Leo con pena la noticia aparecida en prensa sobre las nuevas
instrucciones que la iglesia Católica ha dado para los difuntos, en el
documento titulado “Instruccion Ad
resurgendum cum Christo”
En mi familia, tenemos una tumba familiar en el cementerio
de la Almudena, que se acabará perdiendo porque sigue estando a nombre de mi
abuelo y cambiarla implica, ya lo he preguntado, que nos presentemos en el
notario todos los herederos de mi abuelo, casi nada…
Cuando murió mi padre, su voluntad fue ser incinerado, y la
cumplimos, pero mi madre se negó a enterrarle en la tumba familiar porque,
llegado el momento, no podríamos enterrarla a ella al no tener el apellido de
mi abuelo, por lo que depositamos sus cenizas en un columbario, un nicho
pequeñito, en alto, frio e impersonal.
Nunca volví.
Diez años después dejamos las cenizas de mi madre en el
mismo sitio, en alto, frio e impersonal.
Tampoco volví.
Los recuerdo cada día, los añoro, los escribo cartas que
publico en este mismo blog, y otras que no publico, que quedan solo para mí,
pero no voy al cementerio.
Pero tengo unos amigos, grandes
amigos, que tienen una casa en un maravilloso valle, con un inmenso jardín, lleno
de árboles. Muchos de esos árboles tienen su historia, porque los hemos
plantado sus amigos, sus hermanos, hay uno por cada niña de la familia y hay
uno muy especial, una encina que guarda en sus raíces las cenizas del abuelo.
Ese abuelo que siempre soñó con tener esa casa, tal y como
es y que la disfrutó muy poco tiempo.
Siempre que los visito, envidio ese jardín, esa encina,
porque me encantaría tener un lugar así en el que mis padres estuviesen juntos,
bajo un árbol, a mi padre le hubiese gustado un madroño, como buen madrileño, y
que yo contemplaría con una sonrisa, pensando en ellos.
Ese si sería un lugar para volver.
¿No es bueno? ¿No es de buen católico?
Pues, sinceramente, no lo entiendo.
Muy tierno el relato. Estoy de acuerdo contigo, los seres queridos están en nuestra memoria y en nuestro corazón. La noticia sobre este nuevo mandato de la Iglesia me dejó sin palabras. No entiendo el porqué a no ser que sea por razones económicas. Creo que la Iglesia se aleja con estas normas, como con otras muchas, de la realidad.
ResponderEliminarNo he querido entrar en polémica, pero estoy segura de que es por razones económicas. No tiene otra explicación. Pero la verdad es que me ha decepcionado que el Papa Francisco estampe su firma.
EliminarCuando murió mi padre, pasé muchas horas en el tanatorio. Una de las opciones que había en una vitrina unas urnas biodegradables, en las que se podían depositar las cenizas. En esas urnas viene la semilla de un árbol, para que la familia lo entierre y surja de nuevo vida. Me pareció una idea estupenda, aunque no para él, porque nunca manifestó el deseo de ser incinerado, aunque al poco de pensarla me empecé a agobiar yo sola. ¿Y si el árbol no crece? No sé, supongo que en ese momento piensas miles de cosas, porque tu estado emocional no es el mejor del mundo.
ResponderEliminarMe parece una estupidez la noticia que hemos conocido. ¿Por qué, si tú te sientes más feliz así, no vas a poder tener contigo las cenizas de tus seres queridos? No lo entiendo.
Efectivamente. Bastante se sufre para que te vengan a decir lo que tienes que hacer con las cenizas. Toda la muerte está rodeada de un gran negocio que no tiene muy en cuenta el duelo de las personas que han perdido un ser querido, y ahora va la iglesia y lo remata.
EliminarLas cenizas de mi padre las depositamos en un árbol del Retiro y eso nos reconforta a todos,fue donde pasó su niñez y adolescencia y además por dónde paseaba con mi madre de novios
ResponderEliminar