos, Cirilo. Con una sonrisa burlona, se queda para acompañarnos en lo que queda de ruta.

En la calle de Sacramento, el fantasma de la doncella que llama al soldado desde el balcón, con el que vive una noche de amor. Al amanecer, el soldado sale con tanta prisa ante el inminente cambio de guardia, que olvida su espada. Cuando vuelve a por ella la casa está abandonada y su espada oxidada junto al lecho. Lo considera una señal divina y abandona su vida disoluta. Nuestro grupo crece.

Nos hemos alejado del mundanal ruido, estamos solos en el viejo y bello Madrid, en una noche espléndida de otoño. El fantasma del Marqués de Cañete, asesinado por un criado y de cuya muerte fue culpado un fraile, nos está esperando.

No podemos pasar de largo el Convento de las Carboneras, con un fantasma de la nobleza, su fundadora, Beatriz Ramírez de Mendoza, que acudía a rezar y al refectorio cada día. Tan egregia dama no duda en continuar con nosotros el paseo.

Se está haciendo tarde pero nos queda la Plaza de Oriente, a la que llegamos entre callejas con poca luz.

En esta plaza, antiguo campo de espíritus, brujas y fantasmas, nos cuenta como las figuras trepaban por las paredes y se aparecían a los obreros durante la construcción del palacio, también lo hicieron en los sueños de Isabel de Farnesio. Yo los imagino en plan simpático, con cara de diablillos.

Es la hora de despedirse, nos hemos alargado hasta casi las doce, y las brujas están empezando a sobrevolar con sus escobas. Tania nos hace un resumen de todo lo visto y escuchado, y recibe un merecidísimo aplauso. Al fondo se oyen unos ruiditos, unas risas, unas despedidas, unas sombras… ¿Me lo habré imaginado yo?

Magnífica noche y agradable compañía, no puedo decir más.

6 comentarios:

  1. Qué divertido!! Contado Así....pero que se queden contigo que yo vivo en la periferia y a los fantasmas les gusta las zonas nobles de Madrid.
    Que memorión tienes, encantada de haber compartido está ruta en tan buena compañía

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    1. No tengo memoria, he tenido que echar mano de san Google. La compañía insuperable. Besitos.

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  2. Que buen resumen, así nos queda para recordarlo a todos. Gracias por la crónica. Yo me lo pasé genial.

    Bss

    Elena

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    1. Yo también lo pasé muy bien y he disfrutado escribiendo la crónica y recordando anécdotas. Besitos.

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  3. Me encanta tu conocimiento de Madrid y sus secretos. Me tienes que llevar, porque ya es hora de vivir Madrid y sus leyendas. Magnífica crónica, Almudena.

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    1. En cuanto tu espalda te de una tregua, te vienes. Carmen también está en el grupo y lo pasaríamos muy bien.
      Como siempre, gracias por leerme.

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