Hace aproximadamente dos años, decidí quedarme por las
mañanas con Victoria, con poco más de siete meses. Contaba con la ayuda de mi
marido, tenía tiempo y me apetecía disfrutar de la infancia de mi primera
nieta.
Nuestra casa fue el sustituto perfecto de la guardería.
Lo que, en principio, iba a ser un año, lo alargamos con un
«segundo curso» en el que mis paseos con la niña «Paseando con Victoria» fueron sustituidos
con las mañanas en la Plaza de Oriente, en el parque a la que la llevaba su
abuelo.
Durante los veranos, hemos compartido también mucho tiempo
juntas, sobre todo este último, en el que se ha convertido en una señorita con
la que mantener una conversación, jugar a cientos de cosas, o ser una magnífica
escuchadora de cuentos.
Hemos vivido sus alegrías, sus rabietas, sus ilusiones, y
todo aquello que, como padres, se nos escapó en muchas ocasiones con nuestros
propios hijos, por falta de tiempo, inmadurez, inexperiencia…
Y ha llegado el día de hoy, y se ha trasformado en una
colegiala en su primer día.
Ha acudido con ilusión a la Escuela Infantil de su colegio.
Dice su maestra que no ha llorado y que le han gustado la cantidad de cuentos
que había en las estanterías. Ella nos ha contado que, en el patio, ha jugado
con una bicicleta amarilla y que todavía no tiene amigos y que ha llorado
cuando ha visto que su mamá y su papá no estaban (por lo visto no ha pasado de
ser un sollozo).
Lo que está claro es que ha decidido que no quiere volver.
Se me encoge el corazón, aunque sé que es lo mejor para ella.
Este es su primer gran cambio de los muchos que tendrá que
asumir a lo largo de su vida y es duro, pero seguro que, en unos días, volverá
a ser una niña feliz.
Así estoy yo con Alberto que ha dejado su msmá de día y va a una guardería. Hasta ahora no de dejado de llorar cuando lo dejan sus padres, menos mal que sale contento. El corazón se me llena de dolor cuando pienso todo lo que le queda que pasar 😉. Ellos al final se adaptan antes que nosotros. 😘😘
ResponderEliminarVictoria, al final, no ha llorado pero sigue dando pena.
EliminarAlberto también lo superará rápido.
Un besazo.
Qué penita me dan. Mi hermano Tomás no quería ir y yo pasé unos días con él hasta que se adaptó
ResponderEliminarSu primer gran cambio, es la vida.
EliminarBesitos.