viernes, 29 de marzo de 2013

Otra vez llovió....


Otro año más, tenemos una Semana Santa “pasada por agua” en la mayoría de España.
De todos es conocido que la celebración de la Semana Santa son unas fechas variables ya que el Viernes Santo es el primer viernes después de la primera luna llena que se produce tras el equinoccio de primavera.
Aunque parezca complicado y, sin hacer muchos cálculos, puede ser una de las dos últimas semanas de marzo o una de las tres primeras de abril.
Vamos que abarca un amplio periodo y ya es mala suerte, que siempre llueva.
Incluso cuando hemos tenido un mes de marzo con temperaturas altísimas, se ha estropeado cuando han llegado las fechas señaladas.
Dicen los meteorólogos que es propio de la estación primaveral, y que hay menos probabilidad de lluvia si es en marzo que si es en abril.
Hay creencias populares que cuentan que la semana posterior a una la luna llena atrae más lluvias, precisamente la Semana Santa es una de estas semanas, pero no hay argumentación científica que lo avale.
Pero lo que es una realidad para todos nosotros es que, por motivos religiosos o laicos, todos esperamos con ilusión la llegada de estos días.
Las audiencias de las predicciones meteorológicas en los informativos, se disparan.
La presión es importante, tanto por parte de la gente,  cómo de los hosteleros de las zonas más visitadas que no quieren ni oír hablar de nubes.
Y no digamos nada de las procesiones.
Un año entero preparando la salida de sus iglesias, costaleros, nazarenos, tallas de valor incalculable, fieles, devotos, todos mirando al cielo y llorando cuando se confirma lo que todos temían.
Yo este año, he notado menos gente en todos los sitios.
Este mal tiempo se ha aliado con la crisis y ha terminado de rematar una semana aciaga.
Y me da pena.
Pena por los que ponen toda su ilusión y su devoción en acompañar a sus sagradas imágenes por las calles de sus ciudades.
Pena por los que se han pagado un viaje y han tenido que disfrutarlo con paraguas y chubasquero.
Pena por tantos escolares que no han podido salir de casa en sus merecidas vacaciones.
Pena por el turismo que otro año, igual no vuelve.
Pena por los que pretendían salvar el trimestre con las ventas de estos días.
Y pena, porque a mí la lluvia siempre me da pena.



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