miércoles, 22 de octubre de 2014

Hay que deshacer la casa



Hace años vi la obra de teatro “Hay que deshacer la casa” de Sebastián Junyent por Amparo Rivelles y Lola Cardona y me gustó tanto que nunca la he olvidado y ha quedado como una de mis obras favoritas.
Curiosamente estoy viviendo algo similar con mi hermana y me está sirviendo para que el periodo que los psiquiatras llaman de duelo, sea mucho más llevadero.
No hay reproches, como en la obra de teatro, si no complicidad, cada tarde de viernes, para ir desgranando, poco a poco, toda una vida de nuestra familia.
Porque mi madre ha sido, en realidad, la última que ha abandonado este hogar, que se inició con mis abuelos en los primeros años de la década de los 30.
Es, por tanto, una tarea lenta y complicada pero llena de recuerdos.

Fotos que no habías visto nunca, la vajilla que le regalaron a tu abuela en su boda en 1908, la vajilla de tu madre, que sólo se usaba en Navidad, los cubiertos que siempre te habían dicho que eran de plata y son de alpaca, los jarrones que estaban guardados para que no se rompiesen, nuestras notas de 1º de Bachillerato, todos los recortes de periódico en los que se menciona a mi hermano, nuestros carnets de estudiante, la gorra y el pañuelo de mi padre cuando se vestía de chulapo y así podría seguir enumerando.
La mayoría de las cosas sin más valor que el sentimental, pero que tiene escrita nuestra historia.
Y me está gustando. Disfruto con ello.
Según vamos avanzando, charlamos, comentamos, recordamos, nos tomamos un café y cerramos la puerta hasta el viernes siguiente, después de haber preparado bolsas de basura, bolsas de ropa para regalar y alguna cosilla para llevarnos a nuestras casas.
Seguimos quedando “en casa de mamá”

Y cada viernes, pienso en lo duro que va a ser el día que cerremos definitivamente la puerta, pero eso…………..está por llegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario