Un año más nos hemos sentado todos alrededor de la mesa la
noche de Nochebuena. No os lo vais a creer pero, lo que yo he intentado durante
años, que todos me hiciesen coro con los villancicos, sin demasiado éxito, lo
han conseguido sin ningún esfuerzo Victoria y Manuela. Manuela ha repartido
gorros rojos para todos, han cogido las panderetas, han comenzado a cantar y
todos las han seguido. Ha sido una pena que Victoria estuviese malita, porque
no ha podido disfrutar, pero el paracetamol le ha hecho efecto suficiente para cantar un villancico y para
esperar a Papá Noel con un regalito para cada uno, siguiendo nuestra tradición.
Este año ha sido muy diferente: en enero nació Almudena que
se ha convertido en un bebé rollizo que todavía no sabe gatear, pero se mueve
reptando por la casa y que, a unos días de cumplir un año, no tiene ninguna
intención de caminar. La cuido por las mañanas como en su día hice con su
hermana.
Victoria se nos ha hecho mayor. Tiene razonamientos de niña
grande, le gusta bailar y disfrazarse. Se ríe con ganas y sigue teniendo pasión
por su abu.
Victoria y Manuela van al cole pero tienen clarísimo que no
es la maravilla prometida. Si hay que ir, se va, pero sin demasiada alegría,
aunque luego se lo pasan muy bien.
Pienso muchas veces en lo que habríais disfrutado de esta
etapa dulce, con niñas en casa, haciendo que la Navidad, esa que me enseñaste a
querer tanto, papá, se perpetúe en ellas.
Sigo con mis proyectos, la revista con un grupo de amigas
que, ahora sí, nos entendemos y nos respetamos, mi libro de fotos, que se está
convirtiendo en la historia de nuestra familia y en el que me ayuda muchísimo Mayte Esteban,
que me corrige día a día para dejar cada relato listo para continuar con el
siguiente, hasta la corrección final. Me gustaría que 2018 sea el año en el que
quede acabado, pero voy muy lenta con mis cosas.
A mis años estoy aprendiendo mucho, intento corregir los leísmos,
las puntuaciones, la forma de redactar, es todo muy difícil pero pongo mucho
empeño en ello y disfruto haciéndolo.
Creé un blog de cocina, para publicar mis recetas y que las
conozcan mis hijos y he convencido a la tía Patru para que me envíe las que
tiene de la abuela y así las voy recopilando. Vamos a verla en verano todos los
años, y paso con ella unos días magníficos de paseos y confidencias.
Mamá, he ido a Córdoba. Ha sido un viaje maravilloso
empapándome de mis orígenes, que son los tuyos.
Los chicos están muy bien, felices.
Almu se ha incorporado después de nueve meses de baja y
excedencia y ha tenido un final de año muy duro de trabajo. Intentamos ayudarla
todo lo que podemos pero, aún así, está muy cansada. Terminó el doctorado y ha obtenido la mayor nota posible, sobresaliente "cum laude". ¡Qué orgullosos
habríais estado de ella!.
Carlos tiene el trabajo que le gusta, aunque no siempre los
proyectos son buenos, ni los horarios, pero está contento desarrollando todo lo
que ha estudiado.
Ari, que la incluyo aquí porque Fátima no os escribe, se
acaba de independizar y se ha quedado en el barrio. Está feliz con Mario y con
su nueva casa, muy pequeñita pero suficiente para ellos dos y para Milka, a la
que tiene en custodia compartida con sus padres.
Podría estar escribiendo mucho más, pero es hora de ir
cerrando que tengo que seguir ayudando a los reyes magos con sus compras.
No hace falta que os diga lo que os añoro cada día del año,
ya lo sabéis porque sé que estáis ahí, no sé donde, pero sí que estáis cerca de
mí.
¡Os quiero!
Qué bonito, Almudena. Estoy segura de que en algún lugar del espacio, donde no existe el tiempo, ellos leerán esta carta y serán felices al ver crecer su legado familiar.
ResponderEliminar