La Editorial Harlequin (HarperCollins Ibérica) ha tenido la iniciativa de pedir a sus autoras que
escriban un relato sobre este confinamiento para distribuirlo gratuitamente
entre sus lectores. Este es uno de esos relatos.
Doce horas
de
Mayte Esteban
En un rincón de una
ciudad, doce horas son suficientes para demostrar que hace falta mucho más que
un virus para detener la vida de sus habitantes. Ni aun en la primavera más
extraña han dejado de cantar los pájaros. Pongamos que hablo de Madrid…
Mi opinión:
En este relato o novela corta de 57 páginas es fácil que
veamos reflejada alguna de las situaciones que hemos vivido en estos días,
nosotros mismos o las personas cercanas. Se podrían escribir muchísimas páginas
con curiosidades, pero reflejar los sentimientos de la mayoría, no es sencillo
y Mayte Esteban lo ha conseguido.
El miedo, el cariño, la tristeza, el alejamiento de los
nuestros, la añoranza, la imaginación, el amor, el dolor, el sentimiento de
culpabilidad, la soledad y ¿por qué no? la alegría. Porque estos días también
ha habido alegría en muchos hogares: han nacido niños, se han cumplido años, se
ha recibido con ilusión a los curados, nos hemos dado cuenta que existen buenas
personas a nuestro alrededor, que no conocíamos y hemos vivido experiencias
inimaginables hace unos meses.
La dedicatoria que hace a su abuela Pascuala ya nos permite
imaginar que no vamos a leer unas historias tristes «…entre muchos momentos muy
duros, hubo otros que estuvieron llenos de luz.», decía la abuela refiriéndose
a la Guerra Civil, y esos momentos llenos de luz son los que ha querido
reflejar la autora.
A un pequeño prólogo que se titula Doce horas y nos pone en antecedentes de lo que ha ocurrido «de la
noche a la mañana», sucederán once capítulos cortos que tienen como título el
nombre del protagonista de la historia que se cuenta y la hora en la que está sucediendo
la acción.
Así, con estas once mini historias, va tejiendo un puzle sin
necesidad de describirnos a los personajes, enlazándolos hasta llegar a la
explosión final que supone el epílogo: Otra
vez, la vida. Un epílogo lleno de esperanza al que no ha querido poner
fecha, «un tiempo después», llegará cuando llegue, pero llegará.
Un relato muy cuidado, con unos diálogos que ayudan a
convertir la narración en historias reales y un buen ejemplo de que el número de páginas no es directamente proporcional a la calidad.
No quiero dejar de comentar la bonita portada y el acertado
título: las once historias abarcan doce horas, desde las 20:00 horas de Adrián
hasta las 8:10 de María Jesús, doce horas en las que una ciudad no se para,
aunque lo pretenda un mal bicho…«pongamos que hablo de Madrid»
Una bonita lectura. Muy bonita.
Me alegra mucho de que te haya gustado. Mucha fuerza para Madrid, que está viviendo una de las peores primaveras de su historia. Podremos con ello, no puede ser de otro modo, solo tenemos que empeñarnos.
ResponderEliminar