domingo, 3 de mayo de 2020

2020 Día de la Madre


Querida mamá:

Cuarenta y cinco días han pasado desde que escribí a papá para felicitarle el Día del Padre y contarle lo que nos estaba pasando, y aquí seguimos, en una situación parecida.

En marzo, cuando la celebración con los hijos quedó reducida a una vídeo-llamada, aplazamos nuestra reunión familiar para el Día de la Madre, convencidos de que habríamos podido doblegar al virus, pero no ha sido así. Llegaron días mucho peores, con unas cifras que asustaban de contagiados, de fallecidos, nadie se salvaba, ni ricos ni pobres. Madrid ha sido especialmente atacado, tanto por el virus, como por las personas insolidarias que nos ven como a un foco de contagio cuando a saber quién fue el primero que lo trajo, siendo una ciudad que recibe, cada día, miles de personas que vienen de otros lugares de dentro y fuera del país. Pero bueno, lo importante es que estamos empezando a doblegarlo, desde ayer podemos pasear un ratito y, a partir de mañana, empieza el desconfinamiento, eso sí, con mascarilla.

Sí, mamá, hemos estado confinados en nuestras casas, sin poder salir nada más que lo imprescindible, sin ver a la familia, contándole a las niñas los cuentos por teléfono, y riéndonos de los chistes de Edu en el grupo de wasap.

Aunque no lo creas, lo he llevado bien. Hablo en pasado, porque ahora comienza otra fase que ya veremos como la superamos. He ralentizado mi vida, al no tener horarios para nada. Ahora mismo estoy escribiendo esta carta después de desayunar, con la cama sin hacer (ya sé que no te gusta y que eso es lo primero), pero me da un poco igual, tengo horas suficientes a lo largo del día.

No me ha dado por hacer limpiezas especiales, como ha hecho mucha gente, yo me he limitado a la limpieza que hago todas las primaveras, que este año debería haber coincidido con pintar la casa, pero no ha podido ser.

No he cocinado más, pero sí más elaborado, poniendo una paciencia y una amor en la cocina que está reñido con las prisas y, eso sí, he hecho torrijas todas las semanas porque a las niñas les gustan mucho las «tortijas» de la abuela, y las recogía Víctor cuando me traía la compra del súper.

Abril se ha pasado casi como si no hubiese existido, ha sido el mes fantasma, rematado por ese «no viaje» a Viena y Salzburgo.

Cuántas veces me he acordado de ti, y de lo difícil que habría sido si lo hubieses vivido, eso sí, te habría emocionado ver ayer a tu hija en la televisión, recibiendo el homenaje de la Comunidad de Madrid por los servicios prestados durante esta pandemia. Creo que el homenaje debió aplazarse, como tantas cosas en nuestras vidas, pero ya que se hizo, nos sentimos orgullosos de ella.

Este año, tenemos algo en común el Día de la Madre, yo te felicito por carta, por sexto año, y mis hijos me felicitarán por teléfono. No habrá besos y abrazos, esos quedarán «aparcados» para dentro de unos días.

Yo, como siempre, te envío un millón de besos a tu estrella con la seguridad de que los recibes.

¡Te quiero, mamá!

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