jueves, 30 de octubre de 2014

Halloween

Mañana se celebra la fiesta de Halloween.
Hoy ya se notaba en las calles, con personas disfrazadas, sobre todo porque en Madrid mañana es día no lectivo.
Pero me ha llamado la atención la manía que mucha gente tiene a esta fiesta, que dicen importada de Estados Unidos y que no tiene cabida en nuestra cultura.
Y me hace gracia.

El Carnaval, al que nadie hace “ascos” era una fiesta pagana, los antiguos Saturnales en honor a Saturno, que con la llegada del cristianismo, se trasformó para despedirse de comer carne y  de llevar una vida licenciosa durante la Cuaresma.

La Navidad, también fue durante siglos la celebración del solsticio de invierno y el cristianismo decidió instituir el 25 de Diciembre como fecha del nacimiento de Jesús, para hacerla coincidir con la fiesta pagana y que ésta desapareciese y se convirtiese en fiesta cristiana.
Por otra parte todos los historiadores coinciden en que Jesús no pudo nacer un 25 de diciembre, sino más bien en primavera.

El árbol de Navidad, originario del norte de Europa que, a su vez lo habían copiado de los romanos, también era pagano pero fue adoptado por los cristianos cuando evangelizaron la zona. No queda muy clara la leyenda de San Bonifacio y no se sabe si plantó una cruz o un pino, pero de cualquier forma la Iglesia Católica no ve con malos ojos los árboles de navidad, como así lo dijo públicamente el Papa Benedicto XVI.

Y ahora viene Halloween.

Su nombre proviene del inglés antiguo “All hallodw´s eve” que significa víspera de todos los santos.
Esta celebración se inició con los celtas y sus dioses paganos y, cuando éstos se cristianizaron, no quisieron renunciar a sus costumbres.
Muchos siglos después, algunos inmigrantes irlandeses lo introdujeron en Estados Unidos, que lo han convertido en parte de su folclore popular.
Curiosamente, el mundo cristiano celebraba la fiesta de Todos los Santos en mayo y el Papa Gregorio III lo cambió al 1 de noviembre para hacerlo coincidir con la fiesta a la que los celtas no habían querido renunciar.


Vamos, que puestos a copiar, no hemos copiado nada de los americanos. Ellos han hecho suya una fiesta que mucho antes había “copiado” el cristianismo, aunque celebrándola de diferente forma.
Pero creo que no  se hace daño a nadie porque, por una noche, la gente olvide sus penas y se rían de lo que a todos nos da tanto miedo: la muerte.

3 comentarios:

  1. Muy interesante lo que dices. A mí, la verdad, me da lo mismo una que otra. Para mí todas tienen en común un mecanismo económico: las visitas a los cementerios, las flores. Los disfraces, las chuches y toda una serie de extras que determinados días se incorporan a lo cotidiano. Pasémoslo bien. Al que le guste, que participe y al que no, que se quede en su casa, que para eso sí tenemos libertad.

    ResponderEliminar
  2. Estoy totalmente de acuerdo en lo que dices y en lo que dice Mercedes Gallego. A mi todo lo que sea pasarlo bien y olvidar las penas del día a día, que a veces son muchas, me parece genial.
    Es verdad que hay mucho de móvil económico, como también el día del Padre o de la Madre...pero hay que sostener el comercio, jajja

    ResponderEliminar