Ayer estuve en el Palacio de Vistalegre, viendo el
espectáculo “Revolution Ice”, sobre el que ya os escribiré, porque merece una
entrada en este blog.
Pero lo que vengo a contaros es la aventura que tuvimos, por
llamarla de alguna manera, para acceder a las instalaciones.
Ya hace años, en el primer concierto de David Bisbal,
después de convertirse en el “triunfito” más famoso, nos ocurrió algo parecido,
pero pensé que, trascurrido el tiempo, esto no me podía volver a pasar.
Llegamos a las 19:45, quince minutos antes del comienzo del
show, ya que las entradas eran numeradas.
Había una fila inmensa para acceder al recinto y, después de
preguntar a unos y a otros, nos dijeron que daba dos vueltas a la plaza porque
sólo se había habilitado una puerta de entrada.
Veinte minutos después, no habíamos terminado de dar la
primera vuelta, y el personal estaba ya más que calentito a pesar de la fría
noche madrileña.
Llegamos a la puerta principal, en la primera vuelta y,
muchas personas, al ver factible traspasar las vallas y dándose cuenta de que
nos quedaba otro tanto de espera, empezaron a “colarse” masivamente.
Yo, muy educadamente, me dirigí a uno de los vigilantes y le
comenté que no me parecía justo lo que estaba ocurriendo, ya que ellos estaban
haciendo “la vista gorda” y, cuál fue mi sorpresa, cuando me levantó la cinta y
me invitó a pasar, ahorrándome media hora más de espera.
Ya en el interior de la plaza, y encontradas nuestras
localidades, pudimos comprobar lo que habíamos intuido por las pantallas: el
espectáculo había comenzado a pesar de haber unas dos mil personas en la calle.
Los tendidos que yo tenía enfrente, estaban vacíos y no se
ocuparon hasta las 20:45, cuando ya habían salido a pista al menos cuatro
actuaciones.
A pesar de lo que disfrutó el público y de que el
espectáculo fue fabuloso, a unos pocos no se les olvidó que habían pagado
bastante dinero para ver más de media hora menos de lo prometido, por lo que
decidieron poner una reclamación.
Por supuesto no les dieron ningún tipo de facilidad, y les
advirtieron que no les atenderían hasta que estuviese totalmente desalojado el
recinto. Aún así, la paciencia de algunos no tiene límites cuando se tiene la
razón de tu lado y a las 23:00 horas les recibieron los propios productores,
Javier Fernández y su socio, para entregarles las hojas. Les regalaron el libro
que recientemente ha publicado sobre su biografía, y se hicieron fotos con los
pocos que habían aguantado estoicamente, no más de diez personas, pero no se
libraron de la reclamación.
Es penoso que un evento de esta envergadura, se vea empañado
por una mala organización.
Sin querer perjudicar al Javier patinador, es posible que el
Javier productor, haya aprendido para una próxima ocasión.
Como curiosidad comento que no he podido encontrar ni una sola
mención a este tema, el del caos de entrada, en la prensa de hoy.
Es una pena.
ResponderEliminarDoy Fe punto por punto y desde las 19.45 a las 23.30......
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