RESUMIENDO
Pongo, con este capítulo, punto y final a la historia que os
he ido narrando de este viaje.
Seguramente podría seguir contando cosas que, si hago
memoria, se me vendrán a la cabeza y pensaré que no las he contado, pero da
igual, no lo quiero alargar más en el tiempo, así que intentaré resumiros lo
que me falta.
La obra de teatro en Broadway:
No creo que pueda ver otro espectáculo que me impresione
como este. Elegimos ver Aladdin, porque es una historia conocida. Yo no sé
inglés, pero incluso los que sí lo sabían, les costaba mucho trabajo seguir el
diálogo y entender las canciones, pero daba igual, lo importante era el
espectáculo, la música, la magia, la interpretación, las luces.
Si había moscas, me las comí todas. Estuve con la boca
abierta las dos horas que dura la obra. No se puede narrar, de verdad, hay que
vivirlo.
La estatua de la
Libertad:
Aunque es mucho más pequeña de lo que nos imaginamos, cuando
estás debajo haciéndote la famosa fotografía, te parece estar viviendo un
sueño.
El barco que te lleva a la isla, no tiene nada que ver con
los que hacen el trayecto gratuito, y pasan cerca. Es un barco muy grande,
cómodo para hacer fotos, o ir sentado contemplando el paisaje que, a estas alturas,
ya nos sabíamos de memoria, pero siempre es distinto, dependiendo de la hora
del día y de si está nublado como fue nuestro caso. Yo me imaginaba lo que
tenían que pensar los inmigrantes que esperaban en la vecina Isla de Ellis a
que les permitiesen entran en Estados Unidos que, para ellos, significaba una nueva vida,
viendo continuamente esta imponente estatua.
Las compras:
Nosotros compramos en casi todos los barrios que visitamos.
En los famosos almacenes Century 21, outlet de firmas, es fácil encontrar a
buen precio las firmas americanas. Las europeas están más caras que en España.
De cualquier forma, no puedes llevar una idea de lo que vas a comprar, porque
puede que no lo encuentres. Ves algo, te gusta y lo compras.
En los almacenes Macy´s, había ofertas porque era el fin de
semana anterior al «día del trabajo», pero en general no me pareció barato.
En Harlem, sin esperarlo, encontramos un outlet de Gap, en
el que si hubiésemos ido con más tiempo, habríamos comprado más cosas. Aún así,
picamos.
En el Soho y en la avenida Broadway, se puede encontrar casi
de todo.
En Chinatown, ya os conté, unas falsificaciones
impresionantes, aunque tienes que llevar muy claro lo que quieres y cómo es el
original, aun así, es fácil que te engañen.
En Times Square, me enamoré de la tienda de Disney. Lo
habría comprado todo. Aquí si se nota la diferencia de precio. Mucho más
barato.
Hasta en la Quinta Avenida hicimos alguna comprita, aunque fuese
en un puesto callejero.
En resumen, es el paraíso de las compras.
Curiosidades:
No es verdad que sea la ciudad que no duerme. No duerme
Times Square pero, el resto, empieza a recoger a las 21 horas, como muy tarde.
Los aseos públicos, están limpísimos en todos los sitios,
incluso en los más insospechados.
Es falso que haya wifi en cualquier lugar. Sólo lo tienes
asegurado en los Starbucks, eso sí, sin necesidad de entrar y en los lugares
oficiales como el MET o la Biblioteca Nacional.
Es una ciudad sucia. A partir de las ocho de la tarde
empiezan a sacar inmensas bolsas de basura negra que ponen en las aceras, formando
muros.
También me habían contado que encontrabas personas que
hablan español en cualquier sitio y no ha sido mi sensación.
La comida es muy variada. Hemos comido riquísimas
hamburguesas, perritos calientes en la calle, comida rápida, comida italiana,
comida china, incluso nos permitimos cenar en el restaurante de moda de la
ciudad «Balthazar». Desde luego, si quieres
comer bien, lo tienes que pagar.
No he visto nunca tantos andamios y tan grandes, muchísimo
tráfico, la gente vive corriendo y hay tantos neoyorkinos como turistas, o eso
es la sensación que me ha dado.
Los fines de semana, el metro no para en todas las
estaciones, por lo que el trayecto se convierte en una aventura, tienes que
arriesgar. Si existe un método para saber qué criterio siguen, nosotros nos
conseguimos averiguarlo.
Y es, en conclusión, una ciudad de cine, que me ha enamorado y a la
que me he prometido a mí misma, que tengo que volver, si puede ser, cuando esté
decorada de Navidad.
Espero que os haya gustado este diario, a mí me ha encantado
rememorar un viaje maravilloso en el que, por encima de todo, lo mejor han sido
las personas que me han acompañado.
FIN
Lo de las bolsas de basura en la calle lo vi en Google Maps, dando una vuelta pir Tribeca, cuando sr me ocurrió ambientar una historia allí. Pensé que era solo cuestión del día en el que se recogieron las imágenes, pero veo que no, que debe de ser habitual. Eso también pasa en el casco histórico de Toledo, porque no caben los contenedores y el tráfico a la vez y es verdad que choca.
ResponderEliminarCreo que me he saltado una de tus entradas. Tengo que mirar.
Besos
Qué mal se escribe con el móvil!!!
EliminarPon la pestaña viajes y te salen seguidas.
EliminarBesitos.