domingo, 6 de mayo de 2018

Historias de mi madre.


Hoy estaba haciendo mi cama, estrenando sábanas, y me he acordado de mi madre, como tantas veces…
Era una maniática de las camas bien hechas y con ropa buena y holgada.
Cuando su economía no le permitía hacer extras, compraba una buena tela, le pasaba un zigzag con su máquina de coser y conseguía unos juegos de cama perfectos. Pasados los años, pudo ahorrarse el trabajo y comprarlos, pero siempre eligiendo comercios que tuvieran una calidad exquisita en la ropa del hogar.

Su segunda manía en este tema, era la cama perfectamente hecha, sin una arruga. Si tenía que estrechar las fundas de las almohadas, o las bajeras de puntos ajustables, para que quedasen a su gusto, lo hacía sin ningún problema. Mi hermano siempre comentaba que mamá hacía la cama con escuadra y cartabón.
Y, llegados a este punto, esas manías, se heredan. Disfruto con una cama bien hecha y, si no tuviera que hacer yo la colada, ordenaría cambiar las sábanas a diario, para mí es un placer acostarme con sábanas limpias y planchadas.

Cuando mi madre murió, tenía juegos sin estrenar porque siempre guardaba alguno nuevo por si enfermaba y tenía que estar en cama. Mi hermana y yo conservamos parte de su «ajuar» que era infinitamente mejor que el nuestro. Ella conservó hasta el final su gusto por lo bueno y si nos encargaba hacerle alguna compra, nos apuntaba marcas y medidas para que no nos pudiésemos equivocar. Así era mi madre.

No necesito el día de la madre para recordarte, mamá, pero allá donde estés te envío un millón de besos.


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