domingo, 1 de julio de 2018

Se llamaba Manuel: Mi opinión



Sinopsis:

El cuerpo del joven Manuel Prieto aparece en el Cerro Garabitas de la Casa de Campo de Madrid el día de Nochebuena de 1952. Gonzalo Suárez, inspector de segunda del Cuerpo General de Policía, se hace cargo del caso. Un caso que, sin saberlo, cambiará su vida tal y como la conoce.
El teniente Arturo Saavedra negocia los términos del acuerdo que permitirá a Estados Unidos establecer bases militares en España. Y lo hace por convicción, pero también por interés personal: las negociaciones son la puerta abierta a la nueva vida que ansía por encima de todo.
Marga Uriarte vive con odio. En el pasado coqueteó con el entorno del Partido Comunista de España. Ahora, un viejo conocido le pide ayuda en nombre del partido. Lo que parecía un mero trámite para ganar algo de dinero se convierte en una oportunidad inmejorable para saldar cuentas con su pasado.
Tres historias que se desarrollan en una España en la que, se aseguraba, había empezado a amanecer. Aunque no para todos.

Mi lectura:

Un preámbulo que ya nos anticipa que nuestra lectura será dura, da paso a un primer capítulo en el que la mañana de Nochebuena de 1952 aparece muerto Manuel. Sí, porque el personaje que da nombre al título, ya está muerto cuando comienza el libro.
En capítulos cortos nos vamos a encontrar con tres historias paralelas, la de Gonzalo Suárez, policía encargado de investigar el asesinato de Manuel, la del militar Arturo Saavedra, muy cercano a la camarilla que visita a Franco en El Pardo y a Maga Uriarte, una bella mujer con un triste pasado.
A los tres nos los va a mostrar con sus aciertos y sus miserias, perfilando unos personajes a los que terminaremos conociendo muy bien, queriendo y odiando. Por supuesto están acompañados por unos secundarios de lujo, de los que yo me quedo con Canelita y con Rosa Prieto, la madre de Manuel, por la ternura que me han producido.
La música es la cuarta protagonista. Se puede decir que es una novela con banda sonora. También nos lleva al cine de esa década y, cómo no, al futbol, Gonzalo es un sufridor como seguidor del Atlético de Madrid.

Con un magnífico trabajo de documentación, nos muestra el Madrid de 1952-1953, ese en el que parecía que la guerra y la posguerra ya eran solo historia pero en el que seguía existiendo una brecha enorme entre los vencedores y los vencidos, entre los ricos y los pobres. Un Madrid gris de casas señoriales, criadas con cofia y miseria, mucha miseria. Un Madrid negociando con los americanos para romper el aislamiento internacional, con unos gerifaltes que no están a la altura, modélicos maridos de día y puteros de noche, a los que solo les mueve su propia ambición.
Política, espionaje, investigación, clandestinidad, prostitución, una pizca de amor…todo cabe en este magnífico libro que nos retrata una época y en el que el autor consigue ir entrelazando las historias para que todas acaben siendo una y mantengan la intriga del lector.
No deja nada sin cerrar, ni la más mínima historia que nos cuenta. Todo tiene una explicación y un final. Probablemente no sea el final más bonito, aunque sí el más lógico, porque ha buscado ser realista, mostrarnos las cosas como son, por duras que sean, sin recrearse en ellas pero describiéndolas con la crudeza necesaria.
Es en resumen una gran novela en la que ha sabido fusionar la Historia de España con unos personajes de ficción creíbles y muy trabajados.

Mi opinión personal:

Tengo especial cariño a esta novela, porque el autor me dejó leer el manuscrito para que le confirmase que las zonas de Madrid por las que discurre el libro, estaban bien descritas. Ya sabía yo antes de comenzar la lectura que no iba a encontrar ni un pero, porque Víctor es un escritor concienzudo que trabaja con un mapa a su lado y camina por los lugares por los que caminan sus personajes, pero me hizo muchísima ilusión que contase conmigo y devoré la lectura, quitándome horas de sueño. No pude dejar de comentar en Facebook que había leído un magnífico libro del que no podía hablar. Que Versátil haya creído en él, como lo hicimos aquellos que lo leímos hace meses y a los que nos enamoró Marga, odiamos a Arturo e intentamos comprender a Gonzalo, me ha llenado de alegría. Ahora lo he vuelto a leer y sigo opinando lo mismo, Se llamaba Manuel se merece estar entre los grandes.


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