Ya eres mayor de edad, puedes votar, conducir y
seguir siendo nuestra “rubita”
Quisiste avisar de que estabas a punto de venir
cuando tus padres y tu hermana cenaban en mi casa, una fría noche del
veinticuatro de enero.
El veinticinco, domingo, me había levantado
temprano para preparar el cumple de Carlos, cumplía trece años, cuando sonó el
teléfono y la voz emocionada de tu padre me dio la noticia.
Fuiste una niña deseada, pero la segunda.
Ser la segunda después de una primera que había
sido la primera en todo, primera hija, primera nieta, primera sobrina, no iba a
ser fácil. Pero destacaste desde el primer día, con unos ojos azules que
iluminaban cualquier sitio en el que estuvieses y una sonrisa que encandilaba.
Has sido una niña dulce, que te dormías siempre en
las cenas fuera de casa, apoyando tu cabeza en la mesa o acurrucándote en los
brazos de quien te quisiese acoger.
Has participado en muchas cosas, dejando tu huella
y un montón de amigos, el patinaje, el atletismo, los scouts, tu antiguo
colegio…
Tu forma de ser, de ver la vida y de comportarte,
es especial.
Tu cara, al entrar a un salón con tantísimas
personas gritando “sorpresa”, no se puede describir. No sé si habrá foto,
porque muchos preferimos vivir el momento, tu emoción, en vez de coger el móvil
para inmortalizarlo, pero da igual, porque está en nuestra memoria.
Igual que quedará en tu recuerdo ese mural de fondo con las fotos que hemos ido
enviando en estas últimas semanas para desearte un feliz día.
No podemos saber lo que te deparará el futuro, ya
lo iremos viendo.
Lo que sí me apetece, es poder seguir compartiendo
momentos contigo, los especiales y, sobre todo, el día a día.
¡¡Felicidades, Paula!!