viernes, 16 de septiembre de 2016

Mi viaje a Washington y Nueva York (1)


1 Introducción

Inicio esta sección de mi blog con el último viaje que he hecho, y que ocupará varias entradas.
Tenía la ilusión de viajar a Nueva York desde hacía mucho tiempo, y lo que al principio era sólo cuestión de dinero, se convirtió en una obcecación de mi marido por su miedo a volar tantas horas.
Tanto es así que planeé irme con mi hija, pero la vida se nos fue complicando, más a ella que a mí, y no pudo ser.
Podéis imaginaros la alegría que me dio cuando el año pasado, por estas fechas, en una cena de amigos, de esos amigos de siempre con los que hemos compartido, entre otras cosas, varios viajes, ellos comentaron que en 2016 se irían a Nueva York con sus hijas y que podíamos planearlo juntos. A mi marido no le pareció mal, aunque insistió en que lo hacía como un acto de amor hacia mí.
Bienvenidos sean esos actos de amor, pensé yo.

Y la maquinaria se puso en marcha. Primero para buscar vuelos y hoteles que cubriesen nuestras necesidades pero tuviesen un precio razonable y luego para hacer un itinerario y aprender lo básico para movernos por Manhattan. Porque en todos nuestros viajes, llevamos las cosas muy enhebradas, por lo que disfrutamos mucho con la preparación.

Nunca pensé incluir Washington, pero al vivir allí un amigo de mis amigos, al que nosotros también conocemos, nos apetecía tener la oportunidad de pasar unos días con él y su familia, por lo que añadimos la capital al paquete inicial, dejando en sus manos la preparación de los tres primeros días.

Para los que no hayan cruzado nunca el Atlántico, les diré que el viaje se me hizo mucho más corto de lo que imaginé, a mí y al resto del grupo.
A la ida viajamos de día, algo menos de ocho horas y a la vuelta de noche, siete horas. En estos viajes largos, están tan pendientes de ti, te dan comida, refrescos, ponen a tu disposición películas de estreno y buena música que, a nada que eches una cabezadita, se te pasa rápido. De hecho, a mí casi no me dio tiempo a leer.

Sin pasar por Nueva York, aunque si pudimos atisbar su silueta, cogimos nuestro coche recién alquilado y nos dirigimos a Washington.

Aquí debo decir que, si se tiene pensado hacer esta excursión, se hagan bien las cuentas, porque el tren rápido no es barato, y el alquiler de coche puede ser una muy buena opción, sobre todo mucho más cómoda porque moverse por la capital no es complicado, las distancias son enormes y, teniendo coche, se puede uno plantear hacer noche en Maryland, a pocos kilómetros, en lugar de en el centro de Washington, abaratando mucho el hospedaje. En tiempo, se tarda lo mismo, entre tres horas y media y cuatro.
Nosotros lo hicimos así porque es dónde viven nuestros amigos, buscando una calidad de vida que no tienen en el centro, en el que prácticamente no hay viviendas.
Pero, ojo, hay que tener en cuenta los peajes. Las autopistas son inmensas, siete carriles por cada sentido, pero de peaje. Ir y volver a Nueva York cuesta alrededor de 90 dólares, al menos en nuestro coche que era un Dodge Grand Caravan, por lo que compramos una tarifa plana que nos incluía los puentes de acceso a Manhattan y alguna excursión.
No puedo negar que el viaje se hace largo, porque desde que sales de casa, camino del aeropuerto, hasta que llegas a tu destino final, transcurren casi veinte horas, pero a mí me ha merecido la pena.

Acabo esta entrada de introducción comentando que nos han hecho todos los controles aleatorios posibles y alguno no tan aleatorio.
Control de sustancias prohibidas, registro del equipaje de mano, registro de una de las maletas facturadas (como llevaba un candado homologado, la abrieron sin más y nos encontramos una nota dentro) y, ya en inmigración, un nombre no les gustó y retuvieron a la persona hasta que contrastaron sus datos.
Teniendo en cuenta que viajábamos seis en el mismo avión, el porcentaje de registro es bastante alto.

Continuará…

6 comentarios:

  1. Sigue contando el viaje. Yo creo que no lo haré nunca, así me lo podré imaginar.

    Besitos

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    Respuestas
    1. Nunca digas nunca jamás...
      La vida da muchas vueltas y, como te dije el otro día, los hijos sin una bendición que yo cambiaría por nada, pero cuestan mucho dinero.
      Cuando se emancipen, podrás 😉

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    2. Nunca digas nunca jamás...
      La vida da muchas vueltas y, como te dije el otro día, los hijos sin una bendición que yo cambiaría por nada, pero cuestan mucho dinero.
      Cuando se emancipen, podrás 😉

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  2. Que bien!!con lo poco que nos vemos me lo vas a contar por episodios y antes del verano,jajaja o en alguna reunión de vecinos

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  3. Me encanta, sigue, sigue contando además escribes de maravilla.

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  4. Bueno. Esta primera parte es muy práctica y tomo buena nota. Yo también tengo ganas de ir a N.Y. El próximo año tal vez lo haga, porque iré a Chicago y está más cerca.
    Gracias por tus crónicas.

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