Me han cambiado mi oficina de Bankia, por cierre de la sucursal de la que era cliente.

A lo que iba a contar, que me enrollo, no me han enviado el
IBAN de la nueva cuenta, por lo que si tengo que hacer cualquier gestión, no
puedo.
Me he acercado a la oficina, para poner la cartilla al día,
sí es cartilla aunque parezca raro, preguntar por el nuevo IBAN y entregar una
carta que viene a nombre de mi madre, y que rehúso por fallecimiento del
titular.
Lo primero lo he podido hacer después de esperar una fila de
diez personas.

De las cuatro mesas con personal, una no atendía al público
y otra atendía con cita previa, por lo que sólo quedaban dos.
Hay que tener en cuenta que esta sucursal, al lado del
mercado de la Cebada, ya tenía una cartera de clientes considerable y ahora ha
absorbido otra sucursal íntegra, y los perjudicados con esta medida, como
siempre, los clientes.
Pero la guinda que ha colmado el pastel y lo que me ha
llevado a escribir esto en un momento de enfado monumental, es que ya no tienen
buzón para dejar una carta, que era mi punto número tres y hay que esperar tu
turno para que un comercial se haga cargo de ella o gastarte el dinero y
enviarla por correo ordinario.
Y si os estáis preguntando porqué sigo en Bankia, no es
fácil tener una cuenta en la que los gastos no se disparen si no tienes una
nómina o una hipoteca domiciliada, así que, aquí seguimos, y me he vuelto a
casa sin solucionar mis problemas.
Con la banca hemos topado, espero que se te pase el cabreo, porque a ellos les da igual.
ResponderEliminarYa se que les da igual. Eso es lo triste, que los clientes somos los últimos en su lista de prioridades, aunque sin nosotros, no existieran.
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