Cuando vas a ser
madre te preparas para muchas cosas. Para cambiar tu vida por ese pequeño ser
que se gesta dentro de ti. Para sacarlo adelante y enseñarle a vivir. Para
acompañarlo en las alegrías y recoger en tus brazos sus tristezas. Para cuidar
de sus alas para que un día aprenda a volar solo.
Pero hay algo
para lo que nunca te preparas...
El 20 de noviembre de 2016 este relato llegó a mi correo electrónico, convirtiéndose en mi primer regalo de Navidad de ese año, aunque ya lo había leído.
Lo
fui leyendo según la autora lo iba publicando en su blog «El espejo de la entrada» y me emocionaron cada una de las treinta y seis páginas divididas en ocho
capítulos.
Las
reflexiones de una mujer joven, su tristeza solo rota por la sonrisa de un
niño, sus miedos, su amor por los libros y lo que supone sumergirse en sus
historias para huir del mundo real, lleno de soledad y amargura. Todo en el
relato es bonito, puro sentimiento que consigue poner la piel de gallina.
Una
historia llena de amor, porque no creo que haya amor más grande y más puro que
el que siente una madre por su hijo.
Después
de casi dos años guardado en un cajón, la autora ha decidido mostrarlo al mundo
y merece la pena leerlo, os lo aseguro.
Muchas gracias!!!
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