sábado, 27 de abril de 2019

Todos los veranos del mundo: Mi opinión


Sinopsis:

Helena no sabe cómo sobreviven las familias cuando coinciden todos sus miembros bajo el mismo techo, pero está a punto de averiguarlo.
Helena, decidida a casarse en Serralles, el pueblo de todos sus veranos de infancia, regresa a la casa de sus padres para preparar la boda y reencontrarse con sus hermanos y sobrinos. Un lugar sin sorpresas, hasta que Helena tropieza con Marc, un buen amigo al que había perdido de vista durante muchos años, y la vida en el pueblo deja de ser tranquila.
Quizás sea el momento de refugiarse en la nueva librería con un té y galletas, o acostumbrarse a los excéntricos alumnos de su madre y a las terribles ausencias. Quizá sea tiempo de respuestas, de cambios y vendimia. Tiempo de dejar atrás todo lastre y aprender al fin a salir volando.

Mi opinión:

Leer a Mónica Gutiérrez es para mí un valor seguro. Sé de antemano que disfrutaré con su lectura. Es una maestra en el tipo de novela llamada feel good, aunque esta me ha parecido diferente a las anteriores.
Como siempre, sus descripciones, tanto de lugares como de personas, hacen que nos metamos dentro de la historia como un personaje más, disfrutemos, riamos y, si hace falta, lloremos.
El pueblo en el que Helena ha vivido los veranos de su infancia, en el que todos se conocen y que me ha traído recuerdos que tenía casi olvidados de unos cuantos veranos que pasé en los alrededores del Pantano del Burguillo, en lo que hoy llamaríamos un hotel rural (ese término hace más de cincuenta años no existía). Por cierto, es la primera novela que leo de esta autora que esté ambientada en España y en verano.

Me ha gustado especialmente la relación con su madre. No todas las madres muestran abiertamente sus sentimientos, otras los callan, pero eso no quiere decir que no quieran a sus hijos, que no sufran por ellos o que no añoren a su compañero de vida, cada minuto.
Las conversaciones con sus hermanos, su hermano mayor y su hermana pequeña, tan necesarias. No siempre es suficiente saber que están ahí para cuando los necesitemos o nos necesiten, hay que demostrarlo, acercarnos, intercambiar confidencias, sentimientos…
No podía faltar su toque inglés con una librería un tanto extraña, que no vende novedades, sino libros especiales y en la que se puede uno tomar un riquísimo té con pastas en compañía del excéntrico propietario.

Me he encariñado con los personajes secundarios, siempre tan importantes en las novelas de Mónica Gutiérrez, cercanos y entrañables, casi todos.
Los paisajes, ese rio en el que he metido mis pies descalzos y he podido sentir el agua helada de los arroyos cercanos a Los Pirineos, ese césped que he pisado, mullido y fresco, los olores, el columpio con el frío de la noche, el té caliente con una nube de leche, la amistad, la importancia de la familia, la solidaridad…me he sentido bien.
Y luego está Marc y su sonrisa.

¿Previsible? Puede que sí, pero da igual. Es una lectura tan agradable, tan bien escrita, tan bonita, que da lo mismo que intuyas lo que va a ocurrir. Merece la pena leer cada una de sus páginas.

Reseña original publicada en el blog de la Revista Pasar Página

No hay comentarios:

Publicar un comentario