martes, 30 de diciembre de 2014

2014


Estábamos cenando con Marisa y Pablo, y echaba yo “pestes” del año que se acaba, y me preguntó Pablo que si, en lo personal,  había sido tan malo. Aunque le dije que sí, ahora se me ha ocurrido poner en una balanza lo malo y lo bueno, a ver que pasa…

El 2014 ha estado marcado por la muerte de mi madre, que es algo que pesa mucho en la balanza de lo negativo.
Aunque lo empezó bastante bien, pidiéndome que le comprase algo bonito para ponerse para la cena, que curioso que fuese su última Nochevieja, se fue deteriorando y dejando a un lado sus ganas de vivir. A pesar de todo, se fue sin que lo esperásemos, de repente, después de un verano difícil pero sin graves problemas que nos hiciesen pensar que su vida se estaba acabando.

También tuve que decir adiós a una persona mucho más joven, que nos llenó a todos y, en especial a su hermana , de una gran tristeza.
Despedir a otras personas, jóvenes y mayores, que han traído desconsuelo y pena a las gentes que me rodean y a las que quiero, también tienen que estar en este balance.

En lo positivo, y sin ningún orden de importancia, empiezo por decir la alegría que me supuso conocer personalmente a varios escritores a los que admiro, en las presentaciones de diferentes libros y saludar a otros a los que ya conocía.

Los viajes, aunque cortos, han ayudado a paliar los problemas, en diferentes meses: A Cuenca, regalo de mi hijo, a Saro, con los amigos de siempre, a Oporto y a Bruselas con mi marido, que está siempre ahí, en lo bueno y en lo malo.

Otra cosa para el lado bueno es lo felices que son mis hijos en sus hogares y con sus vidas.
Mi hija se graduó, y se convirtió en médico especialista, mi hijo acabó su máster, mi hermana aprobó su oposición y ya es médico-funcionaria y mi sobrina terminó su segunda carrera con unas notas magníficas.
No puedo dejar de poner en el platillo bueno, la unión que hemos tenido mis hermanos y yo en los difíciles meses que hemos compartido y la inestimable ayuda de nuestras parejas y nuestros hijos.

El grupo tan majo que hemos creado en el gimnasio, que hace que vaya con menos desgana, aunque siga siendo una obligación que me he impuesto.
La celebración especial de mi cumpleaños, conjunto con mi hermana, que para eso somos gemelas, con una tarta sorpresa y muchísimos regalos.
La Nochebuena celebrada, por primera vez en casa de mi hija y mi yerno, y que fue todo un éxito.
Sentirme tan querida en mi trabajo.

Y dejo para el final lo más importante: el 28 de mayo mi hija nos dio la noticia de que íbamos a ser abuelos. Hemos vivido estos meses con alegría e ilusión y ya queda muy poco.
He acabado mi balance y creo que pesa más el lado positivo. Pablo, tenías razón. No puedo despedir el 2014 con pena, porque me ha traído también muy buenos momentos y el mejor de ellos, que comience el 2015 con la mayor de las alegrías:


“Esperando a Victoria”

2 comentarios:

  1. Cierto es que las muerten lo impregnan todo y parece que en el recuerdo pesen más lo momentos de sufrimiento que los de felicidad, pero visto desde fuera, creo que la balanza está equilibrada. Seguro que los que se han ido están procurando tu bien.

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    1. He necesitado escribir el resumen de mi año y ver las fotos para recordar los momentos, para darme cuenta de que ha estado equilibrado.
      Gracias por tus comentarios.

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