Ya sé que es un tópico decir ¡cómo pasa el tiempo!, pero es
lo que siento hoy y tengo un pinchazo de tristeza.
Almudena ha cumplido quince meses, sigue siendo un bebote,
no camina, no está ni siquiera cerca, le gusta estar de pie pero no da pasitos,
con lo que ya ha superado el recor de su tío Carlos que anduvo a los quince
meses. Habla mucho en su idioma, al que pone hasta tono, pero son pocas las
palabras entendibles que pronuncia, aunque tiene una habilidad especial para
hacerse comprender. No conoce la palabra sí, todo es no, el sí es el silencio o
una sonrisa.
Después de disfrutar de la infancia de Victoria, cuidándola
por las mañanas, hasta que fue al colegio, no pensaba que pudiese robarme el
corazón Almudena, su hermana había dejado el listón muy alto. No estoy hablando
de cariño, quiero con locura a mis tres nietas, sino de complicidad, de
educación, de ver día a día como aprende las cosas que le voy enseñando, de
tirarme al suelo a jugar con ella, de acurrucarse cuando tiene sueño o seguirme
gateando por toda la casa.
La punzada de la que hablo es porque son momentos que no
vuelven, crecen demasiado deprisa. Victoria y Manuela ya no son mis bebés, son
mis princesas, se me están haciendo mayores.
Cuando vuelvo la vista atrás y veo a mis hijos, me parece mentira
como han formado sus familias y, hace nada, eran mis niños. Pienso en mi madre
cuando tenía mi edad y no me veo como ella, si no mucho más joven y me da por
pensar en el futuro de mis nietas, ¿qué les deparará?
Puede que tenga un día como este abril tristón y lluvioso,
pero por si acaso procuro disfrutar de cada minuto, porque el tiempo vuela y no
podemos atraparlo, sólo disfrutarlo.
Esas nietas tienen mucha suerte al tenerte como abuela. Lo que más me gusta de tu oficio es cómo nos enseñas Madrid desde el cochecito.
ResponderEliminarTambién te gusta mi sonrisa y ellas tienen mucho que ver en mi felicidad 😉
EliminarQué sentimiento más bonito! Ese afecto y esa unión entre tú y ellas será muy significativo en el futuro, en ese que tememos que llegue porque supone que se nos escapa el presente, el tiempo, como tú dices. Yo aún no he podido experimentar lo que sientes tú, no soy abuela, pero si alguna vez llega, ojalá pueda ser plenamente consciente de cada momento compartido, que la calidad del tiempo compense siempre aquellos otros momentos perdidos.
ResponderEliminarUn beso, guapa, y sigue disfrutando de las nuevas etapas que llegarán.