Florencia
es una ciudad para pasear, de día y de noche.
Yo
accedí a ella en tren y según salí de la estación de Santa María Novella ya
pude contemplar una de las maravillas de la ciudad, la iglesia del mismo
nombre, con una impresionante planta y una bellísima fachada principal
recubierta de mármol. En su interior, el claustro verde es un rincón digno de
admirar.
Caminando
hacia el barrio de San Lorenzo, atravieso el famoso mercado muy concurrido, que
desprende un fuerte olor a piel, ya que los bolsos son uno de los principales
objetos de artesanía del lugar: por lo que veo, en una primera ojeada, muy
caros.
La
iglesia de San Lorenzo, una de las más antiguas de la ciudad, con su fachada sin
terminar. En su interior se puede visitar la magnífica biblioteca, a la que se
accede a través de un pequeño claustro y las escaleras diseñadas por Miguel
Ángel. Me sorprenden las bancadas de estudio, el suelo y los papiros.
Junto
a esta iglesia se construyó la Capilla de los Príncipes que alberga las tumbas
monumentales de la familia Medici, que me dejan boquiabierta.
Desde
aquí se puede ir a pie a la plaza de la
Santissima Annunziata. Aunque está un poco sucia, y con la necesidad
urgente de una buena restauración, resulta un conjunto bonito, con arcos en los
edificios de sus lados, la iglesia del mismo nombre, el Ospedale degli
Inocenti, orfanato, construido por Brunelleschi y cuyas cerámicas sobre cada
arco, representando niños, llaman mucho la atención, y una casa palacio.
Desandando
lo andado, accedo a la plaza del Duomo, espectacular. Es un conjunto
maravilloso, por el que yo me imagino paseando a los Medicci con esa cúpula de
Brunellesqui que tanto tardó en acabarse y que merece la pena mirar una y otra
vez.
La
fachada, cubierta de mármol multicolor, blanco de Carrara, verde de Prato y
rojo de Siena, es una maravilla. La bordeo hasta llegar a la principal, con el
Campanile de Giotto a su derecha y el Baptisterio enfrente. Esta enorme
maravilla gótica, me deja impresionada.
Pero
en mi paseo todavía me queda otra plaza bellísima, la Piaza de la Signora, con
el Palacio Vechio. Hay un concierto. Esta plaza es una preciosidad y tiene la
misma disposición desde el siglo XIII.
Tengo
la habilidad, si se le puede llamar así, de pararme a contemplar los edificios
e imaginarme la vida en siglos anteriores. A esos caballeros vestidos con
leotardos y brocados y a las damas con ricos vestidos de paño florentino
bordado Lo que he visto en el cine y en la televisión, lo llevo a los lugares
que visito y disfruto muchísimo.
Pues
esta plaza me ha trasportado como pocos lugares a otras épocas, sobre todo de
noche.
Otro
lugar que me ha impresionado por su historia han sido las callejas oscuras por
las que caminó Dante. En una de ellas, la pequeña iglesia de Dante, donde conoció a
su amada Beatriz, amores que dicen fueron el origen de «La divina comedia» En
esta misma calle se conserva la casa del ilustre escritor.
La plaza de la
República, con un ambiente festivo, es un buen lugar para hacer un descanso,
buscando algún sitio para comer o cenar. De día, el Mercado Nuevo facilita las
compras turísticas que todos hacemos. No podemos olvidarnos de tocar el hocico
del Porcellino, cuyo
hocico está brillante porque, si se toca, te aseguras fortuna y volver a
Florencia.
En el Barrio de Santa
Cruz están la plaza y la iglesia del mismo nombre, La fachada de la iglesia,
impresionante, aquí están enterrados Miguel Ángel y Galileo Galileo, entre
otros y es la sede principal de los franciscanos. Me da rabia no poder ver la
celebración del «El Calcio» forma primitiva de fútbol que se creó aquí en el
siglo XVI y que se sigue celebrando cada año en estas fechas.
En
esta ciudad no se pueden dejar de visitar los puentes, sobre todo El Puente Vecchio.
Este puente con sus casas colgantes, hoy ocupadas por joyerías, data de la
mitad del siglo XIV, lo que le convierte en el puente de piedra más antiguo de
Europa. Tiene una curiosa historia, antes las casas eran carnicerías, pero al
trasladarse la corte al Palacio Pitti, para lo que había que atravesar el
puente, se ordenó su cierre por el mal olor. Desde entonces siempre ha habido
orfebres y joyeros. Como curiosidad este fue el único puente que no fue destruido
por las tropas alemanas en la II Guerra Mundial.
El
Palacio Pitti es imponente por extensión y por la fachada de piedra (sillar
almohadillado de pietra forte). En su interior, los jardines Bóboli son un
remanso de paz aunque me parecen un poco descuidados. La bella Leonor de
Toledo, aristócrata española casada con Cosme de Medici, vivió en este palacio
y trasladó la corte al otro lado del río Arno, por considerarlo más sano para
su salud.
Pasear
por el otro lado del río es agradable. Los comercios no son tan turísticos, no
hay tanta gente y se encuentran también joyas arquitectónicas, como en toda la
ciudad.
Plazas,
iglesias, palacios, edificios civiles, podría llenar páginas con lo que visité,
pero este paseo sería demasiado largo, por lo que he plasmado lo más
importante.
Si
quiero comentar que es fácil encontrarse con magníficas heladerías. No podría
elegir la que me gustó más, son todas muy buenas.
Con
Los atardeceres, y los Museos florentinos, ya publicados en este blog, se
completa mi visita a este lugar que me enamoró y que merece la pena conocer.
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