Una de las cosas que más he disfrutado de mi reciente visita
a Córdoba, han sido los paseos por la ribera del Guadalquivir.
Desde el Puente Romano hasta el de San Rafael, es un paseo
relajado, sin gente, disfrutando de una zona protegida, los Sotos de la
Albolafia, con innumerables plantas de diferentes colores en esta época de
otoño. Leo que se pueden avistar hasta ciento diez especies de aves diferentes,
entre las que se encuentra el águila pescadora.
Ambos lados los he paseado de día y de noche. La noche,
envuelve la zona con una iluminación suave, que invita a las confidencias,
aunque también nos cruzamos con mucha gente caminando deprisa o corriendo con
ropa deportiva.
Durante la mañana, la marabunta de turistas en la avenida
del Alcázar, dificulta el camino, ya que aquí paran muchos autocares, por lo
que es más agradable caminar por la avenida de fray Albino, además de tener
unas vistas espectaculares del Puente romano, La torre de la Calahorra, la
Mezquita y el Alcázar de los reyes cristianos. Por supuesto hay que repetirlo
de noche.
Los reflejos en el río cambian según van pasando las horas,
las fotografías son muy diferentes, el color del agua e incluso el color de la
piedra romana.
Si caminamos hacia el puente de Miraflores, además de poder
fotografiar desde el otro lado, conoceremos la zona de restauración más
moderna, los lugares donde se ha intentado fusionar la cocina andalusí, con la
moderna cocina de diseño y, en sus terrazas, agradables zonas para tomar una
copa.
Y llega la puesta de sol, esa hora mágica que dura unos
minutos, en la que se nos va escondiendo la luz dejando unos reflejos
increíbles en el agua del río y en el cielo cordobés.
Este pequeño paseo es uno de los rincones más bellos que me
he encontrado.
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