Queridos padres:
Ya estamos en la semana de Navidad y, por tanto, queda
poquito para acabar este 2016, así que os escribo contándoos lo que estoy
segura de que habéis podido ver desde allí arriba, por si se os ha pasado algún
detalle.

Victoria es un polvorín, no para, muy lista, es una esponja
que lo absorbe todo, por lo que hay que tener cuidado para que no aprenda lo
que no interesa. Cuando se concentra saca la lengua de lado, curiosos genes que
la han permitido heredar ese gesto tan tuyo, papá.
Manuela parecía calmada hasta que aprendió a gatear y a
ponerse de pie, y un mundo diferente se abrió ante ella. Ahora es una magnífica
trepadora que llega a los sitios más insospechados. Le falta un empujoncito
para caminar. Tiene el pelo de Carlos, o sea, el tuyo, mamá.
Pero además, estamos muy ilusionados esperando otro bebé,
otra niña que será un regalo tardío de Reyes, estoy deseando tener a las dos,
madre e hija, entre mis brazos.
Como os digo, nuestras costumbres han cambiado. Este verano
necesitábamos ocupar dos sombrillas en la piscina, con las niñas, los juguetes,
la piscina hinchable que compartían, toallas, meriendas, cambiadores…de todo. Entenderéis
que yo me «escapase» a jugar una partida de canasta con mis amigas. En las
reuniones familiares, buscamos restaurantes que tengan espacio para las
sillitas y tronas. En mi casa, estamos muy justitos, pero eso no se puede
cambiar. Las niñas juegan en el pasillo y se divierten juntas.
Ha sido un año de nuevos trabajos para casi todos los
jóvenes, han mejorado e incluso han cumplido algún sueño.
Nosotros hemos tenido pocas novedades en nuestro día a día.
Procuramos reunirnos siempre que podemos, wasapeamos mucho, eso es todo un
invento, tenemos un grupo en el que estamos todos y otro sólo de los tres
hermanos, buscamos ser felices y, aunque no siempre lo conseguimos, en la
balanza gana lo bueno.
Papá, este año no he puesto tu nacimiento, porque he
comprado uno de plástico para que las niñas lo disfruten. Victoria, que viene
todos los días, juega con él como hacía Carlos cuando era pequeño, ¿te
acuerdas? He aprovechado tus patos y tu molino y le he explicado a la niña que
eran del bisabuelo y hay que tener un cuidado especial con ellos, creo que lo
entiende.
Participo en una revista digital, Tardes en Sepia, que os
encantaría y sé que os sentiríais orgullosos de que, por fin, escriba para que
alguien me lea, aunque sea un artículo pequeño. Estoy muy ilusionada con ella y
con otros proyectos que ya os contaré.
En el número tres te he hecho un guiño, mi artículo va
dedicado a ti papá, al montaje de tus nacimientos que se hicieron famosos en el
barrio y a que me inculcases ese amor por la Navidad.
También pertenezco a grupos de fotografías de Madrid,
antiguas y modernas, en los que cada día aprendo cosas muy interesantes del
pasado, vuestro pasado, el de mis abuelos, y que me han convertido en una
fotógrafa aficionada.
Bueno, podría seguir contándoos cosas, pero sé que ya las
sabéis, porque siempre estáis por aquí conmigo.
Muchísimos besos.
Una carta emotiva y sencilla que expresa muchas cosas. No dejes de escribir, un día espero leer una novela tuya. Desde donde se encuentren, tus padres leerán la revista y estarán tan orgullosos de tu participación como lo estoy yo.
ResponderEliminarEstoy segura de que están orgullosos de todos nosotros.
EliminarGracias por leer siempre lo que escribo y por animarme a seguir haciendolo.
Un besazo.
¡Es una carta preciosa! A mí también me entran ganas de contarle a mi padre cómo es la vida ahora.
ResponderEliminarBesos
Pues ya sabes... A tí te quedaría un relato precioso.
EliminarUn besazo.