domingo, 12 de diciembre de 2021

Mis adornos de Navidad

Ya he vestido la casa de Navidad con muchos detalles que, para mí, son tradiciones y recuerdos.

Este año el árbol tiene una bola especial, la que mi sobrina Ari nos decoró las navidades pasadas y que no nos pudo dar por culpa de las restricciones, primero, y nuestro contagio del virus, después.

Lo han decorado dos de mis nietas, a las que intentamos inculcarles el espíritu de la Navidad.

Al lado del árbol, está el poblado de Papá Noel. Cuando murió mi padre, ya hace muchos años, tenía figuritas de madera, muy pequeñas, que utilicé para decorar un árbol pequeñito en casa de mi madre. Pero cuando ella también se fue, monté este pueblito, con su estación, su tren y un gran árbol, todo de madera. También pongo un árbol de cristal de murano que compré en Venecia y que el resto del año vive en la vitrina junto a las copas de cava.

En el pasillo, montamos el nacimiento que ha pasado por muchas etapas. Cuando mis hijos eran pequeños, poníamos uno con figuras de barro, a dos alturas, en una maqueta que hizo mi padre y que guardábamos en su buhardilla. La maqueta se fue deteriorando y acabó en la basura y las figuras, simplemente, desaparecieron. Nadie sabe dónde están.


Entonces le llegó el momento a uno que hizo mi hijo en sexto de primaria, de escayola y tratado con barniz dorado y betún de judea, grande, solo el misterio. Compré un ángel y una estrella de alambre, y quedaba un conjunto muy bonito.

Cuando deshicimos la casa de mis padres, me quedé con el nacimiento murciano de mi padre, precioso. Yo no podía poner todas las figuras, pero sustituí el de escayola por una pequeña joya que, además, me traía unos maravillosos recuerdos.

Con el nacimiento de Victoria, mi primera nieta y, meses después, de Manuela, me replanteé nuevamente el belén. Coincidiendo con su segunda Navidad decidí sustituirlo por uno de plástico, con el que pudiese jugar, como ya hicieron mis hijos. Este se queda por ahora, porque luego vino Almudena y después llegará… bueno eso ya os lo contaré.


Es muy gracioso verlas jugar con él, acuestan a las ovejas, ponen a dormir a los patos y he tenido que hacerle una mantita al niño Jesús porque pasa frío.

Mis adornos se completan con un centro de mesa, un Papá Noel de peluche que me compré en la tienda de Navidad que hay en la Quinta Avenida de Nueva York y que fue lo único que nos pudimos permitir, porque los precios eran increíblemente caros y una estrella dorada de piel, que me regaló Mayte, mi amiga peletera, que siempre preside mi salón, porque personaliza la estrella a la que se fueron mis padres, hace ya muchas navidades.








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