Hace más de un mes que decidimos hacer una degustación-concurso de salmón marinado, en la que Mercedes y Begoña harían su famoso salmón y todas las demás diríamos cuál estaba más bueno.
Aprovechando que, por primera vez en mucho tiempo, íbamos a estar todas, celebraríamos los cumpleaños de Noviembre, el de Elena, el mismo día de la cena, el mío, que había sido tres días antes y el de Begoña, que es a final de mes.
Después de «encarnizadas» discusiones sobre si pagábamos a escote, si llevábamos más comida, si la bebida se compraba con un fondo y hasta si Mercedes se iba a dejar ayudar a recoger la casa, llegó el esperado día.
Debo deciros que no hubo concurso porque, era tal la cantidad de comida que llevó Begoña, de la que cabe destacar sus croquetas y su tortilla de morcilla con cebolla caramelizada y la que añadió Mercedes con unas generosas fuentes de jamón y ensaladas de bonito embotado por ella misma en su visita a Cantabria el pasado verano, que nos pareció absurdo que filetease su salmón, a pesar de estar hecho.
El salmón de Begoña estaba exquisito y, a última hora, todavía discutían las dos cocineras sobre cuál está más rico.
Fue una cena llena de risas, en la que nos olvidamos de móviles, de problemas, de enfermedades y de todo lo negativo que, por desgracia, nos da la vida.
Con una vela que Gema lleva en el bolso, sorprendiéndonos como tantas otras veces, nos cantaron el cumpleaños feliz y apagamos la velita hasta tres veces para que las fotos saliesen perfectas.
La tarta, encargada por Elena, con un libro abierto, como no podía ser de otra manera.
Llegó el turno de los regalos y, otra vez Gema, en un arrebato de locura temporal transitoria, fue haciéndose con todos los regalos y colgándoselos, no hemos podido averiguar si con complejo de percha o de árbol de navidad.
Teniendo en cuenta que, había una pashmina para cada una, «pasmosa» para las sepias, a Gema estuvo a punto de darle un «golpe de calor» en pleno mes de noviembre, con tanta lana encima.
Varias anécdotas, en especial la contada por Beatriz cuando, estudiando ESO suspendió siete asignaturas y la reacción de su madre, hicieron que el salón se llenase de carcajadas.
Champagne azul, traído por Cita y que no conocíamos casi ninguna, grabaciones de Nieves, para que no olvidemos el momento, las fotos oficiales de Alicia, con trípode y cámara de profesional, el whisky con coca cola de Elena, que se bebió Carmen, el ron con naranja de Nieves, que era ginebra, la pobre Elena que se pasó la noche buscando su silla y, sobre todo, la hospitalidad de Mercedes.
Hubo un momento serio para hablar de nuestra revista «Tardes en Sepia» y los objetivos que nos hemos marcado, del que seguro Carmen, nuestra secretaria, levantará acta.
Pero lo que quedará para siempre será el recuerdo de una noche inolvidable.
Ah, se me olvidaba, como era once del once, jugamos un cupón de la once y no nos tocó nada. Seguiremos siendo sepias pobres.
jajaja he ido leyendo y es como si hubiera estado allí, conozco vuestras risas, gestos, movimientos de manos, palabras... Me alegro y que sepáis que os envidio. UN beso y gracias por traernos estas crónicas.
ResponderEliminarGracias a tí por leerme. Nos lo pasamos muy bien. A algunas de éstas vendrás, seguro 😉😘😘😘
ResponderEliminarGenial, Almudena, como dice María José , parece que lo hemos vivido, me alegro mucho por todas que lo pasarais tan bien y sobre todo que no haya faltado nadie.
ResponderEliminarMe encantan tus crónicas, me hace sentirme más cerca.
Me alegro que te guste. Besitos.
EliminarAquí la alcohólica anónima de las Sepias. Mas de CUARENTA años habian pasado sin que yo probara el whisky, lo que no quiere decir que bebiera otro tipo de alcohol, no me gusta, pero entró sólo, con mas hielo y coca cola que whisky. Una noche fantástica, y un día es un día. Gracias Almudena.
ResponderEliminarComo nos reímos!!! Todas pusimos nuestro granito de arena :)
EliminarUn besazo, Carmen.
Una cosa me ha quedado clara después de esta gran noche: necesito una casa más grande. Me encantan estas pequeñas fiestas en las que podemos compartir risas y sueños, ser como somos, diferentes pero armónicas. Trece mujeres y un hombrecito de diez años al que cedí gustosa mi dormitorio con el iPad para que él también disfrutase de esta noche inolvidable. Gracias por tu recuerdo y traerlo al blog, Almudena.
ResponderEliminarTu casa está genial y es acogedora.
EliminarNo merece la pena una casa más grande.
Todas tuvimos nuestro espacio.
Gracias otra vez.
Eres una gran anfitriona.
Os lo pasáis de maravilla!
ResponderEliminarCreí que eso azul era tónica...
EliminarLo pasamos genial.
EliminarNunca había probado el champagne azul. Es suave y dulce. Me gustó.
Qué reunión tan amena, chicas, las observo desde este lejano rincón y río junto con ustedes, espero algún día probar el champán azul y el salmón de Begoña, yo prepararé un buen ceviche peruano.
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