Este último fin de semana ha sido muy especial para el
futbol español pero sobre todo para el madrileño.
Dos equipos rivales, Atlético de Madrid y Real Madrid, se
jugaban la final de la Copa del Rey.
Un trofeo, dicen los entendidos, despreciado en muchas
ocasiones por los grandes, que aspiran a ganar la Liga y la Champion,
restándole importancia a la Copa.
Pero en esta ocasión llegaban ambos con muchas ganas.
Los atléticos, porque no la ganaban hace diecisiete años,
y tampoco habían conseguido batir a su eterno rival desde hace catorce, además
de haber hecho una gran temporada.
Los madridistas porque, con su plantilla de lujo y su
carismático entrenador, habían visto cómo se les escapaban sus dos grandes
aspiraciones y esta copa era la que les podía salvar.
Las aficiones se entregaron a pesar del altísimo precio
de las entradas, que siguen siendo las más caras de Europa.
Muchos aprovecharon para reunirse con amigos o familiares
para compartir este Derby tan especial, colchoneros y merengues, los equipos de
casa.
El dispositivo policial preparado, las fuentes
acordonadas, todo listo.
Y vivimos ciento veinte minutos más bien aburridos, en
los que no se vio un gran futbol, en el que fueron protagonistas los tiros al
palo del Madrid, las paradas magníficas del portero atlético y poco más.
Cómo ocurre tantas veces, a última hora el árbitro quiso
pasar a la historia y expulsó a Mourinho y a Ronaldo.
Y hasta ahí, todo normal.
Pero llegó el momento de la entrega de trofeos.
En el palco, los Reyes habían aparcado sus diferencias y
habían ido juntos a presidir el partido, acompañados de muchas personalidades,
que no voy a citar.
En toda final, uno gana y otro pierde. Y cómo siempre se
ha dicho, lo difícil es saber perder.
Pues bien, hubo dos señores, Cristiano y Mourinho, que
estaban tan enfadados y tan decepcionados que no les apeteció salir del vestuario
y subir al palco a recoger su medalla de plata, la de los perdedores.
Porque la plata es una medalla que se gana siempre por
haber perdido, pero es así y hay que aceptarlo.
Con su negativa, demostraron una falta total de respeto a
las Instituciones, a la afición, a su equipo y a los flamantes ganadores, el
Atlético de Madrid, que habían ganado limpiamente la Copa y se merecían que
TODOS los del equipo rival hubiesen estrechado la mano de su Presidente,
dándole la enhorabuena y, por supuesto, una gran falta de EDUCACIÓN.
Dicen que el club les va a poner una sanción económica.
A mí eso no me vale.
La sanción es que no se merecen estar en el Real Madrid,
mi equipo.
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