Ayer comenté que había sido un día intenso que no
tenía tiempo de resumir.
La mañana empezó compartiendo un café muy
especial. Habíamos quedado el grupo del club de lectura “Tardes en Sepia” para
acompañar a Antonia Corrales que firmaba ejemplares en la caseta de Ediciones B
en la Feria del Libro.
Sobre la Feria ya escribiré una crónica, pero esto
era especial porque Antonia es amiga y pertenece al club.
Como digo, habíamos quedado para tomar café, no en
cualquier sitio, si no en la cafetería que hace esquina entre Menéndez Pelayo y
Sainz de Baranda, porque en la iglesia de enfrente iba a tomar su Primera
Comunión Alberto, un niño especial para todas, el hijo de Gema, nuestra
presi.
Cuando Gema nos dijo que se iba a pasar con él
para que le pudiésemos dar un beso, yo me lo tomé a broma, pero cumplió su
palabra. Alberto estaba feliz, su padre muy guapo y Gema, como es ella, con su
sonrisa permanente y sus taconazos.
Dejamos a Alberto con sus compañeros y nos fuimos
hacia El Retiro.
Antonia ya había llegado, con Andrés, su marido.
Todo fueron saludos, besos, cientos de fotografías y firmas de sus libros,
muchísimas firmas y paraguas rojos.
Hicimos corrillos en los que hablamos de todo, nos
tuvimos que guarecer de la lluvia que sólo duró cinco minutos, nos reímos
haciendo la “foto Martini” y así pasó rápido una intensa mañana.
De vuelta a casa, comida con mis hijos, con mis
nietas. No podéis imaginaros lo que disfruté. Manuela se nos está haciendo
mayor y con sus seis meses ya se sentó en la trona a merendar, y cogía todo lo
que estaba a su alcance en la mesa.
Victoria ha aprendido a tratarla, y la da besos y
abrazos con ternura, sin que su prima ponga cara de susto.
Charlamos, hablamos de futuro, y nos reímos con
las dos enanas que se han convertido en protagonistas de nuestras reuniones.
Cuando ya se fueron todos, incluida mi sobrina Ari
que siempre se apunta a estas citas familiares, recogimos muy por encima Juancar
y yo y nos fuimos a casa de mi hija a ver la final de la Champion.
La verdad es que yo estuve casi todo el tiempo
jugando con Victoria, que no consintió en acostarse, aunque se asustó con los
gritos del gol del Madrid y con el grito que dieron cuando el Atleti falló el penalti.
Cuando acabó, con prórroga y penaltis incluidos,
nos hicimos una foto para la posteridad. La niña estaba más espabilada que yo,
con una capacidad de aguante que es increíble.
Para mí fue una victoria con un puntito triste,
por la cantidad de amigos que me consta estaban pasando un mal rato, algunos
desplazados a Milán. Pero es lo que tiene el deporte, unos ganan y otros
pierden.
Como siempre que el Madrid levanta un título, me
acuerdo de mi padre y de lo que disfrutaba con su equipo.
En fin que no fue un sábado cualquiera, sino uno
que recordaré por muchos motivos.
Me encanta que escribas estas cosillas y nos hagas partícipes. Yo también pasé un sábado muy especial y me encantó veros.
ResponderEliminarUn abrazote!!
Siempre que sucede algo en torno a Las Sepias, como cariñosamente nos llamamos las del chat surgido del Club de lectura Tardes en Sepia, corro esperando tu apunte en el blog. A veces nos sorprendes con tus comentarios sobre tu último libro leído, o sobre algún evento familiar o sobre algo que te ha impactado. Lo cieerto es que este blog, intimista como el mío, me alegra siempre un rato cuando aparece una nueva publicación.
ResponderEliminarNo lo dejes, Almudena. Aquí tienes una seguidora esperándote.
Gracias.
ResponderEliminarNo sabes lo que significa para mí que seas mi seguidora.
Un beso.
Gracias.
ResponderEliminarNo sabes lo que significa para mí que seas mi seguidora.
Un beso.