España. Verano de 1936. El célebre escritor Miguel de
Unamuno decide apoyar públicamente la sublevación militar que promete traer
orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el
gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras, el
general Franco consigue sumar sus tropas al frente sublevado e inicia una
exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la
guerra. La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento de algunos de
sus compañeros provoca que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a
sopesar sus principios. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es
nombrado Jefe del Estado en la zona nacional, Unamuno acude a su Palacio,
decidido a hacerle una petición.
Mi opinión:
No voy a entrar en el debate sobre el rigor histórico del
guión. Por lo que he podido leer, es bastante fiel en lo que cuenta, aunque se
permite algunas licencias, incluso para no comenzar con una masacre como la que
ocurrió de verdad en la Plaza Mayor de Salamanca el 19 de julio de 1936.
También me da igual si Millán Astray era tan histriónico o
Franco está bien reflejado. No es lo importante.
La película nos narra el drama íntimo de Unamuno, ahonda en
el proceso de cambio ideológico que vivió el intelectual en los primeros meses
de la dictadura militar.
Me ha impresionado que seguimos conviviendo con alguno de
los conflictos que aparecen en la película.
La conversación entre Unamuno y su amigo Salvador Vila, podría
trasladarse al día de hoy, y el discurso de Unamuno en el Ateneo de la
Universidad de Salamanca, también, y eso da mucho que pensar. Seguimos
repitiendo los mismos errores. Seguimos sin dialogar, queriendo imponer
nuestras ideas.
Lo interesante es que la película humaniza los personajes,
sin juzgar, dejando que el espectador decida sobre lo que acaba de ver.
«Vencer no es
convencer»
Desconocía por completo la importancia de la frase que da título a la película, no la voy a contar aquí para dejar que la descubráis vosotros.
Karra Elejalde, Santi Prego y Eduard Fernández; o Miguel de
Unamuno, Francisco Franco y Millán Astray, respectivamente, hacen unas
interpretaciones maravillosas.
La ambientación, la recreación de la plaza Mayor de
Salamanca ajardinada, la casa de Unamuno, la música… Amenábar consigue un todo
que convierte su película en una gran película.
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